César David Villalobos es un seminarista de la Diócesis de Cabimas, en Venezuela.
«Teniendo un proyecto de vida ya establecido como cualquier adulto joven en búsqueda de la libertad y nuevos retos; decidí que mi vida estaría orientada al área profesional.
Con ello estudie en la universidad ingeniería, apasionado por las tecnologías e influido por un familiar, encontré mi vocación entre cables, códigos binarios, ordenadores, muchas horas de estudio y trabajo, lo que creía que era mi felicidad.
Sin estar muy cerca de la iglesia mi vida transcurría tal cual, estudios, trabajo y ayudar a mi familia. Nada me detendría de llegar a mis metas soñadas.
De un momento a otro las cosas no ocurrían como se planeaban y casi tocando fondo decidí acercarme a la iglesia a conocer un poco más y encontrar la paz de la cual tantos hablan y yo quería.
Mi historia comienza con ese primer contacto, un retiro espiritual que no solo marcaría mi rumbo. Un antes y un después de conocer al amor de los amores, a Jesús Vivo en mí, sino que sería decisivo sin saberlo del destino de mi vida y la de mi familia en manos del Señor.
Mi integración al servicio de la parroquia en el apostolado carismático, oración y estudio de las Sagradas Escrituras me llevó a comprender el verdadero sentido de la vida, el porqué Dios es nuestro padre y cuanto nos ama. La adoración eucarística, mi gran vía para orar, fue el pie que más tarde me daría las fuerzas para dejarlo todo y seguirlo aún más de cerca.
Un día me pregunté ¿Qué se siente estar del otro lado del altar?, la curiosidad fue tal que pregunté a mi párroco y él me dijo “estaba esperando esta pregunta” me daría algunas indicaciones y oraría durante un buen tiempo, sin saberlo estaba un paso más cerca de entrar al seminario.
A las pocas semanas me llama del seminario el encargado de las vocaciones para invitarme a las reuniones. Yo muy temeroso empecé a asistir sin saber lo que vendría después. Con la ayuda de grandes hermanos en la Fe decidí entrar a la experiencia en el seminario propedéutico de Cabimas.
Al principio mi familia lo tomó con tristeza, todos pensaban que ya tenia mi vida establecida, pero lo que no imaginaban era que Dios cambiaría mis planes escritos en simples hojas de papel.
Con ello empieza mi aventura al sacerdocio con mucha entrega y ganas de seguir adelante abandonando un estilo de vida para abrazar el del servicio al Señor.
Luego del año introductorio soy promovido al Seminario Mayor Arquidiocesano Santo Tomas de Aquino en Maracaibo, Venezuela donde empecé mi etapa discipular con los estudios filosóficos.
Muchas experiencias vividas muchos hermanos en la Fe que te ayudan en el camino, personas extraordinarias que marcan el sendero a seguir.
Entretanto mi familia había cambiado de parecer ahora me veían como el futuro sacerdote con alegría y gozo en el Señor; Dios es el uno capaz de hacerlo, cambiar corazones, planes, ideas. Al finalizar la etapa discipular mi obispo me comenta que ha decidido que continúe yo mis estudios teológicos en la Universidad de Navarra y durante mi estancia en España residiré en el Colegio Eclesiástico Internacional Bidasoa.
Mi asombro fue tal que no creía que me pudiera pasar algo así a mí, de esta manera se realizan todos los procedimientos para mi viaje a España tornándose la mayoría muy difíciles por la pandemia y la burocracia. Una anécdota es que en todo momento hasta el último día de mi estancia en Venezuela tuve que lanzarme al abismo y confiar en Dios que los ángeles me ayudarían y protegerían. Nada de lo que planee ocurrió, Dios cambió hasta el último día Todo. La mejor y más extraordinaria decisión que he tomado en mi vida.
Todo sea para la gloria del Señor Jesús. San Miguel Arcángel, ruega por nosotros».