Un día en la vida de la Virgen

Dice san Lucas en su Evangelio que el ángel Gabriel fue enviado por Dios a Nazaret (cfr. Lc 1, 26), a una virgen llamada María, para anunciarle que iba a ser la madre del Mesías que todos los judíos esperaban, el Salvador.

La Nazaret de la Virgen María

Hace unos dos mil años Nazaret era una aldea desconocida para casi todos los habitantes de la tierra. En ese momento la Roma imperial brillaba llena de esplendor. Había muchas ciudades prósperas en las orillas del Mediterráneo. El bullicio de mercaderes y marineros inundaba muchas calles y plazas de ciudades portuarias o emporios comerciales. Nazaret, en cambio, era un puñado de pobres casas clavadas en unos promontorios de roca en la Baja Galilea. Ni siquiera en su región tenía una gran importancia.

A algo más de dos horas de camino a pie se podía llegar a la ciudad de Séforis, donde se concentraba la mayor parte de la actividad comercial de la zona. Era una ciudad próspera, con ricas construcciones y un cierto nivel cultural. Sus habitantes hablaban griego y tenían buenas relaciones con el mundo intelectual greco-latino. En cambio, en Nazaret vivían unas pocas familias judías, que hablaban en arameo.

La mayor parte de sus habitantes se dedicaban a la agricultura y la ganadería, pero no faltaba algún artesano como José, que con su ingenio y esfuerzo prestaba un buen servicio a sus conciudadanos haciendo trabajos de carpintería o herrería.

La casa de la la Virgen María

La casa de María era modesta, como la de sus vecinos. Tenía dos habitaciones. La interior, era una cueva que servía como granero y despensa. Tres paredes de adobe o mampostería adosadas a la roca delante de esa habitación interior sostenían un entramado de ramas, maderas y hojas que servía de techo, y formaban la habitación exterior de la casa. La luz entraba por la puerta.

Allí tenían algunos útiles de trabajo y pocos muebles. Gran parte de la vida de familia se hacía fuera, a la puerta de la casa, tal vez a la sombra de una parra que ayudaría a templar el calor del verano.

Casi todos sus vecinos tenían una casa similar. Las excavaciones arqueológicas han sacado a la luz parte del antiguo Nazaret. En las casas se aprovechaban las numerosas cuevas que presenta el terreno para acondicionar en ellas sin realizar muchas modificaciones alguna bodega, silo o cisterna.

El suelo se aplanaba un poco delante de la cueva, y ese recinto se cerraba con unas paredes elementales. Posiblemente las familias utilizarían el suelo de esa habitación para dormir.

El Pozo de María​ es el sitio en el que el ángel Gabriel se le apareció a la Virgen María y le anunció que daría a luz al Hijo de Dios. Se localiza en la actual Nazaret al norte de Israel.

Oraciones de la mañana

La jornada comenzaba con la salida del sol. Alguna oración sencilla, como el Shemá, y enseguida se iniciaba la dura faena. El Shemá es una oración, tomada de la Biblia, que comienza en hebreo por esa palabra, y dice así: “Shemá Israel (Escucha Israel), el Señor nuestro Dios es uno solo Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma  y con todas tus fuerzas.

Guarda en tu corazón estas palabras que hoy te digo. Incúlcaselas a tus hijos y háblales de ellas estando en casa o yendo de viaje, acostado o levantado. Atalas a tu mano como signo, ponlas en tu frente como señal. Escríbelas en las jambas de tu casa y en tus puertas” (Dt 6, 4-9).

La Virgen María y la preparación de la comida

Una de las primeras tareas a realizar cada jornada, después de la oración, era la preparación del pan, alimento básico de cada día. Para eso, María, como solían hacer las mujeres, comenzaría por moler el grano de trigo o cebada para hacer la harina. Se han encontrado algunos molinos domésticos, de piedra, de la época de nuestro Señor, que se utilizaban para esta tarea.

Después la harina se mezclaba con agua y un poco de sal para formar la masa, a la que se añadía —excepto durante la fiesta de la Pascua— una pizca de levadura. Con la masa fermentada se hacían unas tortas muy delgadas, o unos panecillos, que se cocían en el horno o enterrados en unas brasas, y se comían recién hechos.

La comida de cada día sería bastante parecida a la que conocemos actualmente en las regiones mediterráneas. El pan se partía con la mano, sin utilizar cuchillo, y se tomaba solo o con aceite, y acompañado por vino, leche, fruta, y cuando era posible por algo de carne o pescado. La leche se solía guardar en odres hechos con pieles de cabra cosidas, y se bebía directamente de los mismos.

Lo más probable es que casi siempre al tomarla estuviese ácida. De la leche también se obtenían la mantequilla y el queso, que eran alimentos básicos allí donde había ganados, como en Galilea.

Nazareth, de nuestra Madre la Virgen María a principios del siglo XX.

Otro elemento importante en la alimentación de aquellas gentes era el aceite. Y también se tomaban las aceitunas conservadas en salmuera. El aceite se llevaba incluso cuando se iba de viaje, en unas botellitas planas de arcilla de forma parecida a una cantimplora. También era frecuente beber vino, que solía ser fuerte, y por eso se tomaba habitualmente rebajado con agua, y a veces mezclado con algunas especias, o endulzado con miel.

Entre los guisos más habituales estaban los de garbanzos o lentejas. Las verduras más conocidas eran las habas, los guisantes, los puerros, las cebollas, los ajos, y los pepinos. La carne que más se solía comer era la de cordero o cabra, y algo la de gallina. Las frutas más habituales eran los higos, los dátiles, las sandías y las granadas. Las naranjas, hoy tan abundantes en aquella zona, todavía no eran conocidas en la Galilea en la que vivió Santa María.

Antes de comer cada día, se solían recitar unas oraciones para dar gracias a Dios por los alimentos recibidos de su bondad. La bendición de la mesa se hacía más o menos en estos términos: “Benditos seas, Señor, Dios nuestro, rey del Universo, que nos has dado hoy para comer el pan, fruto de la tierra”. Y se respondía: Amén.

