Jornada Mariana de la Familia en Torreciudad

Torreciudad conmemoraba en esta ocasión un acontecimiento muy especial: la celebración del 50º aniversario de la apertura al culto del nuevo templo dedicado a la Virgen.

Un encuentro marcado por la alegría, la oración y la certeza de compartir la fe en familia. Como dijo el vicario del Opus Dei en España, don Ignacio Barrera: «¡Cuánta belleza y alegría puede transmitir la familia que reza!».

La Fundación CARF, fiel a su compromiso con la formación sacerdotal y con la Iglesia universal, fue una de las entidades patrocinadoras de esta jornada, sumándose así a la alegría de las familias que acudieron al santuario aragonés.

La familia que reza

El acto central fue la Eucaristía celebrada en la explanada, presidida por el vicario del Opus Dei en España, Ignacio Barrera, quien invitó a todos los presentes a ser «sembradores de paz y alegría», recordando las palabras de san Josemaría: las familias están llamadas a ser «hogares luminosos y alegres».

En un mundo tantas veces marcado por la prisa, la división y la incertidumbre, Barrera recordó que «el Señor se encargará de lo demás y encenderá otras muchas luces», si cada familia procura dar testimonio de amor en su vida cotidiana: «Dad luz en vuestra casa, en los colegios, en los lugares de trabajo… ¡Cuánta belleza y alegría puede transmitir la familia que reza, que se quiere, que se perdona y está unida!». Y preguntó: «¿No os parece que hay mucha necesidad de esto en nuestro tiempo, en la vida social, en la vida política, en los ambientes de trabajo?».

En esta jornada se respira fraternidad y oración. Tras el rezo del Ángelus, hubo una variada presentación de ofrendas por parte de las asociaciones, parroquias, colegios y grupos participantes, que ofrecieron flores, productos de la tierra, imágenes de la Virgen, manualidades infantiles y otros símbolos de gratitud y fe.

En un gesto lleno de ternura, los padres ofrecieron a sus hijos a la Virgen de Torreciudad, confiándoles su futuro y pidiendo su amparo. Este momento, vivido con lágrimas y sonrisas, fue testimonio de lo que significa caminar juntos como familia cristiana: dejarse guiar por María hacia su Hijo.

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En diálogo con Nachter y Roseanne.

Nachter y Roseanne

La jornada estuvo llena de momentos de encuentro y testimonio. El matrimonio formado por Nachter y Roseanne, conocidos por su humor y cercanía en redes sociales, compartió su experiencia sobre «cómo mejorar nuestras relaciones familiares con mucho humor». Recordaron que «reírse con los demás, no de los demás» es una clave sencilla para vivir la caridad en el hogar, y que «ante el dolor, es básico que nuestra vida no la defina el sufrimiento, sino la ayuda que nos prestamos unos a otros. Y sobre todo Dios, que es Padre y podemos confiar plenamente en Él, aunque a veces no le entendamos».

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Un grupo de voluntarias.

Un gesto sencillo

Durante todo el día, más de 200 voluntarios colaboraron en los servicios de acogida, aparcamiento, información y limpieza, junto a la Guardia Civil, Turismo de Aragón, las comarcas del Somontano, Ribagorza y Cinca Medio, los ayuntamientos de Secastilla y El Grado, la Fundación CARF y el Grupo Mahou San Miguel. Además, se recogieron productos de higiene destinados a familias necesitadas, que se entregarán a través de Cáritas Diocesana de Barbastro-Monzón: un gesto que encarna el amor cristiano hecho servicio.

En el 50º aniversario del templo, esta jornada volvió a mostrar el corazón vibrante de la Iglesia: familias unidas por la fe, que rezan, se perdonan y confían en Dios. La Fundación CARF, presente entre ellas, comparte esa misión de irradiar esperanza y formar corazones sacerdotales que sirvan a tantas familias en todo el mundo.

Torreciudad, una vez más, fue luz. Una luz que nace de María y que, a través de la familia, ilumina la sociedad con la alegría del Evangelio.

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La Virgen de Torreciudad en procesión durante el rezo del Rosario.

Los alcaldes animan a repetir

Javier Betorz, delegado del Gobierno de Aragón en Huesca, ha destacado que «Torreciudad es un indudable foco de atracción, por tanto tiene todo nuestro apoyo en la promoción del turismo religioso y cultural». Mari Carmen Obis, alcaldesa de El Grado, ha señalado la importancia de la fiesta «en estas convocatorias para compartir nuestro patrimonio y nuestra alegría, de forma que lleguen a nuevos visitantes».

