La Fundación CARF y el Colegio Sacerdotal Altomonte: un vínculo vital para la formación

La Fundación CARF y el Colegio Sacerdotal Altomonte en Roma han establecido una colaboración esencial para la formación de sacerdotes. Para que los sacerdotes puedan recibir una educación universitaria de de alta calidad (licenciaturas y doctorados) en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz (PUSC), era necesario contar con alojamientos específicos donde también fomentar su formación humana y espiritual.

La unión entre la Fundación CARF y Altomonte además fortalece la misión pastoral de la Iglesia Católica en todo el mundo al cuidar a sacerdotes venidos de todas las partes del planeta.

¿Qué es la Fundación CARF?

Desde su fundación en 1989, La Fundación CARF se dedica a apoyar la formación de seminaristas y sacerdotes diocesanos y religiosos de todo el mundo, proporcionando recursos educativos y espirituales en instituciones de renombre en Roma y Pamplona.

Fundada con el objetivo de fomentar las vocaciones sacerdotales y preparar el futuro de la Iglesia, desempeña un papel crucial en el impulso de la fe católica en 131 países.

Desde el 14 de febrero de 1989, la Fundación CARF ha apoyado la formación de miles de
seminaristas y sacerdotes diocesanos y religiosos. Impulsada por el beato Álvaro del Portillo con el apoyo de san Juan Pablo II vive urgida de la necesidad de proporcionar una educación integral y de calidad a los seminaristas y sacerdotes diocesanos de la Iglesia católica

La labor de la Fundación ha crecido siempre gracias a la generosidad de donantes comprometidos con la misión de fortalecer la fe católica.

¿Qué es el Colegio Sacerdotal Altomonte?

El Colegio Sacerdotal Altomonte es una residencia y centro de formación para sacerdotes diocesanos que estudian en Roma, fundado en respuesta a un deseo de san Josemaría Escrivá de Balaguer, e impulsado por la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, este colegio, inaugurado en 2011 y ubicado cerca de la Basílica de San Pedro, busca ofrecer una formación sacerdotal integral en las dimensiones humana, espiritual, pastoral e intelectual​.

Para conseguirlo, ofrece un ambiente propicio para el crecimiento espiritual y académico, proporcionando a los futuros sacerdotes las herramientas necesarias para servir a sus comunidades con sabiduría y compasión.

Una forma especial de colaborar

La relación entre la Fundación CARF y el Colegio Sacerdotal Altomonte se basa en objetivos comunes: la formación integral de sacerdotes que sean capaces de enfrentar los desafíos pastorales contemporáneos. Los benefactores a través de la Fundación CARF apoyan a los estudiantes del Colegio sacerdotal Altomonte mediante la financiación de ayudas al estudio, asegurando que ningún seminarista se vea impedido de completar su formación debido a limitaciones financieras.

Esta colaboración ha resultado en la formación de numerosos sacerdotes que ahora sirven en diversas partes del mundo, llevando consigo los valores y conocimientos adquiridos en Roma. Este esfuerzo conjunto no solo beneficia a los sacerdotes, sino también a las comunidades a las que sirven, contribuyendo al fortalecimiento de la fe y el bienestar espiritual de los todos los católicos.

Una manera significativa en la que la Fundación CARF y el Colegio Sacerdotal Altomonte honran a sus benefactores es celebrando mensualmente una Misa en su memoria. Esta ceremonia no solo muestra gratitud, sino que también refuerza el vínculo espiritual entre los benefactores y la misión formativa de ambas instituciones.

Uno de los muchos beneficiarios de esta colaboración es Koffi Edem Amaglo, un seminarista que ha podido avanzar en su formación gracias al apoyo de la Fundación CARF. En sus propias palabras, Koffi expresa su profunda gratitud: «La formación que he recibido en Roma ha sido invaluable para mi misión pastoral. La Fundación CARF y el Colegio Sacerdotal de Altomonte han hecho posible que siga mi vocación con dedicación y esperanza».

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Capilla de la Resurrección en el Colegio Sacerdotal Altomonte.

Cómo Puedes Ayudar

Por medio de la Fundación CARF existen múltiples maneras de colaborar, desde donaciones económicas hasta la promoción de actividades de recaudación de fondos. Cada contribución ayuda a asegurar que los seminaristas y sacerdotes puedan continuar su formación sin interrupciones, lo que es vital para el futuro de la Iglesia​.

La relación entre la Fundación CARF y el Colegio Sacerdotal Altomonte es un ejemplo notable de cómo la cooperación y el apoyo mutuo pueden tener un impacto duradero en la formación de sacerdotes. Y, a través de su trabajo conjunto, aseguran que los sacerdotes de hoy estén bien preparados para guiar a la Iglesia del mañana.

Cuerpo de Cristo e Iglesia: qué es y dónde se guarda

 
El Papa Francisco nos lo explica el Cuerpo de Cristo a partir del texto de los Hechos de los Apóstoles. La conversión de Saulo, que luego se llamará Pablo: «Saulo era un perseguidor de los cristianos, pero mientras recorre el camino que conduce a la ciudad de Damasco, de repente una luz lo envuelve, cae a tierra y oye una voz que le dice: ¿Saulo, Saulo, por qué me persigues?. Él pregunta: ¿Quién eres, Señor?, y la voz responde: Yo soy Jesús, a quien tú persigues». (cfr. Hch 9,4-5):

«Esta experiencia de san Pablo nos cuenta la profundidad de la unión entre los cristianos y el mismo Cristo. Cuando Jesús ascendió al cielo, no nos dejó huérfanos, sino con el don del Espíritu Santo, la unión con Él se ha vuelto aún más intensa». 

¿Qué es Cuerpo de Cristo?

Nos referimos a el Corpus Mysticum, en latín, cuerpo místico de Cristo o Cuerpo de Cristo cuando hablamos de la Iglesia como un cuerpo único, siendo el propio Cristo su Cabeza. Como cuerpo de Cristo somos uno en Él. Es decir, caminamos conforme a sus preceptos y unidos como cristianos. En el sacramento de la eucaristía se contiene, se ofrece y se recibe al mismo Cuerpo de Cristo Nuestro Señor, por el que la Iglesia vive y crece continuamente.  

Mediante la transubstanciación, es decir por la conversión del pan y del vino en su Cuerpo y Sangre, Cristo se hace presente en este sacramento. Este es el sacrificio eucarístico, misterio y memorial de la muerte y resurrección del Señor, en el cual se perpetúa a lo largo de los siglos el sacrificio de la cruz, que es el centro de la vida cristiana.