Tareas diarias de María

Para cubrir las necesidades de la casa, un trabajo duro que era necesario realizar cada día era el transporte del agua. La fuente de Nazaret estaba a cierta distancia, algo más de quince minutos andando desde las casas de la aldea. Posiblemente María iría allí cada mañana a llenar su cántaro, y regresaría a su hogar cargándolo sobre la cabeza, como es costumbre en la zona, para seguir su trabajo. Y algunos días tal vez tuviera que volver a sus inmediaciones en otros momentos del día, para lavar la ropa.

Transporte del agua y lavado de la de ropa

La ropa que tendría que lavar María sería la que utilizaban ella, José y Jesús.  La vestimenta habitual estaba compuesta por un vestido o túnica interior, amplia, que solía ser de lino. Caía hasta las rodillas o pantorrillas. Podía ser sin mangas o con mangas hasta la mitad del brazo.

La túnica se ceñía al cuerpo con una especia de faja, hecha con una franja larga y ancha de lino, que se enrollaba varias veces alrededor del cuerpo, pero no siempre ajustada de modo liso, sino que en algunas de esas vueltas se formaban pliegues, que podían utilizarse para llevar el dinero. Sobre la túnica se llevaba el vestido exterior, o manto, de forma cuadrada o redondeada, que habitualmente era de lana.

La mayor parte de los días de María fueron, sin duda, totalmente normales. Gastaba muchas horas en las tareas domésticas: preparación de la comida, limpieza de la casa y de la ropa, e incluso ir tejiendo la lana o el lino y confeccionando la ropa necesaria para su familia.

Llegaría agotada al final del día, pero con el gozo de quien sabe que esas tareas aparentemente sencillas tienen una eficacia sobrenatural maravillosa, y que haciendo bien su trabajo estaba realizando una tarea de primera magnitud en la obra de la Redención.


Francisco Varo Pineda, director de Investigación de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra.
Profesor de Sagrada Escritura.

¿Quién es la Virgen de Fátima? Historia, aparición y dónde está

¿Quién es Virgen de Fátima?

La Virgen de Fátima, también llamada Nuestra Señora del Rosario de Fátima es una advocación de la Virgen María que surge de las apariciones de Nuestra Señora a tres pastorcillos en 1917 en Portugal.

Estos hechos y los mensajes de conversión que la Virgen María les dio a Lucía, Jacinta y Francisco han llegado hasta nuestros días.

Historia y origen de Fátima

El año 1917 fue especial. Europa estaba en guerra. El domingo 13 de mayo, en un pueblo escondido de la Serra do Aire en el centro de Portugal. Tres niños, Lucia dos Santos y sus hermanos Francisco y Jacinta Marto, estaban jugando mientras cuidaban de un rebaño, en un terreno del padre de Lucia.

Hacia el mediodía, después de asistir a misa como de costumbre, ven dos fenómenos luminosos, como dos relámpagos y luego una hermosa Señora más resplandeciente que el sol.

– «¿De dónde sois, Señora?»
– «Soy del Cielo».

Así empezó la primera conversación entre la Virgen y Lucia.
Esta, fue la primera aparición de la Virgen de Fátima.

Estatua de los Pastorcillos de Fátima en Valinhos, el monumento de una aparición del Ángel de Portugal.

Aparición de la Virgen de Fátima

Esa fue la primera de las seis apariciones que tendrán los tres pastores hasta octubre: siempre en día 13, excepto en el mes de agosto, cuando del 13 al 15 son retenidos por autoridades del pueblo. Igualmente, la Virgen de Fátima aparecerá ante los tres niños el día 19.

En octubre de 1930, el obispo de Leiria declara las visiones dignas de fe, autorizando el culto a Nuestra Señora de Fátima.

En todas sus apariciones la Virgen hizo un especial énfasis sobre el rezo del Rosario, y les pidió a los niños que cuando lo rezaran, después de cada misterio dijeran: ‘‘Oh Jesús perdónanos por nuestros pecados, líbranos del fuego infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente las más necesitadas de tu Divina Misericordia’’.

La Virgen también pidió la construcción de una capilla en el lugar de los hechos, hoy el Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Fátima.

Los 3 pastorcillos informaron que la Virgen también les había hablado de la muerte prematura de los dos pequeños hermanos, agregó que Lucía permanecería en la Tierra durante mucho tiempo. Y así fue. Francisco y Jacinta, murieron entre el año 1919 y 1920 de gripe. Lucía ingresó en el orden de las Hermanas de Santa Dorotea en 1925 y en 1948 pasó entre las Carmelitas del convento de Coimbra, donde permaneció hasta su muerte en 2005.

El Milagro al Sol anunciado por la Virgen

Eran miles de peregrinos que comenzaron a llegar a Fátima apenas se extendió el rumor de las apariciones de la Virgen.

El 13 de octubre, una multitud de hasta 100 mil personas, entre ellas numerosos periodistas, presenciaron el "milagro del sol".

Esta era una señal que había sido anunciada por la Virgen María, después de una lluvia torrencial que empapó el suelo y la ropa, el cielo se abrió y vieron como el sol cambió de color, tamaño y posición durante unos diez minutos. Después de lo acontecido, la ropa y el suelo aparecieron repentinamente secos.

Fue la última aparición de la Virgen de Fátima.

«Cor Mariæ dulcissimum, iter para tutum! - Corazón Dulcísimo de María, prepara el camino seguro». A la Virgen de Fátima, san Josemaría.

Los secretos revelados por la Virgen de Fátima

El mensaje de Fátima contiene un aspecto de exigencia cristiana universal: es necesario desagraviar al Señor por todos los pecados cometidos, hacer penitencia, rezar el Rosario, difundir la devoción al Corazón Inmaculado de María, y rezar mucho por el Papa.