José Luis Arasanz, teniente de alcalde de Secastilla, y Ana María Rabal, concejala, confían en el proyecto de eje carretero con El Grado y Graus a través del municipio. Antonio Comps, alcalde de Castejón del Puente, piensa que «la jornada es un evento muy importante para el Alto Aragón, con un hondo significado en positivo para la familia y como elemento de promoción».

Fernando Torres, alcalde de Barbastro, ha declarado estar «muy contento de repetir una edición más, y de haber compartido la preocupación del santuario por los daños de la tormenta de anoche», mientras que para José Pedro Sierra, alcalde de Peraltilla, «lo mejor es que he visto mucha gente, con familias que confiamos repitan y den a conocer nuestro entorno».

José María Civiac, presidente de la comarca del Cinca Medio y alcalde de Alfántega, ha comentado que «he visto a mucha gente, dispuesta a un desplazamiento a veces largo, y desde luego, hemos de colaborar entre todos para que aumenten los visitantes».

Lola Ibort, concejala en Almudévar y diputada provincial, señala en su segunda asistencia a esta jornada, que «regreso muy contenta porque comparto tantos valores que promueven la familia, que es tan importante. Y estas familias jóvenes son a la vez, los mejores embajadores de nuestro territorio».

También asistieron la alcaldesa de El Pueyo de Santa Cruz, Teresa Rupín, y representantes municipales de Puente de Montañana, Arén, Enate y Artasona.


Marta Santín, periodista especializada en religión.


Cristo, ¿se habrán encontrado con Él?

La fe cristiana, la Santa Misa, o es un encuentro vivo con Cristo o no es. Por eso la Liturgia nos garantiza la posibilidad de tal encuentro. con Él.

En una carta a su familia fechada el 14 de julio de 1929 en Nueva York, Federico García Lorca escribe: “La solemnidad en lo religioso es cordialidad, porque es una prueba viva, para los sentidos, de la inmediata presencia de Dios. Es como decir: Dios está con nosotros, démosle culto y adoración (…) Son las formas exquisitas, la hidalguía con Dios”.

No sé lo que tenía Federico en su corazón y en su cabeza al escribir estas palabras. Sí puedo sugerir que son una manifestación de su alma de poeta y de su saber apreciar la belleza de un encuentro con Dios vivo; y lo hago, porque antes de esas líneas, escribió: “Ahora comprendo el espectáculo fervoroso, único en el mundo, que es una Misa en España”.

Santa Misa, encuentro con Cristo vivo

En su Carta Apostólica “Desiderio Desideravi”, en el apartado La Liturgia: lugar del encuentro con Cristo el papa Francisco escribió: “Aquí está toda la poderosa belleza de la Liturgia (…)  La fe cristiana, o es un encuentro vivo con Él, o no es.   La Liturgia nos garantiza la posibilidad de tal encuentro. No nos sirve un vago recuerdo de la última Cena, necesitamos estar presentes en aquella Cena, poder escuchar su voz, comer su Cuerpo y beber su Sangre: le necesitamos a Él.

En la Eucaristía y en todos los Sacramentos se nos garantiza la posibilidad de encontrarnos con el Señor Jesús y de ser alcanzados por el poder de su Pascua. El poder salvífico del sacrificio de Jesús, de cada una de sus palabras, de cada uno de sus gestos, mirada, sentimiento, nos alcanza en la celebración de los Sacramentos” (nn, 10-11).

“Un encuentro vivo con Cristo”. Y si en todos los Sacramentos Jesucristo está presente y actúa, de manera muy particular, sacramentalmente, lo hace en la santa Misa.

«Es el Sacrificio de Cristo, ofrecido al Padre con la cooperación del Espíritu Santo: oblación de valor infinito, que eterniza en nosotros la Redención. (…) La Santa Misa nos sitúa de ese modo ante los misterios primordiales de la fe, porque es la donación misma de la Trinidad a la Iglesia. Así se entiende que sea el centro y la raíz de la vida espiritual del cristiano (…)

En la Misa se encamina hacia su plenitud la vida de la gracia, que fue depositada en nosotros por el Bautismo, y que crece fortalecida por la Confirmación. "Cuando participamos de la Eucaristía, escribe san Cirilo de Jerusalén, experimentamos la espiritualización deificante del Espíritu Santo, que no solo nos configura con Cristo, como sucede en el Bautismo, sino que nos cristifica por entero, asociándonos a la plenitud de Cristo Jesús"» (Josemaría Escrivá. Es Cristo que pasa, nn. 86 y 87).

