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11 septiembre, 23

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Cinco maneras de aumentar el número de seminaristas y sacerdotes

Que crezca y mucho el número de seminaristas se ha convertido en uno de los principales retos de la Iglesia especialmente en Occidente donde se nota más la escasez de vocaciones de sacerdotes. En este post recopilamos cinco formas con las que podemos ayudar a impulsar las vocaciones al sacerdocio.

1. Involucrar a toda la comunidad, movimientos y parroquias.

En el día del Sagrado Corazón de Jesús, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de Oración por la Santidad de los Sacerdotes y seminaristas. En 2019, con motivo de esta jornada, el papa Francisco invitaba a todos los católicos a través de su red de oración a rezar por los sacerdotes y los alumnos que cursan estudios en los seminarios «para que, con la sobriedad y la humildad de sus vidas, se comprometan en una solidaridad activa, sobre todo, hacia los más pobres».

En la Fundación CARF lanzamos este año esta pequeña campaña animando a rezar por la santidad de todos los sacerdotes.

2. Sacerdotes jóvenes como modelos para los seminaristas.

Una pastoral vocacional que sirva de terreno abonado para las nuevas vocaciones empieza con mucha oración, especialmente en la adoración al Santísimo con horas santas en las parroquias, con los sacerdotes más jóvenes implicados en la pastoral juvenil. De esta forma, intensificando su vida interior y su amor por Jesús-Eucaristía, y con los sacerdotes como modelo, muchos podrían plantearse la llamada al sacerdocio. 

3. Una figura paterna para los futuros seminaristas y sacerdotes.

El papa Francisco asegura que «la paternidad de la vocación pastoral consiste en dar la vida, hacer crecer la vida; no pasar por alto la vida de una comunidad». San José es un buen modelo tanto para los seminaristas como para sus formadores en el camino hasta llegar a ser sacerdote. Con su entrega total, Jesús es la manifestación de la ternura del Padre. Por eso, «Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres» (Lc 2,52).

El Papa nos dice que cada sacerdote u obispo tendría que poder decir como san Pablo: «[…] por medio del Evangelio, soy yo quien os ha engendrado para Cristo Jesús» (1Co 4,15). A san Pablo le preocupaba mucho la formación de los presbíteros. En la primera carta a los Corintios expresa con vehemencia: «¿Qué queréis? ¿Que vaya a visitaros con un palo o con amor y espíritu de mansedumbre?» (1Co 4,21). Los formadores y los sacerdotes que acompañan a los seminaristas tienen que ser como un buen padre, que escucha, acompaña, acoge y corrige con dulzura, pero con firmeza. 

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4. La familia cristiana semillero de vocaciones.

La familia es el primer agente de la pastoral para las vocaciones (en todos los ámbitos de la Iglesia). La familia cristiana ha sido siempre humus y "mediación educativa" para el nacimiento y el desarrollo de las vocaciones, al celibato, sacerdotales o religiosas. 

Una pastoral familiar que integre la dimensión vocacional tiene que formar también a los padres en el diálogo con sus hijos e hijas sobre su fe y el modo de entender el seguimiento de Jesús. Pero sobre todo, las vocaciones se fraguan en el ejemplo de los padres en su amor a Dios y entre ellos.

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5. Apoyar la formación de los seminaristas.

El papa Francisco menciona cuatro pilares para sostener la formación de todo seminarista: la vida espiritual, la oración, la vida comunitaria y la vida apostólica. También profundiza en la dimensión espiritual de los seminaristas poniendo especial acento en la «formación del corazón».

Contar con sacerdotes bien formados tiene un elevado coste para las diócesis. Al entrar al seminario un aspirante al sacerdocio tiene por delante, al menos, cinco años de estudios eclesiásticos, equivalentes a una licenciatura y una especialización. Luego se suman dos años o más de doctorado en la que se contempla la realización de una tesis de investigación. 

Muchas diócesis, especialmente de países pobres, carecen o bien de recursos para mantener a sus seminaristas, o de sacerdotes con la formación suficiente para ser formadores del seminario y dar a los candidatos un acompañamiento adecuado. Aquí es donde entre la Fundación CARF y tu ayuda. Con tu donativo contribuyes a la formación y manutención de sacerdotes diocesanos y seminaristas para sus estudios en Roma y Pamplona con el compromiso de regresar a su diócesis de origen.

Una “profesión” con futuro.

Benedicto XVI, con motivo de la celebración del Año Sacerdotal de 2010,  iniciaba una carta  con una anécdota de su juventud. Cuando en diciembre del 1944, el joven Joseph Ratzinger fue llamado al servicio militar, el comandante de la compañía preguntaba a cada uno qué quería ser en el futuro. Él respondió que quería ser sacerdote católico. El subteniente replicó: «Tendrá que elegir otra cosa. En la nueva Alemania ya no hacen falta sacerdotes».

«Yo sabía –dice el Santo Padre– que esta ‘nueva Alemania' llegaba a su fin, y que después de las devastaciones tan enormes que aquella locura había traído al país, los sacerdotes serían más necesarios que nunca». Benedicto XVI añade que «también ahora hay mucha gente que, de un modo u otro, piensa que el sacerdocio católico no es una ‘profesión' con futuro, sino que más bien pertenece al pasado». A pesar de este sentimiento actual, la realidad es que el sacerdocio tiene futuro porque –como dice el mismo Papa en el inicio de su carta a los seminaristas– «también en la época del dominio tecnológico del mundo y de la globalización, las personas continuarán teniendo necesidad de Dios, del Dios manifestado en Jesucristo y que nos reúne en la Iglesia universal, para aprender con él y por medio de él la vida verdadera, y tener presentes y operativos los criterios de una humanidad verdadera».


Bibliografía:

Papa Francisco, Carta apostólica Patris corde

Congreso Europeo sobre las vocaciones, Documento de trabajo.

Papa Francisco, Mensaje para la 57 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones.

Benedicto XVI, Carta con motivo de la celebración del Año Sacerdotal 2010.

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