¡Cuán grande será el abrazo y el premio eterno que Dios les dará por haberle ayudado a la formación de sus sacerdotes!

Nombre: Otto Fernando Arana Mont
Edad: 31 años
Situación: Seminarista
Origen: Santiago, Guatemala
Estudios: Estudia Teología en el Seminario Internacional Bidasoa, en Pamplona

Con mi formación sigo descubriendo el sueño que tiene Dios para mi vida

Otto Fernando Arana Mont es un seminarista de la Arquidiócesis de Santiago de Guatemala. Antes de ingresar al seminario, trabajó durante más de 11 años en educación como profesor, tutor y asesor educativo familiar. Realizó estudios de Filosofía, Literatura y Educación.

Actualmente se forma en Bidasoa, donde disfruta con materias como  Patrología, Pentateuco y libros históricos, así como Evangelios Sinópticos y Hechos de los Apóstoles, complementando su interés en la Sagrada Escritura con el curso de Hebreo bíblico y el seminario de Griego Avanzado.

«Gracias a ello, he podido seguir descubriendo con asombro el sueño que tiene Dios para mi vida, en la formación hacia el sacerdocio».

«Dios siempre nos sorprende con su amor y generosidad, la que gusta hacer presente a través de las almas que Él elige para ser fieles continuadores de su obra, ayudando, en este caso, a cada uno de los que hemos sido llamados para responder libremente a esta invitación del mismo Jesús que ha resonado durante tantos siglos: “Sígueme” (Mt 9,9).

Recuerden constantemente las palabras que ya Jesús había dicho pensado en ustedes y en todos aquellos que, recibiendo el don de la generosidad, habrían de ayudar a los que él llamase para estar con él: “Y cualquiera que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños por el hecho de ser discípulo, en verdad os digo que no quedará sin recompensa” Mt 10,42.

¡Cuán grande será el abrazo y el premio eterno que Dios les dará por haberle ayudado a la formación de sus sacerdotes! Todas las Misas que se celebrarán para adorar, alabar, bendecir, agradecer y pedir perdón a Dios; las multitudes de almas que recibirán el perdón de sus pecados porque hay un sacerdote que  pueda confesarlos, todos aquellos que con un oportuno consejo que Dios por medio de su ministro les dé puedan acercarse a él y cambiar de vida.

Les seguiré teniendo presentes ante el Altar de Dios en la Santa Misa, en mis oraciones y demás ofrecimientos que el Señor quiera aceptar por cada uno de ustedes. Que Dios Uno y Trino les bendiga, Nuestra Madre cuide y san José les proteja siempre y en todo lugar».

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