Incluye, también, algunas revelaciones particulares que la Virgen hizo a los niños pastores en la aparición del 13 de julio. La Santa Sede dio a conocer todos los mensajes durante el pontificado de San Juan Pablo II.

Los dos primeros, las escribió Lucía en su diario al tomar los hábitos. El tercero, escrito el 3 de enero de 1944, lo entregó en un sobre sellado al obispo de Leiria, un sobre que luego se entregó en 1957 al archivo secreto del Santo Oficio y cuyo contenido fue revelado en 2000.

La visión del infierno

La Virgen de Fátima mostró a los tres niños pastores lo que les espera a las personas después de la muerte, si no se arrepienten, tuvieron la visión del infierno:

“Un gran mar de fuego que parecía estar debajo de la tierra. Sumergidos en ese fuego, los demonios y las almas…”

El sagrado Corazón y la conversión de Rusia

La segunda parte contiene estas palabras de La Virgen de Fátima:

«Vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora de los primeros sábados».

María habló de una guerra que comenzaría durante el pontificado de Pío XI. Y acertó. La Segunda Guerra Mundial estalló en 1939.

El Ángel y la sangre de los mártires

La tercera parte del secreto es desvelada por la Hermana Lucía “Los buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá mucho que sufrir; varias naciones serán aniquiladas".

Pie de foto: «Fátima es un tesoro para toda la Iglesia. No es un lujo, porque está todo hecho con mucha dignidad y sin ostentación. Pero es un tesoro: aquí los corazones y las almas se esponjan, aquí se palpa la Iglesia, se siente la presencia de la Santísima Virgen. Es algo que no se puede explicar, pero aquí se nota que la oración de Nuestra Señora es muy eficaz». Beato Álvaro del Portillo, Tertulia en el Santuario, 1985.

Los Papas y su devoción por la Virgen de Fátima

El Papa Pío XI concedió el 1 de octubre de 1930 una indulgencia plenaria especial a los peregrinos de Fátima. Años más tarde, en 1942, Pío XII consagró la humanidad al Inmaculado Corazón de María.

Además, el Papa Juan Pablo II visitó personalmente el lugar de las apariciones en tres ocasiones. Una de sus visitas más relevantes fue cuando le entregó a la Virgen la bala con la que le habían disparado en la Plaza San Pedro. Para Wojtyla fue la Virgen de Fátima quien le salvó la vida en el ataque del 13 de mayo de 1981

También, Benedicto XVI visitó personalmente el lugar de las apariciones y consagró a todos los sacerdotes al Inmaculado Corazón de María.

Más recientemente, el Papa Francisco consagró su pontificado a la Virgen de Fátima y en mayo del 2017 visitó el Santuario para conmemorar los 100 años de las apariciones.

Virgen de Fátima: ¿Dónde está?

En la actualidad, en el lugar de las apariciones se encuentra el Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Fátima. Un templo hasta el que cada año peregrinan miles de personas de todo el mundo.

El santuario de Fátima y el relato de las apariciones ha supuesto una ayuda para muchas personas.

A lo largo del siglo XX los católicos de Europa han acudido especialmente a la Virgen de Fátima para rezar por la paz y la reconciliación en el continente.

Al entrar en el Recinto de las Oraciones, en uno de los extremos se puede ver la Basílica de la Virgen del Rosario de Fátima, con su gran torre de 65 metros. En el centro se encuentra el monumento al Sagrado Corazón de Jesús y, en uno de los lados, la Capilla de las Apariciones, en el mismo lugar en el que la Virgen pidió a los pastorcitos que se construyese una capilla.

Fátima, altar do mundo

Fátima, altar do mundo, es una expresión corriente en Portugal. En Fátima concurren todos los caminos del mundo. Allí, como san Josemaría, el primer peregrino a este santuario que ha subido a los altares, van también hoy la mente y el corazón de tantos cristianos a rezar a la Virgen.

Mons. Javier Echevarría, durante una de sus estancias en Fátima, animaba a ponerse bajo la protección maternal de María Santísima en todas las circunstancias de la vida: «Madre, ¡qué bien se está junto a ti! ¡Qué serenidad se siente en el alma pensando en que tú nos conoces, que tú nos entiendes, que tú nos ayudas, y que tú vas a presentar ante Dios nuestras necesidades muchísimo mejor de como lo podamos hacer cada uno de nosotros! Recurrimos a ti que eres la Omnipotencia Suplicante».


Bibliografía

1 de mayo, san José Obrero. ¿Quién fue el padre de Jesús?

San José Obrero tiene varias fiestas en nuestro calendario. En mayo celebramos, el primer día del mes, al patrón de los trabajadores. Él fue quien mantuvo y cuidó con sus capacidades de carpintero a Jesús y a María. En su fiesta del 19 de marzo, el papa Francisco nos invitó a fijarnos de forma especial en la figura de san José. Para eso, ha señalado cuáles son las dos virtudes únicas que definen al padre de Jesús: «José es el hombre que sabe acompañar en silencio» y es «el hombre de los sueños».

«Quiere mucho a San José, quiérele con toda tu alma, porque es la persona que, con Jesús, más ha amado a Santa María y el que más ha tratado a Dios: el que más le ha amado, después de nuestra Madre. Se merece tu cariño, y te conviene tratarle, porque es Maestro de vida interior, y puede mucho ante el Señor y ante la Madre de Dios», Forja, 554.

Biografía de San José el obrero de Nazaret

Tanto San Mateo como San Lucas nos hablan de San José como de un varón que descendía de una estirpe ilustre: la de David y Salomón, reyes de Israel. Los detalles de esta ascendencia son históricamente algo confusos: no sabemos cuál de las dos genealogías, que traen los evangelistas, corresponde a María y cuál a San José, que era su padre según la ley judía. No sabemos si su ciudad natal fue Belén, a donde se dirigió a empadronarse, o Nazaret, donde vivía y trabajaba.

