Luis David Hernández Cruz es un seminarista de la diócesis de Tabasco, al sureste de México.
"Mi vocación tendría que decir no se dio en un momento en concreto, en el cual dijera: ¡lo tengo, quiero ser sacerdote! Fue más bien el fruto del trato frecuente en la Eucaristía, no había otra cosa que me gustará más que poder estar cerca del altar y que la Santa Misa fuera mi fuerza diaria para mis demás actividades cotidianas.
Como todo joven de mi edad fui un chico que realizaba su vida normal, queriendo aspirar a lo que el mundo nos vende como algo novedoso o a lo que estamos llamados, a realizar una carrera profesional, ser exitoso laboralmente, acumular bienes materiales y gozar de cierto prestigio. Todo esto para ser para lo que nos preparan desde pequeños, formarnos para poder aspirar a un estatus similar.
Sin embargo, al conocer muchas realidades de la iglesia particular de mi diócesis también me di cuenta de la importancia de sacerdotes santos que puedan ayudar al pueblo de Dios. La eucaristía era mi alimento espiritual que me ayudaba a poder servir a los demás en los diversos movimientos o pastorales de mi parroquia y a través de un discernimiento fruto de la oración decidí que el Señor me llamaba al sacerdocio e ingrese al de mi diócesis, donde curse casi dos años, hasta mi llegada a Bidasoa.
Mi llegada a Bidasoa fue inusual, fuera de los tiempos en los que suelen llegar casi todos, pero sin duda los tiempos de Dios son perfectos y Él sabe porque senderos guiarnos.
Al estar aquí he podido ver la riqueza de la Iglesia Universal, he compartido muchas experiencias con mis compañeros y son momentos en los que he disfrutado junto al Señor cada momento que nos regala.
Algo curioso de mi estancia ha sido, ser por algún tiempo el más pequeño de edad en el seminario, o el poder ayudar a los seminaristas de habla no hispana en cuestiones respecto al idioma cuando están aprendiendo.
Tal como nos enseña Jesús en el Evangelio “En esto conocerán que son mis discípulos, si se tienen amor unos con otros” (Jn 13, 35) son en esos pequeños momentos, en los que pueden parecer insignificantes en los cuales se gesta la fraternidad del seminario, y en un futuro la fraternidad sacerdotal o la donación de uno para los fieles en nuestras respectivas diócesis."
"Todo gracias a su gran colaboración para la formación de los futuros pastores de la Iglesia en diversas partes del mundo.
Agradezco a todos ustedes por su esfuerzo y dedicación constante, les pido que no dejen de rezar por las vocaciones sacerdotales y especial por esta comunidad del Seminario Internacional Bidasoa, que constantemente reza por cada uno de ustedes, con afecto y gratitud.”