Este entusiasta sacerdote de Valladolid (España) llevaba a Rusia en su interior casi desde su ordenación, hasta que un día en 2002 la Iglesia pidió sacerdotes para ir a ese país. Allí vive la aventura de edificar el primer santuario de la Virgen de Fátima en ese país del que sólo el 0,6% son católicos.