Sabemos, en cambio, que no era una persona rica: era un trabajador, como millones de otros hombres en todo el mundo; ejercía el oficio fatigoso y humilde que Dios había escogido para sí, al tomar nuestra carne y al querer vivir treinta años como uno más entre nosotros.

La Sagrada Escritura dice que José era artesano. Varios Padres añaden que fue carpintero. San Justino, hablando de la vida de trabajo de Jesús, afirma que hacía arados y yugos (S. Justino, Dialogus cum Tryphone, 88, 2, 8 (PG 6, 687).); quizá, basándose en esas palabras, San Isidoro de Sevilla concluye que José era herrero. En todo caso, un obrero que trabajaba en servicio de sus conciudadanos, que tenía una habilidad manual, fruto de años de esfuerzo y de sudor.

De las narraciones evangélicas se desprende la gran personalidad humana de José: en ningún momento se nos aparece como un hombre apocado o asustado ante la vida; al contrario, sabe enfrentarse con los problemas, salir adelante en las situaciones difíciles, asumir con responsabilidad e iniciativa las tareas que se le encomiendan.

Quien fue San José Obrero en la Iglesia Católica

La Iglesia entera reconoce en San José a su protector y patrono. A lo largo de los siglos se ha hablado de él, subrayando diversos aspectos de su vida, continuamente fiel a la misión que Dios le había confiado.

  • En el siglo XVII, el Papa Gregorio XV instituyó por primera vez una fiesta litúrgica en su nombre.
  • Durante 1870, el santo Papa Pío IX nombró a san José patrono universal de la Iglesia.
  • A partir de entonces, León XIII dedicó una encíclica al santo patriarca
  • A los 100 años de este documento, San Juan Pablo II escribió la exhortación apostólica Redemptoris custos.
  • El papa Francisco publicó también una carta sobre san José en 2020, bajo el título Patris corde, Corazon de padre.

En palabras de San Josemaría, San José es realmente Padre y Señor, que protege y acompaña en su camino terreno a quienes le veneran, como protegió y acompañó a Jesús mientras crecía y se hacía hombre. Tratándole se descubre que el Santo Patriarca es, además, Maestro de vida interior: porque nos enseña a conocer a Jesús, a convivir con El, a sabernos parte de la familia de Dios. Este Santo nos da esas lecciones siendo, como fue, un hombre corriente, un padre de familia, un trabajador que se ganaba la vida con el esfuerzo de sus manos.

Las virtudes de José de Nazaret

José obrero era un artesano de Galilea, un hombre como tantos otros. En su día solo había paternidad y trabajo, todos los días, siempre con el mismo esfuerzo. Y, al acabar la jornada, una casa pobre y pequeña, para reponer las fuerzas y recomenzar.

Pero el nombre de José significa, en hebreo, Dios añadirá. Dios añade, a la vida santa de los que cumplen su voluntad, dimensiones insospechadas: lo importante, lo que da su valor a todo, lo divino.  Dios, a la vida humilde y santa de José, añadió la vida de la Virgen María y la de Jesús, Señor Nuestro.

Vivir de la fe, estas palabras se ven realizadas con creces en San José. Su cumplimiento de la voluntad de Dios es espontáneo y profundo.

Porque la historia del Santo Patriarca fue una vida sencilla, pero no una vida fácil. Después de momentos angustiosos, sabe que el Hijo de María ha sido concebido por obra del Espíritu Santo. Y ese Niño, Hijo de Dios, descendiente de David según la carne, nace en una cueva. Ángeles celebran su nacimiento y personalidades de tierras lejanas vienen a adorarle, pero el Rey de Judea desea su muerte y se hace necesario huir. El hijo de Dios es, en la apariencia, un niño indefenso, que vivirá en Egipto.

En su Evangelio, San Mateo pone constantemente de relieve la fidelidad de José, que cumple los mandatos de Dios sin vacilaciones, aunque a veces el sentido de esos mandatos le pudiera parecer oscuro o se le ocultara su conexión con el resto de los planes divinos.

Fe, amor y esperanza

En muchas ocasiones los Padres de la Iglesia hacen resaltar esta firmeza de la fe de San José. La fe de José no vacila, su obediencia es siempre estricta y rápida.

Para comprender mejor esta lección que nos da aquí el Santo Patriarca, es bueno que consideremos que su fe es activa. Porque la fe cristiana es lo más opuesto al conformismo, o a la falta de actividad y de energía interiores.

En las diversas circunstancias de su vida, el Patriarca no renuncia a pensar, ni hace dejación de su responsabilidad. Al contrario: coloca al servicio de la fe toda su experiencia humana.

Fe, amor, esperanza: estos son los ejes de la vida del Santo y los de toda vida cristiana. La entrega de José de Nazaret aparece tejida de ese entrecruzarse de amor fiel, de fe amorosa, de esperanza confiada.

Eso nos enseña la vida de San José: sencilla, normal y ordinaria, hecha de años de trabajo siempre igual, de días humanamente monótonos, que se suceden los unos a los otros.

San José el padre de Jesús

“Tratad a José y encontraréis a Jesús” San  Josemaría Escriva de Balaguer

 A través del ángel, Dios mismo le confía a José cuáles son sus planes y cómo cuenta con él para llevarlos adelante. José está llamado a ser padre de Jesús; esa va a ser su vocación, su misión.

José ha sido, en lo humano, maestro de Jesús; le ha tratado diariamente, con cariño delicado, y ha cuidado de El con abnegación alegre.

Con San José, aprendemos lo que es ser de Dios y estar plenamente entre los hombres, santificando el mundo. Tratad a José y encontraréis a Jesús. Tratad a José y encontraréis a María, que llenó siempre de paz el amable taller de Nazaret.

