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8 April, 25

Viernes de Dolores semana santa María

Viernes de Dolores: camino de fe en Semana Santa

El Viernes de Dolores la Iglesia Católica recuerda a nuestra Madre con el ejercicio del Vía Matrix, que se reza el viernes anterior al Domingo de Ramos, en el pórtico de entrada a la Semana Santa.

En el pórtico de entrada a la Semana Santathe Viernes de Dolores marca una antesala profundamente espiritual que nos invita a contemplar el sufrimiento silencioso y amoroso de nuestra madre, la Virgin Mary. Este día, celebrado el viernes anterior al Domingo de Ramos, se convierte en una oportunidad para acercarnos al corazón de una madre que acompaña el camino de la cruz de su Hijo. En muchas parroquias se sustituye el Vía Crucis por el Vía Matrix que contempla los sufrimientos de María.

Los llamados Siete Dolores de la Virgen María son una devoción centenaria que invita a meditar sobre los momentos más dolorosos que María vivió junto a Jesús. A través de esta meditación, los fieles encuentran un puente para conectar su propio sufrimiento con la esperanza cristiana.

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Los Siete Dolores de la Virgen María

1) La profecía de Simeón

Cuando María presenta a Jesús en el templo, Simeón le anuncia que una «espada le atravesará el alma». Este primer dolor abre el corazón de María a un futuro incierto, lleno de pruebas donde en ella todo es Fe y Esperanza en su Hijo como ya hiciera en su primer gran sí en la Encarnación.

Maestra de caridad. Recordad aquella escena de la presentación de Jesús en el templo. El anciano Simeón "aseguró a María, su Madre: mira, este niño está destinado para ruina y para resurrección de muchos en Israel y para ser el blanco de la contradicción; lo que será para ti misma una espada que traspasará tu alma, a fin de que sean descubiertos los pensamientos ocultos en los corazones de muchos". La inmensa caridad de María por la humanidad hace que se cumpla, también en Ella, la afirmación de Cristo: "nadie tiene amor más grande que el que da su vida por sus amigos".

En plena Semana Santa, este pasaje nos recuerda que la fe no siempre significa certeza, sino confianza en medio de la oscuridad.

2) La huida a Egipto

María y José deben huir a Egipto para proteger al niño Jesús de la amenaza de Herodes. Esta escena nos habla del dolor de la inestabilidad, del abandono de la tierra propia y del temor por la vida de un hijo. La Virgen María se convierte en imagen de todas las madres que deben dejarlo todo por amor.

Después de haberse marchado, un ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto; quédate allí hasta que te avise, porque Herodes va a buscar al niño para acabar con él”. Él se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche y se fue a Egipto. Allí estuvo hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que anunció el Señor por el profeta al decir: “De Egipto llamé a mi hijo” (Mt 2, 13-15).

María cooperó con su caridad para que nacieran en la Iglesia los fieles, miembros de aquella Cabeza de la que es efectivamente madre según el cuerpo. Como Madre, enseña; y, también como Madre, sus lecciones no son ruidosas. Es preciso tener en el alma una base de finura, un toque de delicadeza, para comprender lo que nos manifiesta, más que con promesas, con obras.

3) El Niño Jesús perdido en el templo

Durante tres días, María y José buscan a Jesús, que se había quedado en el templo. La angustia de la pérdida y la impotencia ante lo que no se comprende son emociones humanas que todos hemos vivido. La Virgen María las asume con fe y humildad.

El Evangelio de la Santa Misa nos ha recordado aquella escena conmovedora de Jesús, que se queda en Jerusalén enseñando en el templo. María y José anduvieron la jornada entera, preguntando a los parientes y conocidos. Pero, como no lo hallasen, volvieron a Jerusalén en su busca. "The Mother of God, who eagerly sought her son, lost through no fault of hers, who experienced the greatest joy in finding him, will help us to retrace our steps, to rectify what is necessary when, because of our lightness or sins, we fail to distinguish Christ. We will thus attain the joy of embracing Him again, to tell Him that we will not lose Him any more (Friends of God, 278).

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4) María encuentra a Jesús camino del Calvario

En la vía dolorosa, María se encuentra con su Hijo cargando la cruz. No puede detener el sufrimiento, pero está allí. Esta escena, tan representativa en las procesiones de Semana Santa, nos habla del valor de la presencia, de estar junto al que sufre aunque no podamos cambiar su destino.

Hardly has Jesus risen from his first fall, when he meets his Blessed Mother, beside the road through which he is passing.

With immense love Mary looks at Jesus, and Jesus looks at his Mother; their eyes meet, and each heart pours into the other its own sorrow. Mary's soul is flooded with bitterness, in the bitterness of Jesus Christ.

O you who pass by on the way, look and see if there is any sorrow comparable to my sorrow (Lam I, 12).

Pero nadie se da cuenta, nadie se fija; sólo Jesús.

Se ha cumplido la profecía de Simeón: una espada traspasará tu alma (Lc II,35).

En la oscura soledad de la Pasión, Nuestra Señora ofrece a su Hijo un bálsamo de ternura, de unión, de fidelidad; un sí a la voluntad divina.

De la mano de María, tú y yo queremos también consolar a Jesús, aceptando siempre y en todo la Voluntad de su Padre, de nuestro Padre.

Sólo así gustaremos de la dulzura de la Cruz de Cristo, y la abrazaremos con la fuerza del amor, llevándola en triunfo por todos los caminos de la tierra. Estación IV Vía Crucis.