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La belleza de la liturgia en la Santa Misa

Estos textos referentes a la belleza de la Liturgia expresada en la celebración de la Santa Misa, se me vinieron a la memoria la tarde del domingo. Después de atender a una persona enferma, me acerqué a una iglesia a acompañar un rato al Señor. Faltaba un cuarto de hora para la celebración, a las 8.00 de la tarde. Comenzaron a llegar feligreses, en silencio y un cierto recogimiento. Un número elevado de los hombres vestía pantalón corto, y un número más reducido de mujeres también.

¿Se habrían presentado con esa vestimenta en la fiesta de alguna familia amiga? ¿Y a una reunión con sus jefes en el área de su trabajo profesional? ¿Hubieran ido con esas prendas a recibir un premio por alguna actuación profesional, por algún libro publicado, etc.?

En la puerta de entrada a la iglesia no había ningún de esos carteles –que seguramente todos los lectores recordarán– que prohibían la entrada en el templo vestidos de esa manera. Quizá los sacerdotes no habrían dicho nada al verlos en otras ocasiones acercarse así a recibir a Jesucristo en la Comunión.

Un buen número –más de cien– de esos hombres y mujeres se acercaron al altar a recibir la Comunión. Apenas terminada la Misa, la iglesia se vació.  El sacerdote mantuvo el silencio interior apenas medio minuto, después de recoger el altar, sin arrodillarse al pasar delante del Sagrario. Y los fieles que se quedaron en la iglesia dando gracias a Dios por haber recibido la Eucaristía, fueron apenas una decena. ¿Serían conscientes los feligreses de haberse encontrado con el Hijo de Dios hecho hombre? ¿Y de haber vivido con Jesús todos los momentos de la Misa, y de haberle “comido” en la Hostia Santa?


Original publicado en Religión Confidencial

Ernesto Juliá, ernesto.julia@gmail.com

Natividad de la Virgen María: 8 de septiembre

Cada 8 de septiembre, la Iglesia celebra la Natividad de la Virgen María, fiesta que recuerda el nacimiento de la Madre de Dios. La celebración está estrechamente unida a la solemnidad de la Inmaculada Concepción (8 de diciembre), pues nueve meses después la Iglesia contempla el don de su nacimiento.

El nacimiento de María es visto como el inicio del cumplimiento de las promesas divinas: ella es la mujer elegida para ser la Madre del Salvador.

Muchos siglos habían pasado desde que Dios, en los umbrales del Paraíso, prometiera a nuestros primeros padres la llegada del Mesías. Cientos de años en los que la esperanza del pueblo de Israel, depositario de la promesa divina, se centraba en una doncella, del linaje de David, que concebirá y dará a luz un Hijo, a quien pondrá por nombre Enmanuel, que significa Dios con nosotros (Is 7, 14). Generación tras generación, los piadosos israelitas esperaban el nacimiento de la Madre del Mesías, aquella que ha de dar a luz, como explicaba Miqueas teniendo como fondo la profecía de Isaías (cfr. Mi 5, 2).

El nacimiento de la Virgen de Bartolomé Esteban Murillo. Museo del Louvre, París.

El nacimiento de María, anuncio de la Salvación

Diversos Papas han descrito esta fiesta como el amanecer que anuncia la llegada del Sol de justicia: Jesucristo. En palabras de san Juan Pablo II, el nacimiento de la Virgen es un signo luminoso que prepara la Encarnación del Hijo de Dios.

La liturgia la llama “raíz de nuestra alegría”, porque en María comienza a hacerse visible el plan de salvación. El profeta Miqueas, citado en esta fiesta, anuncia que de Belén nacerá el Salvador y que Él mismo será la paz. María, hija de Israel y madre del Mesías, es el puente entre la promesa y su cumplimiento.

María, signo de paz y esperanza

El Papa Francisco recordó que esta fiesta habla también de paz. En las lecturas del día, la palabra paz resuena tres veces, porque la llegada de María prepara el corazón de la humanidad para recibir a Cristo, el Príncipe de la paz.

