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El amor que Dios nos tiene a todos es inigualable, pero hay a quienes mira con una ternura especial para que servir a su pueblo como pastores

Nombre: Midhun Dominic.
Edad: 28 años.
Situación: Seminarista.
Origen: Vijayapuram, India.
Estudia: Teología en el Seminario Internacional Bidasoa, en Pamplona.

He sentido el amor de Dios a cada momento de mi formación en el seminario

Midun Dominic, seminarista de la Diócesis de Viyjayapuram, cerca de Bangalore, al sur de la India.

«Ingresé en el Seminario Diocesano, Dominic Savio,el 11 de julio de 2011. Después de 8 años de formación en la India, mi obispo me envió al Seminario Internacional Bidasoa, y Facultad de Teología de la Universidad de Navarra.

Jamás pensé que vendría a España a estudiar Teología. En el primer año tuve algunas dificultades en los estudios debido al idioma español, pero estoy bien aquí y estoy muy feliz. ¡Gracias a Dios!

Cuando era pequeño, siempre tuve el deseo de ser un sacerdote, asistía a un monasterio ubicado en mi pueblo y solía ir todos los días a Misa. Hubo muchos sacerdotes amables que me ayudaron a descubrir mi vocación. Le manifesté mi deseo a mis padres y les puso muy contentos con la decisión que había tomado; esperé a terminar mis estudios para ingresar al seminario.

Cuando terminé mis estudios fui acogido por la diócesis de Vijayapuram. He sentido el amor de Dios a cada momento de mi formación en el seminario.

El amor que Dios nos tiene a todos es inigualable, pero hay a quienes mira con una ternura especial para que servir a su pueblo como pastores. El llamado de Dios nos lleva a la felicidad y a una vocación especifica. En el mundo en el que vivimos esa voz sigue resonando, pero se ha visto opacada por todo el ruido que existe que hace que pase imperceptible».

«Mi agradecimiento por lo que hacen por nosotros, por sus oraciones y su generosidad para así continuar con nuestra formación, la cual no solo se queda en lo religioso pues esta experiencia nos permite conocer la Universalidad de la Iglesia, para que al regresar a nuestros países podamos aplicarlo. Gracias a esta oportunidad que Dios inmerecidamente me ha dado, a vuestro apoyo y la confianza que mi obispo ha depositado en mí.

Deseando que el Señor les bendiga y recompense con creces todo el bien que con su labor hacen al Pueblo de Dios, así como Nuestra Madre Santa María les acompañe siempre, les encomiendo en mis oraciones».