Con la Eucaristía damos significado y somos pueblo de Dios y llevamos a término la edificación del Cuerpo de Cristo e Iglesia. Las sencillas ofrendas de pan y vino, puestas en las manos del Señor, se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. El sacerdote invoca al Espíritu Santo para que descienda sobre estos dones y también haga presente a Cristo entre nosotros. En cada Misa, junto a este pan y vino, le presentamos también a Dios, de manera simbólica, algo de nosotros mismos.

Cuerpo de Cristo e Iglesia: qué es, oración y dónde se guarda – CARF

Ser parte de la Iglesia "quiere decir estar unidos a Cristo y recibir de Él la vida divina que nos hace vivir como cristianos, significa permanecer unidos al Papa y a los Obispos que son instrumentos de unidad y de comunión, y también significa aprender a superar personalismos y divisiones, entenderse mejor, armonizar la variedad y las riquezas de cada uno; en una palabra: a querer más a Dios y a las personas que están junto a nosotros".  Audiencia General Papa Francisco.

Cuerpo de Cristo e Iglesia

"Y este cuerpo tiene una cabeza, Jesús, que lo guía, lo alimenta y lo sostiene. Este es un punto que quiero destacar: si se separa la cabeza del resto del cuerpo, la persona no puede sobrevivir. Así es en la Iglesia: debemos permanecer unidos cada vez más profundamente a Jesús. Pero no sólo eso: como en un cuerpo, es importante que corra la savia vital para que viva, así debemos permitir que Jesús obre en nosotros, que su Palabra nos guíe, que su presencia en la Eucaristía nos alimente, nos anime, que su amor dé fuerza a nuestro amar al prójimo. ¡Y esto siempre, siempre, siempre!.

Aquí vengo a un segundo aspecto de la Iglesia como Cuerpo de Cristo. San Pablo dice que como los miembros del cuerpo humano, aunque diferentes y numerosos, forman un solo cuerpo, así nosotros fuimos todos bautizados mediante un solo Espíritu en un solo cuerpo.

Los conflictos, si no se superan bien, nos separan, nos separan de Dios. El conflicto puede ayudarnos a crecer, pero también nos puede dividir. Nosotros no vamos por el camino de las divisiones, de la lucha entre nosotros, ¡no! Todos unidos, todos unidos con nuestras diferencias, pero unidos, unidos siempre, ¡que ese es el camino de Jesús!

La unidad es superior a los conflictos, la unidad es una gracia que debemos pedir al Señor para que nos salve de las tentaciones, de las divisiones, de las luchas entre nosotros y del egoísmo, de los chismes".  Catequesis del Papa 19 junio 2013.

Oración al Cuerpo de Cristo

Ayúdanos, Señor, a ser miembros del Cuerpo de la Iglesia siempre profundamente unidos a Cristo; ayúdanos a no hacer sufrir el Cuerpo de la Iglesia con nuestros conflictos, nuestras divisiones, nuestros egoísmos; ayúdanos a ser miembros vivos vinculados entre sí por una sola fuerza, la del amor, que el Espíritu Santo derrama en nuestros corazones.

Papa Francisco.

Cuerpo de Cristo e Iglesia: qué es, oración y dónde se guarda – CARF

«Los miembros del cuerpo de Cristo siguen a Cristo, el cual es la cabeza de todos» (Efesios 1:22-23).

¿Dónde se guarda el cuerpo de cristo?

Cada vez que el sacerdote en la Santa Misa reza las palabras de la Consagración, se realiza el milagro de la Eucaristía; lo que antes era pan y vino ahora, bajo esa apariencia, está en Cuerpo y la Sangre de Cristo.

El sagrario es el lugar en que se reserva la santísima Eucaristía, Cuerpo de Cristo consagrado. Generalmente solo hay uno en cada iglesia u oratorio. Está colocado cerca del altar, en un lugar destacado, resguardado y apropiado para la oración. Un rincón que se identifica fácilmente por cualquier cristiano que entra en la Iglesia.

Ante el sagrario en el que está custodiado el Cuerpo de Cristo, ha de lucir constantemente una lámpara especial, con la que se indique y honre su presencia.

Guardamos el sagrado cuerpo de Cristo dentro de la Iglesia en un lugar inamovible, hecho de materia sólida no transparente, y cerrado, de manera que se evite al máximo el peligro de profanación.


Bibliografía

Catequesis del Papa del 19 de junio 2013.
OpusDei.org.
Catecismo de la Iglesia Católica.

Corpus Christi 2024: significado y qué se celebra

¿Qué es el día del Corpus Christi?

El Corpus Christi, en latín, Cuerpo de Cristo, es una de las festividades de la Iglesia Católica más importantes porque celebramos la presencia de Cristo en la eucaristía. Ese día, los fieles aclamamos la institución de la eucaristía, que tuvo lugar el Jueves Santo, durante la última cena. Cuando Jesucristo convirtió el pan y el vino en su cuerpo y sangre, e invitó a los apóstoles a comulgar con él.

Proclamamos y reforzamos nuestra fe en la presencia de Jesucristo en el Santísimo Sacramento, dándole pública adoración. Es por ello que las celebraciones de la fiesta del Corpus incluyen procesiones en las calles y lugares públicos en las cuales, el cuerpo de Cristo, es exhibido y acompañado por multitudes de fieles.

¿Cuándo es?

El Corpus Christi, es una festividad móvil de la religión católica, contemplada en el calendario litúrgico. Como tal, se celebra sesenta días después del Domingo de Resurrección. Se celebra el jueves siguiente a la solemnidad de la Santísima Trinidad, la cual se lleva a cabo el domingo siguiente a Pentecostés.

Así, la fiesta de Corpus es el jueves siguiente al noveno domingo después de la primera luna llena de primavera en el hemisferio norte, y de otoño, en el sur. El Corpus Christi 2024 se celebrará este jueves 30 de mayo.

Corpus Christi, su significado

¿Qué es el Corpus Christi y cuál es su finalidad? San Josemaría Escrivá de Balaguer nos recuerda que en la fiesta del Corpus, los cristianos meditamos juntos la profundidad del amor del Señor, que le ha llevado a quedarse oculto bajo las especies sacramentales.

«Me gustaría que, al considerar todo eso, tomáramos conciencia de nuestra misión de cristianos, volviéramos los ojos hacia la Sagrada Eucaristía, hacia Jesús que, presente entre nosotros, nos ha constituido como miembros suyos, vosotros sois el cuerpo de Cristo y miembros unidos a otros miembros. Nuestro Dios ha decidido permanecer en el Sagrario para alimentarnos, para fortalecernos, para divinizarnos, para dar eficacia a nuestra tarea y a nuestro esfuerzo. Jesús es simultáneamente el sembrador, la semilla y el fruto de la siembra: el Pan de vida eterna».