José de Nazaret cuidó del Hijo de Dios y, en cuanto a hombre, le introdujo en la esperanza del pueblo de Israel. Y eso mismo hace con nosotros: con su poderosa intercesión nos lleva hacia Jesús. San Josemaría, cuya devoción a san José fue creciendo a lo largo de su vida, decía que Él es realmente Padre y Señor, que protege y acompaña en su camino terreno a quienes le veneran, como protegió y acompañó a Jesús mientras crecía y se hacía hombre.

Dios exige continuamente más, y sus caminos no son nuestros humanos caminos. San José, como ningún hombre antes o después de él, ha aprendido de Jesús a estar atento para reconocer las maravillas de Dios, a tener el alma y el corazón abiertos.

El Papa explica su carta sobre san José en 2020.

La fiesta de san José

El 19 de marzo la Iglesia celebra la fiesta del Santo Patriarca, patrono de la Iglesia y de la Obra, fecha en la que en el Opus Dei renovamos el compromiso de amor que nos une al Señor. Pero en todo el mundo también celebramos el 1 de mayo la fiesta del trabajo y San José Obrero es el patrono de todos los trabajadores.

La fiesta de San José pone ante nuestra mirada la belleza de una vida fiel. José se fiaba de Dios: por eso pudo ser su hombre de confianza en la tierra para cuidar de María y de Jesús, y es desde el cielo un padre bueno que cuida de la fidelidad cristiana.

Los siete domingos de san José

Son una costumbre de la Iglesia para preparar la fiesta del 19 de marzo. Dedicando al Santo Patriarca los siete domingos anteriores a esa fiesta en recuerdo de los principales gozos y dolores de su vida.

La meditación de los Dolores y gozos de san José ayuda a conocer mejor al santo Patriarca y a recordar que también él afrontó alegrías y dificultades.

Fue el Papa Gregorio XVI quien fomentó la devoción de los siete domingos de san José, concediéndole muchas indulgencias; pero S.S. Pío IX les dio actualidad perenne con su deseo de que se acudiera al santo, para aliviar la entonces aflictiva situación de la Iglesia universal.

Un día, alguien preguntó a san Josemaría cómo acercarse más a Jesús: «Piensa en aquel hombre maravilloso, escogido por Dios para hacerle de padre en la tierra; piensa en sus dolores y en sus gozos. ¿Haces los siete domingos? Si no, te aconsejo que los hagas».

«¡Qué grandeza adquiere la figura silenciosa y oculta de san José –decía san Juan XXIII– por el espíritu con que cumplió la misión que le fue confiada por Dios. Pues la verdadera dignidad del hombre no se mide por el oropel de los resultados llamativos, sino por las disposiciones interiores de orden y de buena voluntad».

Curiosidades de san José obrero

Devoción del Papa Francisco

«Yo quisiera también decirles una cosa muy personal. Yo quiero mucho a san José. Porque es un hombre fuerte y de silencio. Y tengo en mi escritorio una imagen de san José durmiendo. Y durmiendo cuida a la Iglesia. Sí, puede hacerlo. Nosotros no. Y cuando tengo un problema, una dificultad, yo escribo un papelito y lo pongo debajo de la figura del santo para que lo sueñe. Esto significa para que rece por ese problema».

Devoción de San Josemaría

San José es patrono de esta familia que es la Obra. En los primeros años, san Josemaría acudió especialmente a él para poder hacer presente a Jesús Sacramentado en el primer centro del Opus Dei. Por su intercesión, en marzo de 1935 fue posible tener al Señor reservado en el oratorio de la Academia-Residencia DYA, de la calle Ferraz, en Madrid.

Desde entonces, el fundador de la Obra quiso que la llave de los sagrarios de los centros del Opus Dei tuviera una pequeña medalla de san José con la inscripción Ite ad Ioseph; el motivo es recordar que, de modo similar a como el José del Antiguo Testamento lo hace con su pueblo, el santo patriarca nos había facilitado el alimento más preciado: la Eucaristía.

San José Obrero, el santo del silencio, el protector

No conocemos palabras expresadas por él, tan solo conocemos sus obras, sus actos de fe, amor y de protección. Él protegió a la Inmaculada Madre de Dios y fue el padre de Jesús en la tierra. Sin embargo, no hay ninguna cita de él en los Evangelios. Más bien, fue un silencioso y humilde servidor de Dios que desempeñó su rol cabalmente. Trabajando duro para mantener a la Sagrada Familia.

Uno de los primeros títulos que utilizaron para honrarlo fue Nutritor Domini, el que alimenta al Señor; se remonta al menos al siglo IX.

Celebraciones en su honor

La solemnidad de san José es el 19 de marzo y la fiesta de san José obrero (Día Internacional del trabajo) es el 1 de mayo. También está incluido en la Fiesta de la Sagrada Familia (30 de diciembre) y sin duda forma parte de la historia de la Navidad.

San José tiene múltiples patronazgos

Es el patrón de la Iglesia Universal, la buena muerte, las familias, los padres, las mujeres embarazadas, viajeros, inmigrantes, artesanos, ingenieros y de los trabajadores. Es también el patrón de las Américas, Canadá, China, Croacia, México, Corea, Austria, Bélgica, Perú, Filipinas y Vietnam.

Pidamos a san José obrero que nos siga ayudando a acercarnos a Jesús Sacramentado, que es el alimento del que se nutre la Iglesia. Así lo hizo junto a María, en Nazaret, y así lo hará también con ella en nuestros hogares.


Bibliografía:

Opusdei.com
RomeReports

Mercadillo solidario de ropa de mujer

Ropa de marca, blusas o camisas nuevas que vienen hasta con su etiqueta; vestidos de fiesta que solo se han utilizado una vez… Más de treinta mujeres han donado su ropa, trajes de fiesta, collares y pendientes para el mercadillo solidario de primavera del PAS de la Fundación CARF.

Todas las voluntarias, además de generosas, lo han hecho con el entusiasmo de que los beneficios recaudados irán destinados a la formación de seminaristas y sacerdotes diocesanos y religiosos y religiosas de todo el mundo.

mercadillo solidario ropa mujer
Visitantes del mercadillo solidario de ropa mujer buscando complementos.