Celebrar el nacimiento de la Virgen es reconocerla como estrella de esperanza. Ella ilumina a la Iglesia y a cada cristiano, invitándonos a vivir abiertos a Dios, como ella lo hizo, y a dejar que Cristo transforme nuestra vida.

María modelo de santidad

La Natividad de la Virgen María no es solo un recuerdo histórico, sino una fiesta que nos anima a mirar la vida con fe: María es modelo de santidad y belleza espiritual, la criatura perfecta que Dios preparó para su Hijo.

Su nacimiento marca el inicio de la salvación, siendo ella el eslabón entre las promesas del Antiguo Testamento y su cumplimiento en Cristo. Para los fieles, su fiesta es una ocasión para renovar la confianza en Dios y para pedir la gracia de vivir con la misma docilidad y fe que tuvo la Virgen.

Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para redimir a los que estaban bajo la Ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos (Gal 4, 4-5). Dios se esmera en elegir a su Hija, Esposa y Madre. Y la Virgen santa, la muy alta Señora, la criatura más amada por Dios, concebida sin pecado original, vino a nuestra tierra. Nació en medio de un profundo silencio. Dicen que en otoño, cuando los campos duermen. Ninguno de sus contemporáneos cayó en la cuenta de lo que estaba sucediendo. Sólo los ángeles del cielo hicieron fiesta.

De las dos genealogías de Cristo que aparecen en los evangelios, la que recoge San Lucas es muy probablemente la de María. Sabemos que era de esclarecida estirpe, descendiente de David, como había señalado el profeta hablando del Mesías —saldrá un vástago de la cepa de Jesé y de sus raíces florecerá un retoño (Is 11, 1)— y como confirma San Pablo cuando escribe a los Romanos acerca de Jesucristo, nacido del linaje de David según la carne (Rm 1, 3).

Un escrito apócrifo del siglo II, conocido con el nombre de Protoevangelio de Santiago, nos ha transmitido los nombres de sus padres –Joaquín y Ana–, que la Iglesia inscribió en el calendario litúrgico. Diversas tradiciones sitúan el lugar del nacimiento de María en Galilea o, con mayor probabilidad, en la ciudad santa de Jerusalén, donde se han encontrado las ruinas de una basílica bizantina del siglo V, edificada sobre la llamada casa de Santa Ana, muy cerca de la piscina Probática. Con razón la liturgia pone en labios de María unas frases del Antiguo Testamento: me establecí en Sión. En la ciudad amada me dio descanso, y en Jerusalén está mi potestad (Sir 24, 15).

Lectura del Evangelio del día

✠ Lectura del santo Evangelio según san Mateo1, 1-16. 18-23

Libro del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán.

Abrahán engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zará, Fares engendró a Esrón, Esrón engendró a Arán, Arán engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed engendró a Jesé, Jesé engendró a David, el rey.

David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón engendró a Roboán, Roboán engendró a Abías, Abías engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Jorán, Jorán engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatán, Joatán engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amós, Amós engendró a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.

Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliaquín, Eliaquín engendró a Azor, Azor engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Aquín, Aquín engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.

La generación de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».

Bibliografía

Opusdei.org. Vida de María.

Catequesis del Papa: Jesucristo, nuestra esperanza

Audiencia general con el Papa León XIV en la plaza de san Pedro, 3 de septiembre de 2025.

Queridos hermanos y hermanas:

En el centro del relato de la pasión, en el momento más luminoso y a la vez más oscuro de la vida de Jesucristo, el Evangelio de Juan nos entrega dos palabras que encierran un misterio inmenso: «Tengo sed» (19,28), e inmediatamente después: «Todo está cumplido» (19,30). Palabras últimas, pero cargadas de toda una vida, que revelan el sentido de toda la existencia del Hijo de Dios. En la cruz, Jesús no aparece como un héroe victorioso, sino como un mendigo de amor. No proclama, no condena, no se defiende. Pide, humildemente, lo que por sí solo no puede darse de ninguna manera.

Jesucristo crucificado, expresión plena de Amor

La sed del Crucificado no es solo la necesidad fisiológica de un cuerpo destrozado. Es también y, sobre todo, la expresión de un deseo profundo: el de amor, de relación, de comunión. Es el grito silencioso de un Dios que, habiendo querido compartir todo de nuestra condición humana, se deja atravesar también por esta sed. Un Dios que no se avergüenza de mendigar un sorbo, porque en ese gesto nos dice que el amor, para ser verdadero, también debe aprender a pedir y no solo a dar.