Y continua: «Este milagro, continuamente renovado, de la Sagrada Eucaristía, tiene todas las características de la manera de actuar de Jesús. Perfecto Dios y perfecto hombre, Señor de cielos y tierra, se nos ofrece como sustento, del modo más natural y ordinario. Así espera nuestro amor, desde hace casi dos mil años. Es mucho tiempo y no es mucho tiempo: porque, cuando hay amor, los días vuelan».

«Para mí el Sagrario ha sido siempre Betania, el lugar tranquilo y apacible donde está Cristo».

Homilía sobre la devoción al Santísimo Sacramento, del 28 de mayo de 1964. San Josemaría en la fiesta del Corpus Christi.

Origen de la fiesta del Corpus Christi

La celebración surgió durante el siglo XIII. En la Abadía de Cornillón, su priora, santa Juliana, tenía gran devoción por el Santísimo Sacramento. Un día obtuvo permiso para hacer una celebración especial en su honor que pronto se extendió a toda Alemania.

Así, la primera celebración del Corpus tuvo lugar en 1246 en la ciudad de Lieja, en la actual Bélgica.

Casi 20 años después, en 1263. En la ciudad de Bolsena (Italia), se produjo el llamado milagro de Bolsena, donde un sacerdote, que celebraba la Santa Misa, al pronunciar éste las palabras de consagración, de la sagrada hostia comenzó a brotar sangre.

El papa Urbano IV instituyó la fiesta del Corpus en 1264 se través de la bula Transitururs de hoc mundo, donde se establecía que se celebrara el jueves después de la octava de Pentecostés.

Es por ello por lo que el Corpus Christi no se celebra siempre el mismo día. El día de la celebración siempre era en jueves, pero, a partir de 1990, al dejar de ser festivo este día, se trasladó la festividad al domingo. De hecho, pese a que la solemnidad litúrgica sea el domingo, diversas localidades celebran todavía la procesión el jueves. La de Toledo, en España, es de las más espectaculares y cuidadas procesiones. 

Para tal solemnidad le fue encargado a santo Tomás de Aquino la preparación de los textos para el Oficio y Santa Misa del día, incluyéndose himnos como el Pange Lingua, como el Tantum Ergo, el Panis angélicus o el Adoro te devote.

Más tarde, en el Concilio de Vienne de 1311 el papa Clemente V regula el cortejo procesional en el interior de los templos, y será el papa Nicolás V quién realizará, en el año 1447, la procesión con el Santísimo Sacramento por las calles de Roma.

Posteriormente, el Concilio de Trento, celebrado 1551 se aprobó el decreto Sobre el Santísimo Sacramento de la Eucaristía. En él, se reconoce la importancia de celebrar y venerar el Santísimo Sacramento del altar durante la fiesta del Corpus.

«Ensanchemos nuestro corazón». 

Papa Francisco, Fiesta del Corpus Christi de 2021.

Las procesiones

«Como celebración peculiar de esta solemnidad, está la procesión nacida de la piedad de la Iglesia; en ella el pueblo cristiano, llevando la Eucaristía, recorre las calles con un rito solemne, con cantos y oraciones, y así rinde público testimonio de fe y piedad hacia este sacramento». Canon 386 del Ceremonial de los Obispos.

Aunque la bula no hablaba de ningún desfile, pronto se empezó a coronar la fiesta con una procesión en la que se saca a la calle la hostia consagrada en una custodia. Las primeras procesiones se celebraron en Colonia (Alemania), París (Francia) y las ciudades italianas de Génova, Milán y Roma. En España, las procesiones de Ponteareas y Toledo son de Interés Turístico internacional.

Corpus Christi en España

En nuestro país, la celebración del Corpus ha tenido y tiene especial arraigo. Numerosas ciudades lo celebran con solemnidad, a la procesión con el Santísimo se unen festejos populares que hacen de esta fiesta un momento muy importante del año.

La procesión reviste especial solemnidad las calles, se engalanan con adornos en balcones y alfombras de plantas aromáticas; se levantan altares en el recorrido de la procesión, incluso las paredes de las catedrales se revisten de tapices.

Acompañando al Santísimo van los miembros del clero, los fieles y hermanos de cofradías y hermandades, los miembros de la Adoración Nocturna, los niños que han recibido la Primera Comunión ese año y, junto a todos ellos, las autoridades civiles y militares, e incluso las instituciones académicas.

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Corpus Christi en Sevilla y Guadix

En algunas ciudades como Sevilla o Guadix (Granada) estarán presentes también los seises, un grupo de niños que danzan delante del Santísimo durante la procesión.

Una vez más, el arte popular se hace presente por medio de múltiples elementos en torno a esta solemnidad, especialmente por las custodias. Esta pieza, realizada en oro, plata u otro metal noble, sirve para colocar en ella al Santísimo Sacramento y ser expuesto así para la veneración y adoración de los fieles. Muchas de ellas están enmarcadas en un templete o trono que facilita su traslado en la procesión. Son elementos de gran valor artístico y material, destacando entre muchas, las de Toledo, Córdoba, Sevilla y Baeza.

Como curiosidad hay una ciudad con ese nombre en Estados Unidos: Corpus Christi, Texas.


Bibliografia

OpusDei.org
Turismocastillalamancha.es
Diocesisdehuelva.es
Catedraldesantiago.es

¿Quién es el Espíritu Santo y cuáles son sus dones? Invocación al Espíritu Santo

 
Los cristianos en el Credo profesamos la fe en el Espíritu Santo, que es Dios, «Señor y dador de vida». Él es la fuente inagotable de la vida divina en nosotros. Él es «el agua viva» que Jesús prometió a la Samaritana para saciar para siempre la sed, para colmar los anhelos más profundos y más altos del corazón humano. Porque Jesús ha «venido para que tengan vida y la tengan abundante» (Jn 10,10)

¿Quién es el Espíritu Santo?

El Espíritu Santo que es una de las tres personas de la Santísima Trinidad. Procede del Padre y del Hijo. Cristo lo ha derramado en nuestro corazón, para hacernos hijos de Dios y para que nuestra vida sea guiada, animada y alimentada por él.

Esto es precisamente lo que entendemos al decir que el cristiano es un hombre espiritual: una persona que piensa y actúa siguiendo al Espíritu Santo que es su inspiración.