Oración y mercadillo de apoyo a las vocaciones

El domingo 21 de abril, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y la Jornada de Vocaciones Nativas. De vocaciones, la Fundación CARF sabe mucho. Porque una de sus misiones es ayudar en la formación integral de vocaciones de aquellos países con escasos recursos para que ninguna vocación se pierda.

Carmen Ortega y Rosana Diez-Canseco, presidentas del Patronato de Acción Social de la Fundación CARF nos cuentan cómo se organizan para montar este mercadillo solidario que tanto ayuda con sus recursos y oraciones a la futura formación de estas vocaciones: «durante todo el año nos movemos entre amistades y conocidas para que nos donen la ropa en buen estado que no usan. Eso sí, tiene que estar prácticamente nueva. Hacemos una selección y lo que pensamos que está en condiciones de no poder venderse, como si fuese casi de primera mano, en muchos caso lo es, lo donamos a una parroquia de Vallecas».

Mercadillo con un buen fin

Hay señoras que entregan un vestido que solo se lo han puesto una vez para una fiesta especial, y están convencidas de que no le van a volver a dar más uso. «Incluso tenemos chicas que les han regalado una blusa, que no se han visto bien con ella, que, con el paso del tiempo, no la han cambiado; está nueva y nos la donan. Saben que están contribuyendo con un fin muy bueno».

Este mercadillo solidario del PAS de la Fundación CARF, de ropa y complementos de mujer, se organiza todas las primaveras. Este año desde el 16 hasta el 18 de abril, de martes a jueves, en horario de tarde, de 17 a 20 horas en el local del Patronato (calle Reina Mercedes 22).

mercadillo solidario ropa mujer
Rosana y Carmen, de izquierda a derecha, sonríen en un local lleno de ropa.

Talleres y actividades

En este local, las voluntarias del PAS se reúnen una vez a la semana para sus talleres, como el de restauración de muebles, que luego se venden en los mercadillos semestrales y en el anual, que se celebra a finales de año y que celebrará en 2024 su 27ª edición. También se encuentran otro día para tejer ropa de bebé que se vende bajo pedido.

Otra de las actividades estrella es el bordado de las albas y lienzos litúrgicos que regalan a los seminaristas, de Bidasoa y Sedes Sapientiae, cuando regresan a sus países de origen para ordenarse sacerdotes tras su período de intensa formación.

Mochilas de vasos sagrados

El PAS de la Fundación CARF y sus actividades cubren el coste de las icónicas mochilas de vasos sagrados, elementos que llegan al alma de los futuros sacerdotes. Estas mochilas van más allá de ser una mera herramienta; permiten a los sacerdotes llevar consigo todo lo necesario para impartir celebrar la Santa Misa y los sacramentos de manera digna, incluso en los rincones más remotos del mundo. Y en ellas se guarda también el alba cosida a la medida de cada uno en los talleres del PAS.

Si no te ha dado tiempo a acudir a este mercadillo solidario, donde podrás adquirir ropa y complementos de mujer para ayudar a la formación integral de seminaristas y sacerdotes diocesanos de todo el mundo, no te preocupes. «Vamos a mantener el mercadillo abierto para poder ofrecer nuestra ropa y complementos. Lo único que tienes que hacer es llamarnos y pedir cita», comentan Carmen y Rosana.


Pedir cita: Rosana, 659 057 320. Carmen, 659 378 901.

Correo: patronatodeaccionsocial@gmail.com

Marta Santín, periodista especializada en información religiosa.

Necesidades y retos de la vida afectiva del sacerdote

Recientemente ha publicado un libro sobre el celibato ¿Qué le ha llevado a tomar esta decisión? He tenido la suerte de compartir formaciones con más de mil sacerdotes distintos y otros tantos laicos, y hay un creciente interés en comprender y vivir mejor el celibato.

¿Así que nace de un contacto real con personas que viven el celibato, sus aportaciones y dudas? Efectivamente, del interés práctico de personas que querían ahondar en el sentido y significado de esta realidad en su vida o en la de familiares. En los últimos años he tenido muchas conversaciones sobre el celibato en reuniones de formación con sacerdotes, religiosos y laicos. Al experimentar que lo que hablábamos les daba luz y ayudaba, me pareció que ponerlo por escrito podría servir.

¿No está pasado de moda? Mi experiencia es que no, sino muy vivo y con muchas personas con ganas de vivirlo plenamente. Considero que es interesante e ilusionante hablar del celibato como una realidad propia de los católicos que aporta mucha riqueza. Sugiero que, quien quiera cuestionarse el celibato, lo haga en un ambiente festivo y de celebración, con el interés de comprenderlo, vivirlo, sentirlo y enriquecerse.

¿A qué público está dirigido? Lo he escrito principalmente para quien lo vive como vocación particular, pero también para cualquier cristiano. Tengo la esperanza de que sirva para comprender mejor cómo el celibato enriquece la vida de la Iglesia, la vida cristiana y la vocación particular de cada uno.

¿También para los casados? Sí, esto es muy luminoso porque, como dice el Catecismo, celibato y matrimonio “son inseparables y se apoyan mutuamente”. Así, espero que resulte sugerente tanto para quienes viven el celibato como para quienes lo comparten más directamente en la familia –por ejemplo, para unos padres a quienes una hija les dice que vivirá célibe– y para cualquiera que quiera aprender más sobre cómo enriquecer su vida cristiana gracias a la presencia en su vida de personas que viven el celibato.

¿Y para todos los estilos de celibato? Hay un mayor acento en el celibato de los laicos en medio del mundo y a la vez referencias y fundamentos para los factores comunes como la esponsalidad y la nupcialidad; el sacerdocio como ministerio sacerdotal y como sacerdocio común de todos los fieles; la misión específica; la eucaristía; la imitación de Cristo; el testimonio de la unión con Dios; la maternidad y paternidad, etc.

