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Amar a la Iglesia significa también tener el valor de tomar decisiones difíciles, sufridas, teniendo siempre delante el bien de la Iglesia y no el de uno mismo

Nombre: Ricardo Daniel Quevedo Contreras
Edad: 25 años
Situación: Seminarista
Origen: El Vigía-San Carlos Del Zulia, Venezuela
Estudia: Teología en el Seminario Internacional Bidasoa, en Pamplona

¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé!…

Ricardo Daniel Quevedo Contreras es un seminarista de la diócesis El Vigía - San Carlos de Zulia en Venezuela. Es el más pequeño de tres hermanos de una familia católica.

Soy Bachiller en Ciencias, egresado del Liceo Bolivariano Dr. Alberto Adriani de El Vigía, estado Mérida-Venezuela.

Mientras esperaba para inscribirme en la Universidad para estudiar Derecho, en la Semana Santa del 2013, sentí la llamada del Señor.

Todo comenzó el Domingo de Ramos que, coincidió con el cumpleaños de mi mamá. Después de la Comunión, durante la acción de gracias, pude encontrar respuestas a muchas inquietudes que traía desde niño. Durante todos los días de la Semana Santa fui a las celebraciones pero debo destacar la Misa Crismal. 

Antes de comenzar la Misa, una señora (que luego no vi más) se me acercó a decirme que a los seminaristas los estaban llamando para alistarse, pues ya iba a comenzar la Misa. Yo le respondí que no era seminarista, pero ella insistió.

Lo que ocurrió después suelo resumirlo en dos frases. La del Profeta Jeremías: “El Señor me dirigió la palabra: Antes de formarte en el vientre te escogí, antes de salir del seno materno te consagré y te nombré profeta de las naciones. Yo repuse: ¡Ay Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho. El Señor me contestó: No digas que eres un muchacho: que a donde yo te envíe, irás; lo que yo te mande, lo dirás. No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte oráculo del Señor” (Jr 1,4-7) y aquella de santo Obispo de Hipona, san Agustín: “¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por de fuera te buscaba…”.

Lo primero que hice fue hablarlo con mi párroco, D. Germán, que se alegró mucho por mí y me aconsejó ser servidor del Altar “por un tiempo”, mientras participaba en las convivencias vocacionales.

Mi sorpresa fue que a escasamente dos meses me comunicaron que en agosto iba a ser el cursillo de admisión para el Seminario ¡y yo no le había dicho nada a mi familia!, pero cuando les conté fue una gran alegría para todos, especialmente para mi papá que tuvo un hermano seminarista (Rómulo) que murió de leucemia cuando le faltaba poco para terminar sus estudios.

Ingresé en el Seminario San Buenaventura el 29 de septiembre del 2013, al propedéutico que fue una gran experiencia comunitaria. En dicho Seminario hice luego 1ero y 2do de Filosofía. Es curioso que justo el año en que comienzo mi formación, mi Diócesis queda en Sede Vacante y asume la administración diocesana D. Germán , mi párroco, por un poco más de dos años.

En marzo de 2015, el Santo Padre Francisco nombra al que fue mi rector, Juan de Dios, Obispo de la Diócesis de El Vigía – San Carlos del Zulia. Su consagración episcopal fue el 4 de julio de 2015 en mi parroquia, la Catedral Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Al terminar la Misa me dice que quiere que me quede un año trabajando con él en la Curia y ayudándole en la comisión de liturgia, lo que significó para mí una alegría, pero a la vez un gran compromiso.

Cuando terminó el “año de pastoral”, me comunicó su intención de que estudiara el 3er año de Filosofía en el Seminario Nuestra Señor del Pilar, y así fue. Un par de meses después me dijo que iba a estudiar en dicho Seminario sólo un año pues había pensado enviarme a estudiar en el Seminario de Madrid.

Ante esta noticia, comencé a hacer las gestiones para mi pasaporte, que en Venezuela es cada vez más complicado. Hablo de enero del 2018. En julio me dijo que ya no se podía en Madrid y que continuara en el Seminario “hasta nuevo aviso”.

Aún nada del pasaporte, a pesar de ir en dos ocasiones a la sede central en Caracas y no tener respuesta (se podía con “contactos” o con gestores que cobraban hasta 2000 dólares, pero no tenía ninguna de las dos opciones). En noviembre, Mons. Juan de Dios me envió los documentos que debía enviar para solicitar el ingreso a la Universidad de Navarra.

El 17 de mayo del 2019 llegaba la carpeta con todos los documentos de la Universidad y yo sin pasaporte. Le encomendé dicha situación a la Beata Guadalupe Ortiz y esperé un par de semanas. Me ausenté del Seminario para hacer las respectivas diligencias del pasaporte en Caracas pero no veía luz por ningún lado.

Cuando todo parecía perdido, sin dinero ni “contacto” en la sede del organismo de identificación, alguien se me acercó y me dijo que lo siguiera. Pasamos a una sala donde sólo pasaban los altos funcionarios del gobierno y, de repente, me hallé frente a un funcionario que me dijo, en dos días tienes tu pasaporte y así fue. Tuve que pagar el precio legal y en 48 horas ya tenía mi pasaporte.

Todo ha sido una bendición. Tengo que confesar que desde que inicié mi formación (2013), tenía el sueño de venir a la Universidad de Navarra pero lo veía muy lejos, pues no es costumbre en mi Diócesis que manden a los seminaristas a estudiar fuera del país, de hecho yo soy el primero. 

La despedida de casa fue un poco dura, lágrimas a mares y muchos sentimientos encontrados, pero me siguen dando paz las palabras del Papa Benedicto XVI aquel 19 de abril de 2005: “Señor, ¿por qué me pides esto y qué me pides? Es un peso grande el que pones en mis hombros, pero si Tú me lo pides, por tu palabra echaré las redes, seguro de que Tú me guiarás, también con todas mis debilidades”.

Y, como él mismo dijo en su última audiencia: “Amar a la Iglesia significa también tener el valor de tomar decisiones difíciles, sufridas, teniendo siempre delante el bien de la Iglesia y no el de uno mismo” (27/II/2013).

Para esto tengo siempre presente las palabras de despedida de mi párroco en el aeropuerto: “no olvides Ricardo de dónde has salido, de manera que te formes bien para luego servir mejor”.