Ser sacerdote para Asitha Sriyantha es cumplir con su sueño de niño. Su familia es católica y devota, pero él estudió en un colegio budista que pudo cambiar el rumbo de su vida. Pero no fue así. Ahora es seminarista, estudia en la Universidad de Navarra, en Pamplona y reside en el Mezinárodní seminář Bidasoa.
«Desde mi infancia tuve el deseo de ser sacerdote. Cuando los maestros me preguntaban qué quería ser de mayor, yo respondía: quiero ser sacerdote», dice Asitha.
Y aunque proviene de una familia católica devota, con padres que participan activamente en las actividades parroquiales, la decisión de ser sacerdote no fue bien recibida en un principio por su padre, porque en Asia es difícil aceptar que tu único hijo varón entre en el seminario y abandone el negocio familiar.
«Ahora está orgulloso de tener un hijo preparándose para ser sacerdote», exclama Asitha. Gracias a sus padres, a la influencia de su madre, y a la fe sencilla de su abuela que vive con ellos, fue creciendo en la fe y la relación con Dios.
Asitha estudió Primaria en la escuela cercana a la iglesia parroquial y entre su rutina diaria era normal servir en la Misa de la mañana.
En Secundaria su vida dio un giro al ingresar en un colegio budista, una experiencia que le ha imprimido un conocimiento más amplio del budismo, la práctica religiosa mayoritaria en su país.
«Mis maestros y amigos no lo entendían –señala–. Más tarde, cuando se lo expliqué, entendieron un poco mejor mi deseo e incluso me animaron».
Ahora, sus parientes y amigos están contentos porque es el primero de su familia que va a ser sacerdote. «Espero y rezo para que algunos de mis familiares elijan este maravilloso camino de vida: ser sacerdote», exclama. Su única hermana siempre está ahí para lo que haga falta.
La Iglesia católica cuenta en Srí Lanka con alrededor de 1,4 millones de fieles, que representan a cerca del 7 % de la población. Está organizada en 11 diócesis incluyendo una archidiócesis. Asitha Sriyantha Lakmal es de la diócesis de Colombo, diócesis a la que regresará después de formarse en Teología y Filosofía en la Církevní fakulty Navarrské univerzity.
«Asia es increíblemente diversa, con numerosas etnias, idiomas y prácticas culturales», comenta Asitha, consciente de que la Iglesia en Asia contribuye al rico tapiz de religiones de varias maneras, reflejando las diversas culturas, tradiciones, e historias del continente.
«De hecho, la Iglesia en Asia a menudo abraza e integra esta diversidad, fomentando un sentido de unidad en medio de las diferencias. Asia es el hogar de varias religiones importantes, como el cristianismo, el islam, el hinduismo, el budismo, el sijismo y otras», comenta.
Por eso, la gran contribución de la Iglesia en Asia es su participación en el diálogo interreligioso, promoviendo la comprensión mutua y la cooperación entre personas de diferentes religiones y contribuyendo así a la paz.
«En muchos países de Asia los cristianos llevan a cabo su misión en paz y libertad, pero en cambio en otros se dan situaciones de violencia y persecución», lamenta.
Sin embargo, el gran desafío al que se enfrentan los jóvenes kněží 21. století, tanto en Asia como en el resto del mundo, es la fuerte secularización de la sociedad.
Para enfrentarse a este gran desafío, Asitha Sriyantha está convencido de que «la formación es clave para abordar los desafíos de nuestra misión. Creo que cada sacerdote debe cumplir su misión de cara al pensamiento del mundo moderno», afirma Asitha.
Y una formación integral es también un reto para atraer a los jóvenes, formación que ayudará a encontrar formas innovadoras de abordar estos desafíos y de servir activamente en la misión divina.
Pero además de la formación, Asitha recuerda que la oración y los sacramentos son la esencia de nuestra fe católica, porque «sólo daremos el fruto que Dios quiere, si buscamos la gracia y la guía de Dios, manteniendo una relación cercana con Él».
Esta relación de confianza y de fe con el Señor fue adquirida desde niño gracias a sus padres, una semilla que dejó huella en su alma. Así, a los dieciséis años entró en el seminario menor de san Luis, en Colombo y tres años después, ingresó en el seminario propedéutico.
«Hice tres años de estudios filosóficos en el seminario nacional de Nuestra Señora de Lanka, Kandy, y ahora puedo estudiar Teología en Pamplona gracias a la Fundación CARF», resalta emocionado.
Además, su experiencia en el seminario internacional Bidasoa le otorga una riqueza muy amplia en su camino vocacional. «En Sri Lanka, experimentamos la Iglesia local. Pero en Bidasoa, donde resido en Pamplona, se palpa la universalidad de la Iglesia católica. Podemos ser diferentes con nuestras culturas e idiomas, pero somos uno en nuestra fe».
Si Dios quiere, será ordenado sacerdote para servir a su diócesis. «Nuestra vida es una y servimos a un solo Maestro. Nuestros pensamientos e ideas pueden diferir, pero trabajamos juntos y caminamos juntos hacia un mismo objetivo», concluye Asitha.
Para terminar, agradece muchísimo el esfuerzo económico que los benefactores hacen para que jóvenes como él procedentes de todo el mundo puedan terminar sus estudios. «Un sacerdote bueno y bien formado puede ayudar a la gente a alcanzar el camino de Dios», dice alegremente.
Marta Santín, periodista especializada en religión.