La amistad, un regalo que salva al sacerdote

Usted es médico psiquiatra y autor de un estudio sobre afectividad y vida sacerdotal. ¿Qué concluye su estudio que pueda ayudar en la vida afectiva del sacerdote? Este estudio se publica ahora en la revista académica Scripta Theologica y está accesible. Tras entrevistar a 140 sacerdotes concluimos que hay ocho dimensiones de desarrollo de la vida afectiva sacerdotal: la relación con Dios y la vida espiritual; la amistad en general con todo tipo de personas; tener un buen acompañamiento espiritual y mantenido en el tiempo; vivir la fraternidad sacerdotal de forma activa, tanto para dejarse querer como para querer; la formación permanente, tanto como actitud de fondo para tener mente de principiante como para recibir formación y estudiar los diversos y novedosos aspectos de la vida sacerdotal; el cuidado personal en lo físico (comer, dormir, ejercicio físico, aficiones) y en lo mental (descanso, límites, equilibrio en las relaciones);  el conocimiento psicológico sobre cómo funcionamos las personas; y tener una misión clara y estructurada, que facilite el servicio concreto.

¿Se encontraron con algún resultado que les sorprendiera? Sí, en lo referente a la soledad. Se generaron nuevas hipótesis de investigación sobre la soledad que sienten los sacerdotes. La refirieron como un reto y fue el principal riesgo referido, pero no sabemos si se referían a la soledad física por el aislamiento que puedan tener, a una soledad afectiva por no sentirse queridos, soledad institucional por falta de apoyo, psicológica por tener un sistema de apego inseguro, soledad pastoral por el exceso de tareas, social o emocional.

¿No tiene cierta lógica que un sacerdote cultive la soledad? Sí, es algo que planteamos en la discusión. Podría ser que no estuvieran aprovechando precisamente la soledad propia del célibe para cultivar ahí su particular y cómplice relación con Dios, un ámbito íntimo donde cortejarle. En breve comenzaremos un estudio específico sobre la soledad en los sacerdotes, con la intención de conocer mejor cuál es la que les preocupa y proponerles herramientas prácticas para solventarla. 

doctor carlos chiclana
El doctor Chiclana en un Foro Omnes.

¿Qué herramientas se conocen ya como eficaces para disminuir esta soledad? En estudios específicos con sacerdotes se han encontrado factores protectores como vivir en comunidad, la propia vida espiritual bien cuidada, contar con el apoyo de otros sacerdotes, tener una buena red social (amistad general y con otros sacerdotes), cuidar la salud y poder descansar, que el sistema organizativo sea menos jerárquico y más motivante / colaborativo, el trabajo en equipo, mantener bien los límites en las distintas dimensiones vitales, la extroversión, el optimismo y la capacidad para el compromiso. Como dice una canción de Ariel Rot: el que tenga un amor que lo cuide / y que mantenga la ilusión.

Ahora trabajo en otro estudio sobre la soledad sacerdotal sobre el que estoy en pleno trabajo de campo.

¿Trata este tema de la soledad en su libro sobre el celibato? Sí, el subtítulo del libro es “Disfruta de tu regalo”. Al ser un don que te facilita amar todo, a todos y a todas, precisamente debería ser un factor protector frente a la soledad, porque la vida del célibe está llamada a estar constantemente habitada por muchas personas, sin que ninguna se quede a vivir en tu “hogar interior” ni te quedes tú a vivir en exclusiva en ninguna. Ahora bien, tiene una proporción de soledad que es necesario tolerar y que a la vez te facilita la entrada en ese ámbito donde poder estar a solas con Dios, en esa relación espiritual exclusiva, no obstante eres sacerdote, no un coach ni un cooperante de una ONG ni un agente social.

El actual prefecto del Dicasterio para el Clero, cardenal Lazzaro You decía a Omnes que «una persona no está nunca sola si busca vivir en Dios. Nuestro Dios no es soledad, es Uno y Trino». A lo mejor esa soledad es la caja fuerte donde está escondido el tesoro y es necesario encontrar la clave y así poder cantar con san Juan de la Cruz: En soledad vivía / y en soledad ha puesto ya su nido / y en soledad la guía / a solas su querido / también en soledad de amor herido. Es una soledad donde el yo puede desprenderse del ego, del egoísmo, del narcisismo, del egotismo, y entrar en la tienda compartida con la Trinidad, sin máscaras ni ropajes.

La soledad del sacerdote puede acabar en adiciones

La soledad o el aislamiento pueden llevar también a las adicciones. Sí, es algo conocido tanto para las adicciones con sustancia como para las conductuales (juego, sexo, pornografía, pantallas), porque completan una necesidad que tienes de satisfacción y plenitud.

¿Cómo prevenirlas? Para que un adulto sacerdote puede ayudarle a prevenirlas conocer si tiene predisposición a engancharse, porque en él o en la familia hay antecedentes, por ser más impulsivo, con mayor tendencia a buscar la novedad o porque tiene ansiedad o bajo ánimo. Así, estará más pendiente y cuidará cómo atender esto.

Además, tener un diseño de la vida personal interesante, con un proyecto vital individual concreto, con objetivos y metas que le impliquen en su desarrollo. Que estén vivos y no sean robots sin iniciativa.

 Es necesario tener los pies en la realidad y saber que es fácil desarrollar hábitos perjudiciales con las pantallas, las series o la pornografía si no te cuidas. Son personas normales y corrientes. Si cuidan las ocho dimensiones antes referidas la eficacia de la prevención está asegurada.

¿Cómo buscar ayuda para salir de ellas? Basta con ir al médico de atención primaria, a un centro especializado público o privado. En los buscadores de internet aparecen inmediatamente.

