Saúl Ruiz García es un sacerdote de la diócesis de Tabasco en México. Hace dos meses recibió por medio de la imposición de manos de su obispo la ordenación sacerdotal.
A los 15 años descubre la llamada de Dios mientras participaba en un movimiento de adolescentes en su parroquia en el municipio de Nacajuca, diócesis de Tabasco en México. “El testimonio de vida de los sacerdotes que nos acompañaban en la parroquia, fue una inspiración para escuchar la voz de Dios que me susurraba al oído: «Ven, sígueme», afirma.
Tras concluir sus estudios universitarios, respondió al llamado que Dios me hacía siete años atrás pero que cada día recordaba cómo la primera vez: «Ven, sígueme».
"Desde el año 2016 he realizado mis estudios teológicos en la universidad de Navarra gracias al apoyo que recibo de ustedes.
Este año 2020 ha sido un año, muy difícil y seguramente ni hubiéramos imaginado vivir esta situación.
A pesar de esto, he experimentado la gracia de Dios en mi vida, pues el pasado 31 de mayo recibí la ordenación diaconal en la parroquia de san Nicolás en Pamplona. Fue una celebración distinta, vivida en lo íntimo del seminario internacional Bidasoa, compartiendo con los seminaristas y sacerdotes muy cercanos, pues debido a la situación de la pandemia, no fue posible que nos acompañaran muchas personas más como hubiésemos querido.
Tuve la oportunidad de viajar en junio de este mismo año a mi diócesis, ahí la situación estaba un tanto complicada respecto a la pandemia. No se realizaban celebraciones eucarísticas con presencia del pueblo, y a mí, me tocó seguir las transmisiones que se hacían por medio de las redes sociales.
Fue ya para el 15 de agosto cuando recibí una llamada de mi obispo, ahí me informaba que había tomado la decisión de realizar mi ordenación sacerdotal para el 31 de agosto ¡dos días antes de mi regreso a España! pues tenía que continuar con mis estudios bíblicos.
La ordenación sacerdotal fue aún más íntima que la diaconal, solo pudieron acompañarme mi papá y mis hermanos (10 personas invitadas) y, como fue realizada en el Seminario Mayor de mi diócesis, solo estaban presentes los seminaristas y los sacerdotes del equipo formador, todo fue a puertas cerradas.
Durante mi formación en el seminario, nueve años en total, cuando pensaba en la ordenación sacerdotal, me hacía ilusión el poder compartir este momento con el pueblo de Dios, pero llegado el momento, esto no fue posible debido a la situación en la que nos encontramos. A pesar de esto, no he dejado de sentir el apoyo espiritual que muchas personas, amigos y conocidos me han expresado."
"Agradezco la enorme labor que hacen para que, sacerdotes y seminaristas podamos continuar nuestra formación, una formación con una gran visión de la universalidad de nuestra Iglesia.
Dios y nuestra Madre la Virgen de Guadalupe les bendigan abundantemente."