Pero al adorar a la Santísima Trinidad vivificante, consubstancial e indivisible, la fe de la Iglesia profesa también la distinción de las Personas. Cuando el Padre envía su Verbo, envía también su Aliento: misión conjunta en la que las personas de la Santisima Trinidad son distintas pero inseparables. Sin ninguna duda, Cristo es quien se manifiesta, imagen visible de Dios invisible, pero es el Espíritu Santo quien lo revela. Catecismo de la Iglesia Católica 687-689

La venida de Espíritu Santo

Lo narra san Lucas en los Hechos de los Apóstoles, en los capítulos 1 y 2. Antes de la Ascensión, Jesús había mandado a los discípulos “que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, -les dijo- pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días. Cuando haya venido sobre vosotros, seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta los confines de la tierra”.

Unos días después, sigue narrando san Lucas, "cuando estaban todos juntos, de repente, vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y se llenaron todos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas”.

En este día se revela plenamente la Santísima Trinidad y a partir de ese momento el Reino anunciado por Cristo está abierto a todos los que creen en Él.

La misión del Espíritu Santo

Jesús no revela plenamente el Espíritu Santo hasta después de su Resurrección. Sin embargo, lo sugiere poco a poco, incluso en su enseñanza a la muchedumbre, cuando revela que su Carne será alimento para la vida del mundo. Lo sugiere también a Nicodemo, a la Samaritana y a los que participan en la fiesta de los Tabernáculos.

A sus discípulos les habla de él abiertamente apropósito de la oración: lo recoge san Lucas en el versículo 11 de su Evangelio: "Si vosotros que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan”.

Y cuando les explica el testimonio que tendrán que dar dice: "Cuando seáis arrestados, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni cómo habéis de hablar. Llegado ese momento, se os comunicará lo que tengáis que decir. Pues no series vosotros los que hablareis, sino el Espíritu del Padre el que hablará por vosotros”. Catecismo de la Iglesia Católica 689-690

El Paráclito que es Dios mismo que se entrega a nosotros para hacernos partícipes de su naturaleza divina. Actúa en nosotros dándonos consolación interior, que podemos experimentar como aumento de fe, esperanza, caridad, paz o alegría que nos atrae hacia Él.

"Nadie puede decir: '¡Jesús es Señor!' sino por influjo del Espíritu Santo", dice san Pablo en la Epístola a los Corintios. Y en la Epístola a los Gálatas: "Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama ¡Abbá, Padre!".

María-Santísima-esposa-del-Espíritu-Santo

El Espíritu Santo y la Virgen María

Él preparó a María con su gracia. María, "llena de gracia" la Madre de Aquel en quien "reside toda la plenitud de la divinidad corporalmente".

En María la Divina Gracias realiza el designio benevolente del Padre. La Virgen concibe y da a luz al Hijo de Dios por obra del Espíritu Santo. Su virginidad se convierte en fecundidad única por medio del poder del Espíritu y de la fe.

En fin, por medio de María, el Espíritu Santo comienza a poner en comunión con Cristo a los hombres "objeto del amor benevolente de Dios". Catecismo de la Iglesia Católica 721-726

El Espíritu Santo en la vida del cristiano

El conocimiento de fe no es posible sino en la Divina Gracia. Para entrar en contacto con Cristo, es necesario primeramente haber sido atraído por la Divina Gracia. Él, con la Trinidad Beatísima viene a inhabitar en el alma por el sacramento del Bautismo. El Espíritu Santo con su gracia es el "primero" que nos despierta en la fe y nos inicia en la vida nueva que supone conocer al único Dios verdadero, y a su enviado, Jesucristo. Catecismo de la Iglesia Católica 737-742

No se puede vivir una vida cristiana sin la Divina Gracia, pues es nuestro compañero y protagonista de nuestras vidas, aseguró el Papa Francisco durante la homilía en la capilla de la Casa de Santa Marta.

“No se puede caminar en una vida cristiana sin el Espíritu Santo”, ha señalado el Papa Francisco, y ha añadido que pidamos al Señor la gracia de entender dicho mensaje, porque “Él es nuestro compañero en el camino”.

El Santo Padre explica que sin el Espíritu Santo que es la fuerza no podemos hacer nada: el Espíritu “nos hace resucitar de nuestros límites, de nuestros muertos, porque tenemos tantas, tantas necrosis en nuestra vida, en nuestra alma”. Por tanto es necesario que los cristianos le hagamos un sitio en nuestra existencia.

Además, el Papa subrayó que una vida cristiana que no reserva espacio para el Espíritu Santo ni se deja guiar por Él “es una vida pagana, disfrazada de cristiana. Él es el protagonista de la vida cristiana, el Espíritu que está con nosotros, nos acompaña, nos transforma, nos vence”.

Francisco ha hecho un llamo en Santa Marta para que todos los católicos seamos conscientes “de que no podemos ser cristianos sin caminar con el Espíritu Santo, sin actuar con Él, sin dejar que Él sea el protagonista de nuestras vidas”.

 
 
 

El Papa Francisco explica la fe en el Espíritu Santo. 
Audiencia general: Catequesis del papa Francisco en el Año de la Fe.

Los símbolos del Espíritu Santo en la Iglesia

El agua del Bautismo significa la acción del la Divina Gracias en el alma.

El fuego porque en forma de lenguas "como de fuego" se posó el Espíritu sobre los discípulos la mañana de Pentecostés y los llenó de El.

La Paloma porque cuando Cristo sale del agua de su bautismo, el Espíritu Santo, en forma de paloma, baja y se posa sobre Él.

Una invocación al Espíritu Santo

El término "Espíritu" traduce el término hebreo Ruah, que en su primera acepción significa soplo, aire, viento.

Jesús, cuando anuncia y promete la Venida del Espíritu Santo, le llama el "Paráclito" que se traduce habitualmente por "Consolador". También lo llama "Espíritu de Verdad".

San Pablo se refiere a Él como el Espíritu de la promesa, el Espíritu de adopción, el Espíritu de Cristo, el Espíritu del Señor, el Espíritu de Dios, y en San Pedro, el Espíritu de gloria.

Por otra parte, la iglesia considera Espíritu y Santo como atributos divinos comunes a las Tres Personas divinas. Pero, uniendo ambos términos, la Escritura, la liturgia y el lenguaje teológico designan la persona inefable del Paráclito, sin equívoco posible con los demás. El misterio de la cruz de Cristo y con ello el sentido cristiano del sufrimiento, se iluminan al considerar que es el Espíritu Santo el que nos une en el Cuerpo místico (la Iglesia)

En 1971 San Josemaría compuso la invocación a la Divina Gracia, que después se ha renovado cada año en todos los centros del Opus Dei en la solemnidad de Pentecostés.

Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles,
y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Envía tu Espíritu Creador
y renueva la faz de la tierra.

Oh Dios,
que has iluminado los corazones de tus hijos
con la luz del Espíritu Santo;
haznos dóciles a sus inspiraciones
para gustar siempre el bien
y gozar de su consuelo.

Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Los dones del Espíritu Santo

Los dones del Espíritu Santo infundidos en el alma del cristiano llevan a la perfección las virtudes y hacen a los fieles dóciles para seguir con prontitud y amor, en su actuar diario, las inspiraciones divinas. Catecismo de la Iglesia Católica 1830-1831. Sus dones vienen dados con el Sacramento del Bautismo y se refuerzan en la Confirmación, pero debemos desarrollarlos durante toda nuestra vida cristiana.

De acuerdo con el Catecismo de la Iglesia Católica, los sus dones son siete: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Estos sostienen la vida moral del cristiano y lo hacen dócil y sensible a la voluntad de Dios.

San Pablo dice que la existencia del cristiano es animada por la Divina Gracia y rica de sus frutos, que son: «Amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí» (Ga 5,22-23).

El don precioso del Espíritu Santo es la vida misma de Dios, en cuanto verdaderos hijos suyos por su adopción.

"Frecuenta el trato del Espíritu Santo...No olvides que eres templo de Dios. El Paráclito está en el centro de tu alma: óyele y atiende dócilmente sus inspiraciones."

Camino, 57, san Josemaría.

Don de Consejo

En el momento en el que lo acogemos y lo albergamos en nuestro corazón, el Espíritu Santo comienza a hacernos sensibles a su voz y a orientar nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras intenciones según el corazón de Dios.

Nos conduce a dirigir nuestra mirada interior hacia Jesús, como modelo de nuestro modo de actuar y de relacionarnos con Dios Padre y con nuestros hermanos.

Don de Entendimiento

Este don del Espíritu Santo está relacionado con la fe. Cuando el Espíritu Divino habita en nuestro corazón e ilumina nuestra mente, nos hace crecer día a día en la comprensión de lo que el Señor ha dicho y ha realizado.

Comprender las enseñanzas de Jesús, comprender el Evangelio, comprender la Palabra de Dios.

Don de Sabiduría

La sabiduría como la gracia de poder ver cada cosa con los ojos de Dios: ver el mundo, ver las situaciones, las ocasiones, los problemas, todo, con los ojos de Dios.

Don de Fortaleza

Son muchos los hombres y mujeres que honran a nuestra Iglesia, porque son fuertes al llevar adelante su vida, su familia, su trabajo y su fe. Demos gracias al Señor por estos cristianos que viven una santidad oculta: es el Espíritu Santo quien les conduce.

Don de Ciencia

En el Génesis se pone de relieve que Dios se complace de su Creación, subrayando repetidamente la belleza y la bondad de cada cosa. Al término de cada jornada, está escrito: Y vio Dios que era bueno.

Si Dios ve que la Creación es una cosa buena, es algo hermoso, también nosotros debemos asumir esta actitud. He aquí el don de ciencia que nos hace ver esta belleza; alabemos a Dios, démosle gracias por habernos dado tanta belleza.

Don de Piedad

Este don indica nuestra pertenencia a Dios y nuestro vínculo profundo con Él, un vínculo que da sentido a toda nuestra vida y que nos mantiene firmes, en comunión con Él, incluso en los momentos más difíciles y tormentosos.

Se trata de una relación vivida con el corazón: es nuestra amistad con Dios, que nos dona Jesús, una amistad que cambia nuestra vida y nos llena de entusiasmo, de alegría.

Don de Temor de Dios

Es el don del Espíritu que nos recuerda cuán pequeños somos ante Dios y su amor, y que nuestro bien está en abandonarnos con humildad, con respeto y confianza en sus manos. Esto es el temor de Dios: el abandono en la bondad de nuestro Padre que nos quiere mucho.

Acudamos al Espíritu Santo

Es el guía que nos conduce por la senda del bien en la vida cotidiana es el Espíritu Santo. Dependemos de su obra para vivir según la Palabra, para comprenderla, para orientar nuestro caminar en la senda de la santidad, para actuar con justicia. Él nos llena de amor, de paciencia, de paz, de alegría, de bondad, de mansedumbre, de benignidad, nos da la fe.


Bibliografía

Catecismo de la Iglesia Católica.
OpusDei.org.
RomeReports

Mayo es el mes de la Virgen María: conoce por qué

La Iglesia concede este mes a María para conocerla y amarla más. En Europa, mayo es el mes de las flores, de la primavera.  Este es un mes ideal para estar al aire libre, rodeado de la belleza de la naturaleza. Precisamente por esto, todo lo que nos rodea nos debe recordar a nuestro Creador, este mes se lo dedicamos a la santísima Virgen María, alma delicada que ofreció su vida al cuidado y servicio de Jesucristo, nuestro redentor.

"De una manera espontánea, natural, surge en nosotros el deseo de tratar a la Madre de Dios, que es también Madre nuestra. De tratarla como se trata a una persona viva: porque sobre Ella no ha triunfado la muerte, sino que está en cuerpo y alma junto a Dios Padre, junto a su Hijo, junto al Espíritu Santo. Para comprender el papel que María desempeña en la vida cristiana, para sentirnos atraídos hacia Ella, para buscar su amable compañía con filial afecto, no hacen falta grandes disquisiciones, aunque el misterio de la Maternidad divina tiene una riqueza de contenido sobre el que nunca reflexionaremos bastante."
Es Cristo que pasa, 142

María, signo del amor de Dios. ¿por qué mayo es el mes de la virgen?

Esta costumbre cristiana lleva dos siglos en vigor y coincide con el comienzo de la primavera y el fin del invierno. El "triunfo de la vida" que simboliza la primavera es uno de los motivos por los que se sitúa en mayo el mes de la Virgen, Madre de la Vida, de Jesús. Esa belleza de la naturaleza también nos habla de María, de su belleza interior y de su virtud.

En la antigua Grecia, el mes mayo era dedicado a Artemisa, la diosa de la fecundidad. Algo similar sucedía en la antigua Roma pues mayo era dedicado a Flora, la diosa de la vegetación. En aquella época celebraban los ludi florals o los juegos florales a finales de abril y pedían su intercesión.

Posteriormente, en la época medieval abundaron costumbres similares, todo centrado en la llegada del buen tiempo y el alejamiento del invierno. El 1 de mayo era considerado como el apogeo de la primavera.

Antes del siglo XII se celebraba la fiesta de "La devoción de los treinta días a María" o Tricesimum, que tenía lugar entre la segunda quincena de agosto y los primeros 14 días de septiembre.