Como un coche que necesita las cuatro ruedas bien puestas. ¿Cuáles serían? Biológica: tratar enfermedades de fondo, fármacos para controlar los síntomas. Psicológica: motivación para el cambio, esperanza de una vida mejor, volver a disfrutar, rehumanizarse, rellenar sus carencias y desarrollar nuevos hábitos, y estrategias de regulación emocional y de afrontamiento. Pueden servir los grupos de ayuda como Alcohólicos Anónimos, que los hay de todas las posibilidades. Actitud personal: reconocer la realidad, aceptarla, ser honrado y sincero, asumir las responsabilidades. Ambiental: será necesario un cambio de escenarios y de relaciones.

Vocaciones sacerdotales: una llamada al apoyo y a la formación

En el contexto de la distribución de los Anuarios Pontificios y el Annuarium Statisticum Ecclesiae, publicados por la Librería Editora Vaticana, y editados por la Oficina Central de Estadística de la Iglesia, se ha observado un cierto crecimiento del número de seminaristas en diferentes regiones del mundo en los últimos años. Estos datos numéricos proporcionan una visión detallada de la evolución de las vocaciones sacerdotales y su importancia para la Iglesia a nivel global.

Las vocaciones sacerdotales en todo el mundo

Según los datos proporcionados por el Anuario Pontificio 2022 y el Anuario Estadístico Eclesiástico 2020, publicados por el Vaticano, se ha observado un decrecimiento en el número de seminaristas en diferentes partes del mundo en los últimos años. Los datos reflejan, sin embargo, el interés y el incremento de la vocación de muchas personas hacia la vida religiosa.

Los informes estadísticos indican que la tendencia al alza en el número de religiosos y de católicos como un fenómeno global, aunque con variaciones regionales significativas. Áreas como África y Asia experimentan un aumento del número de vocaciones sacerdotales, mientras que en otras regiones el crecimiento pueda ser negativo.

Es importante destacar que este crecimiento no solo se refiere a la cantidad de seminaristas, sino también a la calidad de su formación y su compromiso con la Iglesia y la comunidad. La formación sacerdotal es un proceso integral que requiere no solo conocimientos teológicos, sino también valores éticos, espirituales y de servicio, entre otros.

Variación de datos numéricos y localización

Durante el período analizado, se ha observado un aumento absoluto de 16 millones de católicos bautizados en el mundo, pasando de 1.344 millones en 2019 a 1.360 millones en 2020, lo que representa aproximadamente un incremento del 1,2 %. Este crecimiento es una señal positiva que refleja el interés y la vocación de muchas personas hacia la vida religiosa y el sacerdocio. Al analizar la distribución de católicos por continentes, se destacan las siguientes tendencias:

Datos destacables del anuario pontificio y del estadístico

El anuario pontificio es una importante fuente de información sobre la Iglesia Católica a nivel mundial. Proporciona datos sobre el número de católicos en el mundo, la cantidad de sacerdotes diocesanos y religiosos, así como la evolución de las vocaciones religiosas y la vida consagrada.

1- Número de católicos en el mundo: expone que el número de católicos en el mundo ha mantenido una tendencia al alza en las últimas décadas, especialmente en regiones como África y Asia. Esta tendencia refleja el crecimiento de la Iglesia Católica en áreas con mayor población y también el esfuerzo de evangelización en distintas partes del mundo.

2- Número de sacerdotes diocesanos y religiosos: proporciona datos sobre la cantidad de sacerdotes diocesanos y religiosos en diferentes países. Este número ha experimentado variaciones significativas en diversas regiones, con áreas como África y Asia, mostrando un aumento en el número de sacerdotes. En algunas partes de Europa y América del Norte se ha observado una disminución de 4.117 sacerdotes en comparación con el año anterior.

3-Número de seminaristas y formación sacerdotal: el número de seminaristas en formación y la formación sacerdotal son aspectos clave de los anuarios. En 2019, el total de candidatos al sacerdocio era de 114.058, mientras que en 2020 disminuyó a 111.855 a nivel mundial. Esta tendencia a la baja se manifestó especialmente en Europa, América y Asia, siendo África la única región que experimentó un aumento en el número de seminaristas mayores durante ese período.

4- Evolución de las vocaciones religiosas y la vida consagrada. En cuanto a la evolución de las vocaciones religiosas y la vida consagrada, se observan cambios significativos. El número de diáconos permanentes aumentó de 48.238 en 2019 a 48.635 en 2020, representando un incremento relativo cercano al 1 %. Este aumento se destacó principalmente en el continente americano, mientras que en Europa se registró un ligero descenso en este grupo.

Por otro lado, los religiosos profesos no sacerdotes aumentaron de 50.295 en 2019 a 50.569 en 2020, con incrementos notables en África, Asia y Europa. Sin embargo, las religiosas profesas experimentaron una disminución global del 1,7 %, con Europa y América como los continentes más afectados por esta tendencia decreciente en la vida religiosa consagrada.

Importancia del apoyo a las vocaciones

El apoyo a las vocaciones sacerdotales es fundamental para el crecimiento y la vitalidad de la Iglesia Católica en todo el mundo. Los datos numéricos reflejan la necesidad de fortalecer la formación y el acompañamiento de los seminaristas para asegurar una preparación integral y comprometida con la comunidad y la fe cristiana.

La Fundación CARF desempeña un papel crucial con un apoyo económico para la formación de seminaristas, brindando oportunidades concretas para que aquellos que sienten la llamada al sacerdocio puedan recibir una educación integral.

El costo de la formación de un seminarista puede variar dependiendo del país y las circunstancias específicas, pero, en general, representa una inversión significativa en tiempo, recursos y esfuerzos dedicados. Esta inversión no solo beneficia al individuo en formación, sino que también impacta positivamente en todos los católicos al asegurar sacerdotes comprometidos y bien preparados para guiar y servir a los fieles.

También los benefactores y amigos de la Fundación CARF rezan para porque el crecimiento en las vocaciones sacerdotales es un indicador positivo para la Iglesia Católica, y el apoyo y la formación adecuada de los seminaristas son esenciales para fortalecer la presencia de la Iglesia en el mundo.