«Nací en Belford Roxo - RJ, en Brasil, en una familia cristiana, pero de niño no asistíamos a misa con tanta frecuencia, pero me golpeaban poco. Siendo adolescente comencé un camino para hacerme contar luego de una reunión para darle continuidad a la catequesis, y de algunos fui creando un interés por la religión, que en ese momento era despreciada y se estaba descorazonando.
Cuando entré a la universidad pude hacer grandes amigos que, al igual que las muchas actividades que había realizado en mi parroquia, me ayudarían a crecer en la fe y a interesarme más profundamente a pensar en la Iglesia Católica.
Después de un mensaje, estando con nuestros amigos, conocí a un seminarista, ahora sacerdote, que me pidió mi número de teléfono y me animó a participar en los encuentros vocacionales del seminario. Acepto y vengo a participar de las reuniones, por la realidad y percibo una inquietud dentro de mí, mezclada con curiosidad, pero no hay claridad sobre lo que el destino me depara para mi futuro. Estaba en mi segunda carrera, con una carrera remunerada, entonces no podría lograrlo si pensaba que teníamos unos 20 o 30 años.
Después de un año y medio participando en encuentros vocacionales y tomando dirección espiritual, porque Dios me llamó para algo, y estando allí me sentí bien, quería ser siempre más íntegro, hacer más, crecer en intimidad con Dios, una vez que decidas dar el siguiente paso y entrar al seminario.
Entré al seminario en el año 2018, cursando la carrera de administración de empresas, para tratar de responder al llamado de Dios, que no estaba del todo claro, si no lo que me gustaría en ese momento. Y por eso digo, Dios ha mostrado su amor a mi vida a través de muchas señales, que quieres entender, y en el camino vas, teniendo claro el camino.
Consciente de mis dudas y vacilaciones, para garantizar que Dios no abandone a quienes verdaderamente buscan hacer su santa bondad, me calmaré, y tranquilizaré en este mismo proceso de lucha hacia el sacerdocio. Gracias a todos los benefactores».