La idea del mes de mayo, mes de María se remonta al tiempo barroco o siglo XVII. Este incluía treinta ejercicios espirituales diarios en honor a la Madre de Dios. Esta costumbre se extendió sobre todo durante el siglo XIX y se practica hasta hoy, haciendo que esta celebración cuente con devociones especiales organizadas cada día durante todo el mes.

Festejar este mes de mayo es más que una tradición cristiana, es un homenaje y una acción de gracias hacia quien es Nuestra Madre. Se le pueden ofrecer muchas y variados detalles. Entre los más comunes están, la oración en familia, el rezo del Rosario, las ofrendas florales y la meditación de sus dogmas.

 
 

Mayo mes de la Virgen María: El Fundador del Opus Dei explica cómo puede ser nuestro amor a la Virgen.

La devoción a la Virgen María en el mes de mayo

Las formas en que María es honrada en mayo son tan variadas como las personas y las costumbres de quienes la honran. Es común que las parroquias tengan en mayo un rezo diario del Santo Rosario y muchas erijan un altar especial con una estatua o imagen de María.

Además, se trata de una larga tradición el coronar su estatua, una costumbre conocida como la Coronación de Mayo. A menudo, la corona está hecha de hermosas flores que representan la belleza y la virtud de María y también es un recordatorio a los fieles para esforzarse en imitar sus virtudes. Esta coronación es en algunas áreas una gran celebración y, por lo general, se lleva a cabo fuera de la Misa.

Los altares y coronaciones en este mes no son solo privilegios de la parroquia. En los hogares también se puede participar plenamente en la vida de la Iglesia. Debemos darle un lugar especial a María no porque sea una tradición o por las gracias especiales que se pueden obtener, sino porque María es nuestra Madre, la madre de todo el mundo y porque se preocupa por todos nosotros, intercediendo incluso en los asuntos más pequeños.

¿Cómo se comportan un hijo con su madre?

“¿Cómo se comportan un hijo o una hija normales con su madre? De mil maneras, pero siempre con cariño y con confianza. Con un cariño que discurrirá en cada caso por cauces determinados, nacidos de la vida misma, que no son nunca algo frío, sino costumbres entrañables de hogar, pequeños detalles diarios, que el hijo necesita tener con su madre y que la madre echa de menos si el hijo alguna vez los olvida: un beso o una caricia al salir o al volver a casa, un pequeño obsequio, unas palabras expresivas."

"En nuestras relaciones con Nuestra Madre del Cielo hay también esas normas de piedad filial, que son el cauce de nuestro comportamiento habitual con Ella. Muchos cristianos hacen propia la costumbre antigua del escapulario; o han adquirido el hábito de saludar —no hace falta la palabra, el pensamiento basta— las imágenes de María que hay en todo hogar cristiano o que adornan las calles de tantas ciudades; o viven esa oración maravillosa que es el santo rosario, en el que el alma no se cansa de decir siempre las mismas cosas, como no se cansan los enamorados cuando se quieren, y en el que se aprende a revivir los momentos centrales de la vida del Señor; o acostumbran dedicar a la Señora un día de la semana —precisamente este mismo en que estamos ahora reunidos: el sábado—, ofreciéndole alguna pequeña delicadeza y meditando más especialmente en su maternidad.” San Josemaría. Es Cristo que pasa, 142.

mayo mes de la virgen maría

Manifestar el amor a María

"Hay muchas otras devociones marianas que no es necesario recordar aquí ahora. No tienen por qué estar incorporadas todas a la vida de cada cristiano —crecer en vida sobrenatural es algo muy distinto del mero ir amontonando devociones—, pero debo afirmar al mismo tiempo que no posee la plenitud de la fe quien no vive alguna de ellas, quien no manifiesta de algún modo su amor a María.

"Los que consideran superadas las devociones a la Virgen Santísima, dan señales de que han perdido el hondo sentido cristiano que encierran, de que han olvidado la fuente de donde nacen: la fe en la voluntad salvadora de Dios Padre, el amor a Dios Hijo que se hizo realmente hombre y nació de una mujer, la confianza en Dios Espíritu Santo que nos santifica con su gracia. Es Dios quien nos ha dado a María, y no tenemos derecho a rechazarla, sino que hemos de acudir a Ella con amor y con alegría de hijos. San Josemaría. Es Cristo que pasa, 142

¿Quieres amar a la Virgen? —Pues, ¡trátala! ¿Cómo? —Rezando bien el Rosario de nuestra Señora.
San Josemaría.

Para aprovechar el mes de mayo

La Santísima Virgen María nos cuida siempre y nos ayuda en todo lo que necesitemos. Ella nos ayuda a vencer la tentación y conservar el estado de gracia y la amistad con Dios para poder llegar al Cielo. María es la Madre de la Iglesia.

María era una mujer de profunda vida de oración, vivía siempre cerca de Dios. Era una mujer sencilla; generosa, se olvidaba de sí misma para darse a los demás; tenía gran caridad, amaba y ayudaba a todos por igual; era servicial, atendía a José y a Jesús con amor; vivía con alegría; era paciente con su familia; sabía aceptar la voluntad de Dios en su vida. Todas estas virtudes son ejemplo de vida para nosotros los cristianos, queremos vivir como dignos hijos suyos por eso seguimos su ejemplo.

¿Qué se acostumbra hacer este mes?

Recordar las apariciones de la Virgen. Son muchas y todas muy especiales. La Virgen María entrega su mensaje directamente, todos, están relacionados con el amor que Ella nos tiene a todos nosotros, sus hijos.

Reflexionar en las principales virtudes de la Virgen María.

  • Su inmaculada concepción: la Virgen María nació sin pecado original porque iba a ser madre de Cristo.
  • Como vivió su maternidad divina: María es madre de Jesucristo, en la tierra. ¿Cómo era un día en el vida de la Virgen?
  • Su perpetua virginidad: María concibió por obra del Espíritu Santo.
  • La Asunción de la Virgen a los cielos: Ella, al final de su vida, fue subida en cuerpo y alma al Cielo.

Vivir una devoción real y verdadera a María. Mirar a María como a una madre. Hablarle de todo lo que nos pasa: lo bueno y lo malo. Saber acudir a ella en todo momento. Meditar los 7 dolores de la Virgen, esos momentos de la vida de la Virgen María en donde estaba unida a Jesús de un modo particular y que le permitió compartir la profundidad del dolor de su Hijo y el amor de su sacrificio.

Imitar sus virtudes: Esta es la mejor manera de demostrarle nuestro amor. Demostrarle nuestro cariño: Hacer lo que ella espera de nosotros y recordarla a lo largo del día.

Confiar plenamente en ella: Porque es La Virgen María quien intercede ante Jesús por nuestras dificultades. Todas las gracias que Jesús nos da, pasan por las manos de María.