«Tengo sed», dice Jesús, y de este modo manifiesta su humanidad y también la nuestra. Ninguno de nosotros puede bastarse a sí mismo. Nadie puede salvarse por sí mismo. La vida se «cumple» no cuando somos fuertes, sino cuando aprendemos a recibir. Y precisamente en ese momento, después de haber recibido de manos ajenas una esponja empapada en vinagre, Jesús proclama: «Todo está cumplido». El amor se ha hecho necesitado, y precisamente por eso ha llevado a cabo su obra.

Jesús

Esta es la paradoja cristiana: Dios salva no haciendo, sino dejándose hacer. No venciendo al mal con la fuerza, sino aceptando hasta el fondo la debilidad del amor. En la cruz, Jesús nos enseña que el ser humano no se realiza en el poder, sino en la apertura confiada a los demás, incluso cuando son hostiles y enemigos. La salvación no está en la autonomía, sino en reconocer con humildad la propia necesidad y saber expresarla libremente.

El cumplimiento de nuestra humanidad en el diseño de Dios no es un acto de fuerza, sino un gesto de confianza. Jesús no salva con un golpe de efecto, sino pidiendo algo que por sí solo no puede darse. Y aquí se abre una puerta a la verdadera esperanza: si incluso el Hijo de Dios ha elegido no bastarse a sí mismo, entonces también su sed –de amor, de sentido, de justicia– no es un signo de fracaso, sino de verdad.

Dejarnos amar por Jesucristo

Esta verdad, aparentemente tan simple, es difícil de aceptar. Vivimos en una época que premia la autosuficiencia, la eficiencia, el rendimiento. Sin embargo, el Evangelio nos muestra que la medida de nuestra humanidad no la da lo que podemos conquistar, sino la capacidad de dejarnos amar y, cuando es necesario, también ayudar.

Jesús nos salva mostrándonos que pedir no es indigno, sino liberador. Es el camino para salir de la ocultación del pecado, para volver al espacio de la comunión. Desde el principio, el pecado ha generado vergüenza. Pero el perdón, el verdadero, nace cuando podemos mirar de frente nuestra necesidad y ya no temer ser rechazados.

La sed de Jesús en la cruz es entonces también la nuestra. Es el grito de la humanidad herida que sigue buscando agua viva. Y esta sed no nos aleja de Dios, sino que nos une a Él. Si tenemos el valor de reconocerla, podemos descubrir que también nuestra fragilidad es un puente hacia el cielo. Precisamente en el pedir –no en el poseer– se abre un camino de libertad, porque dejamos de pretender bastarnos a nosotros mismos.

En la fraternidad, en la vida sencilla, en el arte de pedir sin vergüenza y de ofrecer sin cálculo, se esconde una alegría que el mundo no conoce. Una alegría que nos devuelve a la verdad original de nuestro ser: somos criaturas hechas para dar y recibir amor.

Queridos hermanos y hermanas, en la sed de Cristo podemos reconocer toda nuestra sed. Y aprender que no hay nada más humano, nada más divino, que saber decir: necesito. No temamos pedir, sobre todo cuando nos parece que no lo merecemos. No nos avergoncemos de tender la mano. Es precisamente allí, en ese gesto humilde, donde se esconde la salvación.

Un momento de la catequesis sobre Jesucristo en la audiencia general del Papa León XIV en la plaza de san Pedro. (@Vatican Media)

Llamamiento final del Papa León

Desde Sudán, en particular desde Darfur, llegan noticias dramáticas. En El Fasher, numerosos civiles están atrapados en la ciudad, víctimas de la escasez y las violencias. En Tarasin, un deslizamiento de tierra devastador ha causado numerosas muertes, dejando tras de sí dolor y desesperación. Y, como si no fuera suficiente, la propagación del cólera amenaza a cientos de miles de personas ya agotadas. Estoy más cerca que nunca de la población sudanesa, en particular de las familias, los niños y los desplazados.

Rezo por todas las víctimas. Hago un sincero llamamiento a los responsables y a la comunidad internacional para que garanticen corredores humanitarios y pongan en marcha una respuesta coordinada para detener esta catástrofe humanitaria. Es hora de iniciar un diálogo serio, sincero e inclusivo entre las partes, para poner fin al conflicto y devolver al pueblo de Sudán la esperanza, la dignidad y la paz.