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5) La crucifixión y muerte de Jesús

El corazón de María se rompe al ver morir a su Hijo en la cruz. Este dolor resume el sacrificio más grande, el del amor que no se guarda nada. La Virgen María permanece de pie, firme en la fe. En el Viernes de Dolores, esta imagen cobra una fuerza especial, recordándonos que la esperanza cristiana nace en la cruz.

Estaban de pie junto a la Cruz de Jesús su madre y la hermana de su madre, María de Cleofás, y María Magdalena. Viendo Jesús a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dijo a su Madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora el discípulo la tomó consigo. Después de esto, sabiendo Jesús que todo se había consumado, para que se cumpliera la Escritura, dijo: “Tengo sed”. Había allí un vaso lleno de vinagre; y atando a una rama de hisopo una esponja empapada en el vinagre, se la acercaron a la boca. Cuando Jesús tomó el vinagre, dijo: “Todo está consumado”. E inclinado la cabeza, entregó el espíritu (Jn 19, 25-30).

En el escándalo del Sacrificio de la Cruz, Santa María estaba presente, oyendo con tristeza a los que pasaban por allí, y blasfemaban meneando la cabeza y gritando: ¡Tú, que derribas el templo de Dios, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo!; si eres el hijo de Dios, desciende de la Cruz. Nuestra Señora escuchaba las palabras de su Hijo, uniéndose a su dolor: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Qué podía hacer Ella? Fundirse con el amor redentor de su Hijo, ofrecer al Padre el dolor inmenso —como una espada afilada— que traspasaba su Corazón puro.

6) Jesús es bajado de la cruz y entregado a su madre

María recibe en sus brazos el cuerpo muerto de Jesús. Es un momento de silencio, de luto profundo. Ella lo abraza con el mismo amor con el que lo recibió al nacer. En este gesto está toda la ternura de una madre que sigue amando incluso en la muerte.

Now, as we stand before that moment of Calvary, when Jesus has already died and the glory of his triumph has not yet been manifested, it is a good opportunity to examine our desires for Christian life, for holiness; to react with an act of faith to our weaknesses, and trusting in the power of God, to resolve to put love into the things of our day. The experience of sin should lead us to sorrow, to a more mature and deeper decision to be faithful, to truly identify ourselves with Christ, to persevere, whatever the cost, in that priestly mission that he has entrusted to all his disciples without exception, which urges us to be salt and light of the world. (Christ Is Passing By, 96). Es Cristo que pasa, 96

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7) Dan sepultura al cuerpo de Jesús

Finalmente, María acompaña a su Hijo al sepulcro. La piedra se cierra, y todo parece acabado. Pero en el corazón de María late la esperanza. Sabe que Dios cumple sus promesas, aunque ahora todo sea silencio y oscuridad.

Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por temor a los judíos, pidió a Pilato permiso para retirar el Cuerpo de Jesús. Pilato lo concedió. Fue, pues, y retiró el cuerpo de Jesús. Llegó también Nicodemo –el que antes había ido a él de noche- trayendo una mezcla de mirra y áloe, como de unas cien libras. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron con lienzos y aromas, como acostumbran a sepultar los judíos. Había un huerto en el lugar donde fue crucificado, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el que todavía nadie había sido sepultado. Como era la Preparación de los judíos, y por la proximidad del sepulcro, pusieron allí a Jesús (Jn 19, 38-42).

Vamos a pedir ahora al Señor, para terminar este rato de conversación con El, que nos conceda repetir con San Pablo que "triunfamos por virtud de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni virtudes, ni lo presente, ni lo venidero, ni la fuerza, ni lo que hay de más alto, ni de más profundo, ni cualquier otra criatura podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está en Jesucristo Nuestro Señor".

La Virgen María como compañera en el dolor

Meditar los Siete Dolores de la Virgen María no es quedarse en el sufrimiento, sino descubrir una manera de vivirlo con sentido. María no es una figura lejana, sino una madre que conoce nos conoce y que ha vivido el dolor humano. En Semana Santa, su corazón traspasado se convierte en refugio para quienes atraviesan pruebas.

The Viernes de Dolores es una ocasión especial para rezar el Rosario de los Siete Dolores o simplemente para hacer una oración desde lo más profundo del corazón. La espada que atraviesa el corazón de María puede convertirse en una luz para nuestras propias heridas.

Semana Santa: tiempo para abrir el corazón

Vivir la Semana Santa es adentrarse en el misterio del amor de Dios. Y María, con su corazón herido, pero lleno de fe, es la mejor guía. Su presencia discreta y valiente en cada paso de la pasión de Cristo nos recuerda que el dolor no es el final, sino el inicio de una transformación.

Este Viernes de Dolores, pongamos nuestro corazón junto al de María. Escuchemos su silencio, aprendamos de su fortaleza, y dejemos que su fe nos inspire a vivir esta Semana Santa con un espíritu nuevo.

Y llega el Domingo de Ramos

El Domingo de Ramos es como el pórtico que precede y dispone al Triduo Pascual: «este umbral de la Semana Santa, tan próximo ya el momento en el que se consumó sobre el Calvario la Redención de la humanidad entera, me parece un tiempo particularmente apropiado para que tú y yo consideremos por qué caminos nos ha salvado Jesús Señor Nuestro; para que contemplemos ese amor suyo —verdaderamente inefable— a unas pobres criaturas, formadas con barro de la tierra». (St. Josemaría, Amigos de Dios, n. 110.)


Bibliography:

OpusDei.org

Hallow.com

Imágenes procedentes de la película La Pasión de Mel Gibson.