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Desde niño sentía ese llamado, hasta jugaba a celebrar misa, pensé era una ilusión de niño, pero el Señor lo tenía todo preparado

Nombre: Rosemberg Augusto Franco Barrera
Edad: 28 años
Situación: Seminarista
Origen: Santa Rosa de Lima, Guatemala
Estudia: Teología en el Seminario Internacional Bidasoa, en Pamplona

Jesús ayúdame a enamorarme más de Ti

Rosemberg Augusto Franco Barrera es un seminarista de la Diócesis de Santa Rosa de Lima en Guatemala.

 «Han pasado ya 5 años desde que entré en el seminario allá en mi país, recuerdo muy bien que para entrar, antes pase por un tiempo de muchas dudas. Yo trabajaba en un colegio como maestro de Primaria, pero nunca dejé de asistir a Misa y a un grupo de jóvenes. Un día mientras hacía una visita al Santísimo, me encontré afuera con mi antiguo profesor de Inglés, y le sorprendió tanto que yo fuera a la Iglesia, pobre hombre, a lo mejor me portaba tan mal que le parecía raro que yo fuera a visitar a Jesús.

Este profesor me dijo “¿Qué le dice usted a Jesús en la oración?” Yo le dije muy avergonzado, “nada no sé qué decirle sólo lo veo”, y éste me dijo “dígale, Jesús ayúdame a enamorarme más de Ti”. Desde ese día mi oración siempre inicia y termina así. Esto me ayudó a escuchar más claro la llamada de Dios. 

Pasó el tiempo y a través de Facebook le escribí a mi párroco de lo que empezaba a sentir y no veía claro y así nació el acompañamiento para mi vocación, que desde muy niño sentía claro ese llamado, hasta jugaba a celebrar Misa, pero pensé era una ilusión de niño, pero el Señor lo tenía todo preparado.

En 2015 ingresé al Seminario Mayor Nacional de la Asunción, donde inicio mi formación. Debo decir que le agradezco mucho a mi madre, pues ella fue la que me acercó desde muy niño a Dios. En ella veía y veo siempre el amor grande que Dios me da, pues siempre se ha entregado a Él. Recuerdo la primera gracia que Dios me dio estando en el seminario, que mi papá pudiera amar la fe católica y a María Santísima. 

En el año 2018 culminé los estudios filosóficos, y es en este año que mi obispo me hace la invitación para realizar mis estudios en la Universidad de Navarra y la formación en el CIE Bidasoa. No niego que me dio mucho miedo al inicio el solo pensar dejar mi familia y el país que me hacía pensar que era mejor decir que no, pero veía en esta invitación un llamado de Dios a confiar más en sus planes y menos en los míos, por lo que dije a mi obispo que sí.

Como el Evangelio dice “a quien mucho se le da mucho se le exige” y con esta convicción me vine, pero sobre todo en mi corazón siempre ha existido ese anhelo grande a la santidad. Claro que no soy un santo, me falta mucho, pero acá en casa, en Bidasoa, siempre nos recuerdan que se puede ser santo desde lo ordinario. Estar acá me hace sentirme muy amado. Puedo ver la riqueza de la Iglesia representada en el rostro de mis hermanos, veo la universalidad de la Iglesia y en el apoyo de los benefactores el amor y la caridad del pueblo santo de Dios, esto me motiva a seguir respondiendo de una manera más generosa al Señor».

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