Johnmary Mayanja Jjemba es un seminarista de la diócesis de Kampala (Uganda). Tiene 25 años y lleva dos estudiando para ser sacerdote en el Seminario Internacional Bidasoa en Pamplona. De su familia lo aprendió todo, porque como él dice «somos de la familia antes que vivir en comunidad y acudir a la iglesia». La familia es la raíz de casi todo lo que hacemos y el primer semillero de vocaciones sacerdotales.
Una familia católica y numerosa
Su padre periodista, y su madre, ama de casa, formaron una familia de siete hijos: cuatro chicos y tres chicas. Una familia católica y numerosa. Y al llegar a España, se ha dado cuenta que algunas personas con las que se ha cruzado le han mirado sorprendido, como diciendo: ser familia numerosa en Uganda es un suicidio.
Johnmary reconoce que no es todo perfecto en una familia tan grande, que hay momentos en que las necesidades económicas son urgentes y que no todo se consigue. En cambio, se aprende a respetar la decisión de los padres de dar a cada hijo lo que necesita en ese momento. Pero él, a pesar de las dificultades, prefiere una familia numerosa. Porque lo que se aprende es más valioso que las necesidades materiales: se vive la verdadera vida de familia, se dejan los gustos personales, se aprende a buscar el bien común.
Una familia numerosa aporta la riqueza de aprender a convivir, tolerar las diferencias de cada uno, trabajar en equipo y ayudar a los que necesitan apoyo.
Y es que toda esta experiencia de vida le ha dejado huella en su etapa como seminarista: sabe lo que es la entrega a los demás, vivir en comunidad con otros compañeros, tolerar a cada uno con su carácter… y comprender en un futuro, cuando sea sacerdote si Dios quiere, las preocupaciones de los fieles.
Una de las principales características de un sacerdote en Uganda es que tiene que fortalecer a las familias. Los niños deben aprender la fe en casa. Para Johnmary esta es la clave de la evangelización en su país. De esta manera, aunque los jóvenes abandonen la fe en algún momento, será más fácil después que vuelvan a la Iglesia. Este joven seminarista ugandés cuenta que, en su país, los párrocos y capellanes han impulsado muchos movimientos juveniles como Y.C.S, Youth Alive y Focolare, que ayudan a los jóvenes a fortalecer su fe a través de actividades deportivas y artesanales, coros, conferencias, clases de teatro o drama, etc.
Pero para llegar a las familias, a los jóvenes, a los fieles, Johnmary es consciente de que un sacerdote debe prepararse muy bien, ya sea en África o Europa: Jesucristo es el mismo allí que aquí. «Él nos salvó y los seminaristas deben aprender y servir como el Sumo Sacerdote. Los retos de esta generación no tienen que preocuparnos porque tenemos al Salvador todopoderoso y la intercesión de la Virgen María».
Con 14 años su padre le envío a estudiar al seminario menor de san Gabriel y san José, en Nswanjere, a 32 kilómetros de Kampala. No ingresó para ser seminarista, sino para estudiar. La escuela era buena y así lo decidió su padre. Porque Johnmary no tenía ninguna intención de ser sacerdote.
Pero después de un año, Dios le hizo ver que le quería para Él, que ser sacerdote era su vocación. Uno de sus hermanos menores le ha seguido en el mismo camino y también es seminarista. Se llama Víctor y está en el seminario mayor en Uganda donde estudió Johnmary.
Todavía es un joven seminarista, pero las necesidades de su país le apremian. Uganda tiene pocos sacerdotes para la evangelización. Le apena que en muchas parroquias solo se pueda celebrar misa dos veces al mes, que no haya suficientes estructuras, que los fieles no tengan iglesias donde poder rezar, que haya pueblos sin templos.
Uganda es tierra de mártires, mártires que han derramado su fe por Cristo. Y los fieles de Uganda siguen el ejemplo de sus mártires. Les veneran.
Además de esta herencia, de fe y martirio que dejaron sus antecesores, Johnmary insiste en que la evangelización en su país pasa por las familias. Es fruto de las familias, porque transmitir la fe desde niños, respetar otras religiones y saber convivir con personas que no piensan como uno, se aprende en la familia.
Marta Santín, periodista especializada en información religiosa.