Santa madre Teresa de Calcuta: 5 de septiembre

Cada 5 de septiembre, la Iglesia celebra la memoria de la Madre Teresa de Calcuta. Su vida, marcada por la humildad y la entrega total a los más necesitados, sigue siendo un modelo de santidad y servicio.

Mons. Javier Echevarría señalaba cómo la Madre Teresa supo mirar la vida desde la perspectiva del amor cristiano: un amor que se entrega, que se inclina hacia los más necesitados y que transforma cada acto en una ocasión para vivir con Dios. El entonces prelado de Opus Dei, subrayaba que ella «veía el mundo como una casa común» y que su vida invitaba a «aprender a vivir para los demás».

Institución de la memoria litúrgica

El Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, bajo la prefectura del cardenal Arthur Roche, emitió un decreto el 24 de diciembre de 2024, instituyendo oficialmente la memoria litúrgica de la Madre Teresa en el Calendario Romano General.

Este decreto permite celebrar su memoria el 5 de septiembre en todas las diócesis del mundo. La intención es que los fieles recuerden su ejemplo de humildad y servicio, y que las celebraciones litúrgicas incluyan oraciones y lecturas que refuercen la centralidad del amor al prójimo en la vida cristiana.

La institución de la memoria litúrgica también facilita que la Iglesia pueda difundir los textos litúrgicos propios de la Madre Teresa, que incluyen lecturas de Isaías 58 (Parte tu pan con el hambriento) y Mateo 25 (Lo que hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis), reforzando la dimensión espiritual de su testimonio.

El legado espiritual de la Madre Teresa de Calcuta

En un artículo publicado en opusdei.org, Mons. Javier Echevarría, entonces prelado, recordaba que santa Teresa se inclinaba siempre para «acoger al abandonado o curar heridas del cuerpo y del alma». Estas palabras reflejan bien lo que ella fue: una mujer que supo descubrir a Cristo en el rostro de los más pobres.

En su reflexión sobre la Madre Teresa, enfatizaba cómo ella encarnó la caridad en el día a día. No se limitó a gestos grandiosos, sino que encontró a Cristo en cada persona necesitada: enfermos, pobres, abandonados. Su vida demuestra que la santidad se construye a través de actos concretos de amor, consistencia y entrega.

Su vida interpela a todos los cristianos, porque no se trata solo de admirar su generosidad, sino de hacer de la entrega un estilo de vida en lo ordinario. Tal como enseñaba san Josemaría, la santidad está en las pequeñas cosas, en el trabajo, en la familia y también en el servicio desinteresado a quienes nos rodean.

Por eso, la memoria de la Madre Teresa se convierte en una ocasión para revisar nuestro compromiso cristiano: ¿miramos a quienes sufren con ojos de fe?, ¿sabemos descubrir en cada persona la dignidad de hijo de Dios?, ¿ponemos el amor en los detalles concretos de la vida?

¿Por qué el 5 de septiembre?

En la Iglesia, la memoria de un santo se celebra el día de su fallecimiento, entendido como el momento en que entra plenamente en la gloria del cielo. En el caso de la Madre Teresa, esto corresponde al 5 de septiembre de 1997, fecha en la que murió en Calcuta.

Desde ese día, muchos comenzaron a recordar su ejemplo y a rezar mediante su intercesión. Su canonización en 2016 por el papa Francisco reforzó la importancia de esta fecha. Así, la celebración anual no solo honra su vida, sino que también invita a los fieles a reflexionar sobre la santidad y el servicio concreto a los demás.

En diversas diócesis y parroquias, esta fecha se ha convertido en ocasión para realizar actividades caritativas y celebraciones litúrgicas, recordando que la vida de la Madre Teresa fue un testimonio de amor a los más pobres y marginados.

San Juan Pablo II, junto a santa Teresa de Calcuta y al beato Álvaro del Portillo, el 1 de junio de 1985.

Madre Teresa ilumina el servicio

El cardenal Arthur Roche, prefecto del Dicasterio para el Culto Divino, afirmó que la Madre Teresa es «un testigo excepcional de esperanza» en tiempos de dolor y marginación. Su vida es una respuesta concreta al llamado del Evangelio a servir a los más pequeños y olvidados.

