Uganda es uno de esos países donde es común nacer en una familia numerosa, por muy paradójico que parezca. Es el caso de Gerald Emanuel Ongodia, seminarista de la diócesis de Soroti. Tiene diez hermanos, tres chicos y siete chicas, de los cuales dos se marcharon con el Señor.
Nos comparte cómo su vocación sacerdotal fue marcada por la fe y los valores comunitarios de su tierra. En su testimonio, este seminarista destaca la importancia de una formación espiritual sólida, el liderazgo cercano y el uso de tecnologías para transformar vidas.
Suele ocurrir que, en ocasiones difíciles, una madre africana se planteé la opción del aborto por la dificultad de educar a tantos hijos. Esta idea se le pasó por la cabeza a la madre de Gerald en un momento de desesperación.
«Gracias a Dios el embarazo continuó y hoy estoy aquí, con vocación al sacerdocio», dice con alegría Gerald. También agradece la determinación de su padre, catequista, y considera que su vocación tiene sus raíces en estas dos circunstancias de su vida.
Su familia trabaja en el campo y vive de la agricultura. Debido a las dificultades económicas por las que pasaron, sus padres les enseñaron a seguir siempre adelante luchando, trabajando y dejando todo en las manos del Señor, además de saber compartir lo poco o mucho que tienen.
Gerald entró en el seminario menor de su diócesis de Soroti, en Uganda con catorce años. Ahora, con 28 y enviado por su obispo, cursa su último año de Teología en las Духовні факультети Наваррського університету, en Pamplona.
«Mis padres están muy contentos con mi vocación, y están rezando mucho por mí para que el Señor, quien me llamó, me ayude a ser un buen y fiel sacerdote», expresa con emoción.
Uganda es un país que disfruta de libertad religiosa, aunque, como ocurre en muchos otros lugares, hay tensiones y competiciones entre las distintas denominaciones religiosas.
Un problema distinto es la proliferación de determinadas sectas. Gerald cuenta que «aunque el catolicismo es predominante, algunos grupos protestantes y movimientos religiosos no católicos han ganado terreno en muchas partes de Uganda. Las sectas que suelen atraer a la gente se presentan a menudo como más dinámicas, centradas en el bienestar material y la prosperidad, ofreciendo servicios de sanación y ciertos milagros».
Estos son algunos desafíos religiosos a los que se enfrenta su país, en especial, su diócesis, Soroti, situada al noreste de Uganda, una región donde la vida religiosa tiene un papel fundamental.
«Mi diócesis es principalmente católica, y como en muchas otras regiones de Uganda, la fe juega un papel clave en la vida diaria de la gente. La vida religiosa está muy marcada por las tradiciones africanas y las celebraciones litúrgicas como los bautismos, bodas y funerales», explica Gerald.
La mayoría de los católicos en Soroti viven en comunidades rurales, donde la Iglesia católica no es solo un lugar de culto, sino también un centro comunitario de apoyo social, educativo y espiritual.
Por ello, las parroquias organizan numerosas actividades, ofreciendo no solo духовна формація sino también programas para ayudar a los más necesitados.
Otra de las alegrías de su diócesis es el gran número de jóvenes que participan en las actividades de las parroquias.
«Sin embargo, mi diócesis necesita más instrumentos para mejorar la educación, tanto en el ámbito secular como religioso. La diócesis ofrece programas educativos, pero a menudo se enfrenta con limitaciones en cuanto a recursos», se lamenta.
También, el acceso a la atención sanitaria es un desafío, especialmente en áreas rurales. Para contribuir a la mejora de la sanidad, muchos católicos están involucrados en proyectos de salud comunitaria. Es por ello por lo que su diócesis está trabajando para mejorar las condiciones económicas, proporcionando formación en habilidades y apoyando proyectos de desarrollo agrícola. Pero sobre todo sueñan con construir una gran catedral, un proyecto que está ya avanzado en su diócesis.
Soroti también necesita sacerdotes bien formados capaces de ser líderes religiosos en las comunidades rurales.
En este sentido, Gerald tiene claro que, en países como Uganda, los jóvenes sacerdotes del siglo XXI se enfrentan a desafíos únicos, «pero también tienen oportunidades especiales para convertirse en líderes carismáticos y cercanos a la gente».
Con ilusión y lleno de ganas por poner en práctica cuando regrese a su país toda la formación recibida, enumera las cuatro características que debe tener un sacerdote joven de hoy en día:
1. Formación espiritual solida: conocer tanto la teología como la realidad social y cultural de su comunidad.
2. Empatía y cercanía: ser un guía espiritual y un apoyo, especialmente para los más vulnerables.
3. Dominio tecnológico: usar herramientas digitales para evangelizar y conectar con los fieles.
4. Compromiso social: promover la justicia y el bienestar en sus comunidades.
Para terminar este testimonio que comparte con los lectores de la Fundación CARF, Gerald Emanuel Ongodia nos brinda algunas reflexiones para nosotros, los europeos, sobre lo que podemos aprender de África.
Según Gerald, «Europa puede aprender mucho de África, y particularmente de Uganda a ser más vibrantes en la vida comunitaria religiosa. En muchos lugares de África, la vida comunitaria es profundamente significativa. Las comunidades africanas suelen estar muy unidas y tienen una fuerte red de apoyo mutuo».
También, advierte a los europeos que tenemos que fortalecer nuestra resiliencia ante las dificultades: «A pesar de los enormes desafíos socioeconómicos, las personas en Uganda y en gran parte de África muestran una notable capacidad de resiliencia. La esperanza y la fe juegan un papel crucial, y las personas, aunque vivan en condiciones difíciles, mantienen un fuerte sentido de comunidad y de fe», relata.
Además, fijarse también en la espiritualidad y religiosidad tan viva de Uganda y tan vibrante. Porque para este joven seminarista ugandés, las celebraciones litúrgicas, las canciones y las danzas son expresiones auténticas de fe que los cristianos europeos podríamos redescubrir para fortalecer nuestra conexión con Dios.
Y para terminar, la interconexión entre fe y vida cotidiana: «En muchos lugares de África, la fe no es algo separado de la vida cotidiana; está enraizada en todas las acciones diarias. Esto puede inspirar a los europeos a ser más conscientes de cómo la espiritualidad puede ser una guía práctica en la vida diaria», concluye Gerald, despidiéndose con agradecimiento a los benefactores y donantes de la Fundación CARF que hacen posible su sueño de formación.
Марта Сантін, periodista especializada en religión.