Giacomo Pari sintió de adolescente la llamada de Dios, pero el pánico y la incertidumbre le frenaban para tomar decisión alguna. «Escucha, si quieres que sea sacerdote está bien, pero tienes que darme el amor por la vocación porque ahora no lo tengo», le llegó a pedir a su Padre Dios con toda la confianza de un hijo.
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