Desde la perspectiva cristiana, su fiesta litúrgica no es solo un recuerdo histórico, sino una invitación a seguir su ejemplo en el presente. Cada cristiano puede encarnar ese mismo espíritu en su entorno: cuidando enfermos, acompañando a solitarios, moribundos, huérfanos... dedicando tiempo a quien lo necesita.

Así, la Madre Teresa se convierte en una guía para vivir la caridad con coherencia, recordando que el camino de la santidad no se mide por las palabras, sino por gestos concretos de amor.

Textos litúrgicos y celebraciones

El decreto litúrgico incluye textos específicos para la Misa y la Liturgia de las Horas, adaptables por las conferencias episcopales en diferentes lenguas. Entre ellos se encuentran oraciones, lecturas y antífonas que subrayan la misericordia de Dios y la importancia de la caridad activa.

Esto asegura que los fieles puedan participar en una celebración uniforme en todo el mundo, y que la fiesta de la Madre Teresa no se limite a un recuerdo histórico, sino que se viva de manera espiritual y comunitaria.

Tumba de la Madre Teresa en Calcuta (India).

Datos clave sobre Santa Teresa de Calcuta

Su vida y obra muestran cómo la caridad cristiana puede transformar realidades concretas y dejar un legado que sigue inspirando a millones de personas en todo el mundo.

La fiesta de la Madre Teresa nos invita a mirar el mundo con sus ojos: ojos de compasión, de fe, de entrega sin límites. Como subrayó el prelado del Opus Dei, Javier Echevarría, se trata de aprender a vivir para los demás.

A dos días de su partida a la Casa del Padre, el papa Juan Pablo II, amigo personal de la religiosa, dedicó el rezo dominical del Ángelus en la plaza san Pedro a la madre Teresa de quien dijo lo siguiente: «la querida religiosa reconocida universalmente como la Madre de los Pobres, nos deja un ejemplo elocuente para todos, creyentes y no creyentes. Nos deja el testimonio del amor de Dios. Las obras por ella realizadas hablan por si mismas y ponen de manifiesto ante los hombres de nuestro tiempo el alto significado que tiene la vida».

¿Y tú? ¿Cómo puedes hacer de tu día a día un servicio a los demás? El 5 de septiembre, pero durante toda tu vida, celebra la fiesta de la Madre Teresa con gestos de servicio: oración, actos de caridad o una reflexión sobre cómo poner amor y compasión en tu vida diaria. Ayúdanos a difundir su legado de santidad y entrega.


Fuentes consultadas

Fundación Unicaja, un año más, con la formación integral

Estamos muy agradecidos a la Fundación Unicaja porque, un curso académico más, ayudará a la formación integral de seminaristas y sacerdotes diocesanos de países sin recursos que vienen a Europa para recibir una educación de excelencia. 

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Los estudiantes siempre regresan a sus países de origen, una vez que han culminado su formación integral, en este caso en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, en Roma.

Misión de la Fundación CARF

La misión de la Fundación CARF se encuadra en elementos:

La Fundación CARF –Centro Académico Romano Fundación– nació el 14 de febrero de 1989, por sugerencia de san Juan Pablo II al beato Álvaro del Portillo. Ya son más de 35 años de vida.

Su objetivo es ayudar a la formación académica, humana y espiritual de seminaristas y sacerdotes diocesanos, y religiosos y religiosas sin recursos económicos para servir a la iglesia en todo el mundo.

Hoy, gracias al apoyo de sus donantes y amigos, casi 25.000 en toda su historia, y en la actualidad cientos de ellos andaluces, la Fundación ha ayudado a cerca de 30.000 estudiantes de 130 países carentes de medios materiales y económicos. La propia Fundación Unicaja lleva dos años comprometida con este proyecto.

Para que puedan estudiar y formarse en Italia (Universidad Pontificia de la Santa Cruz) y en España (Facultades de Estudios Eclesiásticos de la Universidad de Navarra).

La Fundación CARF defiende los valores definidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos de Naciones Unidas de 1948. Y hace especial mención a la libertad, la igualdad y la libertad religiosa. Promoviendo la convivencia internacional, la libertad de opinión y de expresión y, sobre todo, el derecho a la educación.

Devolver lo recibido

El compromiso de instituciones como la Fundación Unicaja hace posible que personas sin recursos puedan formarse en Europa y regresar a sus países para formar a otros; devuelven lo que han recibido. Una cadena de favores sin fin.

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¡Gracias de corazón! 

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