Varias oraciones Marianas

Tratar a María es una buena forma de acercarse a su Hijo. Realizar oración en familia, especialmente las oraciones dedicadas a la Santisima Virgen María.

Los cristianos contamos con bellas oraciones desdicadas a la Virgen María, también son muchas las canciones para honrarla, que nos ayudan a recordar el inmenso amor de nuestra madre a nosotros, sus hijos.

  • Rezar con el corazón, solos o en compañía, el Santo Rosario. Meditando los misterios que recorren muchos de los momentos importantes de María:
    Misterios Gozosos: Lunes y sábados
    Misterios Dolorosos: Martes y viernes
    Misterios Luminosos: Jueves
    Misterios Gloriosos: Domingos y miércoles

Rezar el Ángelus (que se acostumbra a rezar a mediodía),el Regina Coeli o la Consagración a María. Entre otras oraciones. También puedes dedicar una Novena a la Virgen para pedirle un favor especial o darle las gracias.


Bibliografía:

OpusDei.org

9 puntos de educación de la moral cristiana

El Catecismo de la Iglesia Católica explica que la moral cristiana responde a la vocación del hombre: la vida en el espíritu. Ahí se pone de relieve a la vez la alegría y las exigencias que comporta este camino a la vida y a nuestra educación moral.

La educación para la moral cristiana forma parte de la catequesis en su sentido originario como formación de la vida cristiana en todas las edades y no solo para los niños. La moral cristiana tiene unas características que se deducen no solo de la ética o moral racional, sino también específicamente del anuncio de Cristo (kerygma) y del Reino de Dios a través de la misión de la Iglesia (1).

Las características de la educación moral cristiana, según las expone el Catecismo de la Iglesia Católica (nn. 1691-1698), pueden resumirse en los siguientes puntos:

Vida nueva en Cristo por el Espíritu Santo

1. La educación de la fe para la vida en Cristo. Esa vida es participación de la vida misma de Dios, gracias al Espíritu Santo, que es "Espíritu de Cristo". La obra de Cristo nos cura y restituye la imagen y semejanza de Dios perdida por el pecado. 

A partir del bautismo, que nos hace abandonar el “hombre viejo” y renacer en Cristo, tenemos la semilla de una vida humana plena –lo que llamamos vida de la gracia–, que tiene sus propias reglas y normas. Por eso la pila bautismal presenta a veces la forma de un útero materno: el bautismo nos hace renacer con Cristo en el seno de la Iglesia.

2. La educación de la moral cristiana destaca, por tanto, el papel del Espíritu Santo, consolador y huésped del alma, luz y origen de sus dones que elevan la naturaleza humana al orden de la gracia. Es realmente una vida nueva en Cristo por el Espíritu Santo, una vida que es participación de la vida divina, una “vida deiforme”.

Para ello el Espíritu Santo otorga sus dones (sabiduría y entendimiento, consejo y fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios) que abrazan todo nuestro ser, elevando la naturaleza al orden de la gracia. Estos dones producen los “frutos del Espíritu” (“caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad” (Ga 5, 22-23, edición Vulgata, Catecismo de la Iglesia Católica, 1832) y las obras que corresponden a las bienaventuranzas (ver más adelante).

Educación para la vida de la gracia y las bienaventuranzas

3. Como estamos viendo, la educación moral cristiana es educación para la vida de la gracia, y no solo para un comportamiento ético a nivel racional. El horizonte de la vida cristiana es el de la configuración con Cristo, esto es interiormente “hacerse a la forma” de Cristo. En otras palabras, la plenitud de la vida moral es la santidad, en unión con la voluntad de Dios.

Para esto el cristiano “pierde la propia vida” por Jesús, secundando la obra redentora de la Trinidad que se nos da por entero. Todo esto sucede a partir del bautismo, que nos inserta en la dinámica del Espíritu Santo: una dinámica de amor, que lleva a querer ardientemente el bien y no cualquier bien, sino el bien en la perspectiva de la vida de Cristo. La vida de la gracia se desarrolla a partir del bautismo, con los sacramentos, la oración y todo el obrar del cristiano.

4. La educación moral cristiana es también una educación sobre las Bienaventuranzas. El justo (o el santo) es feliz con la felicidad que proviene de adherirse a Dios. El verdadero discípulo es el que escoge libremente este camino de las bienaventuranzas, que son el “rostro de Cristo”.

Son garantía de una felicidad “paradójica”, pues no solo ofrecen la felicidad al hombre, sino que la garantizan para los pobres de espíritu, los mansos y los afligidos, los hambrientos de justicia y los misericordiosos, los hacedores de la paz y los perseguidos por causa de Cristo (cf. Mt 5, 3-11).

Educación sobre el pecado y sobre el perdón

5. La educación moral cristiana es una educación sobre el pecado Educación sobre el pecado y sobre el perdóny sobre el perdón. El pecado es perdición porque supone, desde el corazón del hombre, una ofensa a Dios y al prójimo, al lesionar el orden del amor. Con el pecado vienen las “obras de la carne” (cf. Ga 5, 19-21) que se oponen a los frutos del Espíritu.

Por tanto, el pecado –y todos somos pecadores– necesita de la conversión: acogerse a la misericordia de Dios para alcanzar la salvación, que viene con el perdón de los pecados y la victoria definitiva sobre las consecuencias del pecado que son el dolor y la muerte eterna.

Nadie se salva a sí mismo, por sus propios conocimientos o esfuerzos, ni tampoco puede salvarse el hombre en conjunto con otros hombres sin contar con Dios. Acoger la misericordia de Dios nos hace misericordiosos con los demás.

Educación de las virtudes y del discernimiento

6. La educación moral cristiana es una educación de las virtudes y, con ellas, del discernimiento. Una educación de virtudes va más allá de una educación de valores, pero virtudes, valores y normas deben estar presentes en toda educación ética.

En las virtudes humanas o morales destaca la prudencia, virtud que hace de puente entre las virtudes cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza) y las teologales (fe, esperanza y caridad).

La prudencia es el fundamento de la conciencia moral (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1776 y 1794). La prudencia permite el discernimiento necesario para saber tomar las opciones adecuadas en la vida. Hace conocer y practicar el bien. La persona prudente no se contenta con que el fin de su obrar sea recto: quiere que sean también rectos los medios y el modo de actuar.

Por eso escoge también concretamente el tiempo y el lugar en que conviene obrar, evitando dar pasos inútiles o falsos. El prudente posee el equilibrio, característica inconfundible de madurez espiritual (2).
Las virtudes teologales capacitan al cristiano para participar, en su mismo obrar, de la vida trinitaria recibida como don.

Así le es posible seguir a Cristo participando de Su propia experiencia vital (“ver” espiritualmente con sus ojos, “sentir” con su corazón, “obrar” con sus actitudes). De esta manera el cristiano puede orientar toda decisión y toda acción a la luz de Dios uno y trino. Y también así las virtudes teologales informan y vivifican las virtudes morales y todo el obrar de cristiano (3).

El doble mandamiento de la caridad

7. En el centro de la educación para la “vida nueva” del cristiano se sitúa “el doble mandamiento de la caridad”, desarrollado en el Decálogo de los Mandamientos. Para Jesús, el amor a Dios y el amor al prójimo son inseparables (cf. Mc 12, 29-31) y van unidos en “el mandamiento nuevo”.

A partir de ahí, el amor ya no es solo un mandamiento, sino respuesta al amor de Dios que nos sale al encuentro. “El amor puede ser mandado porque antes es donado” (4).Más aún, para el cristiano, esa respuesta se integra en la vida de entrega de Jesús, fruto de su amor (cf. Jn 17-26).

Esto significa que la vida moral cristiana es participación del mismo amor de Jesús.  Esto es la caridad, fruto del Espíritu Santo que hace posible lo que parece humanamente imposible: amar como Jesús mismo ha amado (5)

El doble mandamiento de la caridad

8. La educación moral cristiana es una educación para la vida eucarística y su fruto que es una vida eclesial. En la Eucaristía Jesús nos hace suyos y se convierte en nuestro alimento para el camino de la vida hasta su segunda venida y para realizar la misión misma que Él ha recibido del Padre.

Solo con la Eucaristía, centro de todos los sacramentos, somos capaces de llevar adelante lo que se ha dicho hasta ahora: vivir en Cristo por el Espíritu Santo, progresar en la vida de la gracia y en el camino de las bienaventuranzas y de las virtudes, rechazar el pecado y discernir siempre el bien en el obrar, viviendo la caridad con Dios y los demás.

Puesto que la Eucaristía se recibe de la Iglesia y da como fruto nuestro crecimiento en la vida de la Iglesia, la vida moral del cristiano no se desarrolla de modo individual sino en la “comunión de los santos” que es la Iglesia.

Al participar de la vida de Cristo en la Iglesia (su Cuerpo místico), participamos también, cada uno según su vocación concreta, sus dones y sus carismas, en la misión de la Iglesia. La Iglesia es esencialmente misionera, evangelizadora, anunciadora de Cristo y “sacramento de la unidad del género humano”.

Para ello, la Iglesia camina al lado de todas las personas, especialmente de los más pobres y necesitados. Está disponible para todas sus justas exigencias o expectativas. Se preocupa por su bien, dilatando así más allá de todo límite los confines de su caridad.

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Cada cristiano está llamado, personalmente y en unión con los demás cristianos, a participar de esta vida que se entrega en unión con Cristo y por la acción del Espíritu Santo. Con todo su obrar, también en medio de la vida ordinaria, el cristiano está llamado a colaborar en la edificación del misterio de la Iglesia –que es su madre, su cuerpo y su hogar, el santo pueblo de Dios y el templo del Espíritu Santo– y en su misión evangelizadora. Como dice el Documento de Aparecida todos los cristianos somos discípulos misioneros.

9. Como conclusión, en la perspectiva del Catecismo de la Iglesia Católica, la moral cristiana es “vida nueva” en Cristo, “Camino, verdad y vida” (Jn 14, 6), centro y referente primero y último de la educación de la fe.

Para la fe cristiana, la vida plena, verdadera y eterna nace y madura en relación con el “conocimiento amoroso” de Cristo (cf. Jn 17, 3), que es la finalidad de la educación de la fe.

La visión cristiana de la persona (antropología cristiana) permite comprender y vivir la realidad de que cada persona lleva en su propio ser una llamada a realizarse a sí mismo según la imagen de Cristo. Esto significa una tensión a obrar según la verdad y el bien (7) “entrando” libremente en la vida de Cristo y participando de su propia entrega.

Desde su encuentro con Cristo y su progresiva identificación con Él, cada creyente, movido por la acción constante del Espíritu Santo, puede, a través de la propia vida anunciar al mundo la buena noticia de la salvación universal, realizada por el Señor (8).

Por eso la moral cristiana implica “vivir y sentir con la Iglesia y en la Iglesia, lo cual, en no pocas situaciones, también nos llevará a sufrir en la Iglesia y con la Iglesia” (6). Cristo en el centro de la educación moral cristiana.

Responsabilidad por la sociedad y el mundo creado

Este anuncio tiene consecuencias para las estructuras y la dinámica del mundo natural creado, que ha de ser renovado en Cristo con la colaboración de los hijos de Dios (cf. Rm 8, 19-22 y Ef 5, 9).

De ahí que un cristiano tenga una especial responsabilidad en la promoción de la paz y de la justicia, en el servicio al bien común, en la cultura de la vida y en el cuidado de la Tierra (ecología). Aquí se sitúa la educación de la doctrina social de la Iglesia y más ampliamente de la moral social.

Por tanto, todo lo que se refiere a la familia y al trabajo, la economía y la política, la comunidad humana en todos sus niveles y el medio ambiente entra a formar parte de la moral cristiana no solo por razones éticas, sino también como exigencias propias de la vocación y de la misión del cristiano, llamado a la transformación de la sociedad y del mundo creado como esbozo del Reino de Dios definitivo.

El Catecismo de la Iglesia, al concluir su introducción sobre la educación moral cristiana, recoge un texto de san Juan Eudes (s. XVII) que invita, reza y ruega para que pensemos en Jesús, de modo que podamos pensar mejor en nosotros mismos; para que conozcamos el deseo de Jesús, de manera que podamos desear lo que él quiere; y así podamos decir con el apóstol: “Para mí vivir es Cristo” (Fl 1, 21).

Bibliografía:

(1) Cf. R. Gerardi, La vocazione dell’umo: la vita nello Spirito, en R. Fisichella (a cura di), Nuovo commento teologico-pastorale [al Catecismo de la Iglesia Católica], Città del Vaticano-Milano 2017, pp. 1269-1285.
(2) Cf. Ibid., pp. 1280-1281.
(3) Cf. p. 1282.
(4) p. 1283.
(5) Cf. Ibídem.
(6) Francisco, Carta al Pueblo de Dios que peregrina en Alemania (29-VI-2019), n. 9.
(7) Cf. R. Gerardi, La vocazione dell’uomo..., pp. 1284-1285.
(8) Cf. p. 1285. 

Ramiro Pellitero Iglesias, profesor de Teología pastoral de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra.

Publicado en Iglesia y nueva evangelización.