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23 Haziran, 25

Opus Dei'nin kurucusu Aziz Josemaría Escrivá, siyah beyaz bir fotoğrafta.

26J san Josemaría: el santo de la vida ordinaria

Cada 26 de junio, la Iglesia celebra la fiesta litúrgica de san Josemaría Escrivá de Balaguer, sacerdote y fundador del Opus Dei. Ese mismo día, en 1975, falleció en Roma tras una vida dedicada a anunciar un mensaje que cambiaría la vida de millones de personas: todos estamos llamados a la santidad, también en medio del mundo, a través de la santificación del trabajo cotidiano y las tareas ordinarias.

San Josemaría nació el 9 de enero de 1902 en Barbastro (Huesca), en una familia profundamente cristiana. Era el segundo de seis hijos. Su padre, José, era comerciante; su madre, Dolores, una mujer piadosa que transmitió a sus hijos una fe viva y sencilla. Cuando Josemaría tenía trece años, la familia se trasladó a Logroño debido a la quiebra del negocio familiar. Este cambio de ciudad marcaría un momento clave en su vida espiritual.

Un día de invierno, durante una nevada, vio en la calle las huellas de los pies en la nieve que había dejado un carmelita descalzo. Aquello le impresionó hondamente: percibió que Dios quería algo de él. Años después, recordaría aquel instante como el inicio de una intuición interior, de una llamada difusa, una inquietud espiritual que fue creciendo.

Aunque no sabía exactamente qué le pedía el Señor, decidió hacerse sacerdote como forma de estar más disponible para cumplir la voluntad divina. Ingresó en el seminario de Zaragoza, donde comenzó sus estudios eclesiásticos, que compaginó más tarde con los de Derecho. Fue ordenado sacerdote el 28 de marzo de 1925.

Tras un breve periodo como coadjutor en una parroquia rural en Perdiguera, se trasladó a Madrid para continuar su formación académica. Allí trabajó como capellán y atendía a enfermos, estudiantes y personas necesitadas.

Fue en ese ambiente urbano, en contacto con personas de todo tipo y condición, donde su vida dio un giro definitivo. El 2 de octubre de 1928, durante un retiro espiritual, recibió con claridad interior la misión que Dios le encomendaba: fundar el Opus Dei. Comprendió que debía abrir un camino dentro de la Iglesia para ayudar a descubrir que todos los hombres y mujeres, independientemente de su estado, profesión o condición social, están llamados a buscar la santidad en su vida ordinaria a través del trabajo de cada uno.

Dibujo animado de San Josemaría Escrivá con símbolos asociados: una cruz, un rosario, una rosa roja y el libro "Camino".
Representación de san Josemaría Escrivá y algunos elementos clave de su vida y mensaje.

¿Quién fue san Josemaría y por qué se celebra el 26 de junio?

La inspiración inicial le mostró que cualquier tarea honesta –desde un quirófano a un despacho, una cocina, una fábrica, el campo o un aula– podía ser lugar de encuentro con Dios. No se trataba de hacer cosas extraordinarias, sino de realizar lo ordinario con amor, con perfección, con sentido cristiano. El trabajo, vivido con esta actitud, se convertía en medio de santificación personal y de servicio a los demás. Esta visión rompía moldes en una época en la que la santidad se asociaba casi exclusivamente a la vida religiosa o sacerdotal. Josemaría insistía una y otra vez a todo el mundo que Dios no llama sólo a algunos, sino a todos.

En los primeros años, el Opus Dei comenzó de manera muy humilde: apenas un puñado de jóvenes en Madrid que escuchaban a aquel sacerdote hablarles de una vida cristiana coherente, alegre, exigente y comprometida con el mundo. En 1930, entendió también que esta llamada era para mujeres, y en 1943 fundó la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, como parte de la estructura del Opus Dei, para integrar también a piskoposluk rahipleri.

La expansión fue lenta al principio, marcada por las dificultades sociales y políticas de la España del momento. Durante la Guerra Civil, el fundador tuvo que esconderse por su condición de sacerdote. Al finalizar el conflicto, retomó su labor con renovado impulso.

Pero en 1946 se trasladó a Roma, desde donde impulsó el desarrollo internacional de la Obra. En 1950, la Santa Sede concedió la aprobación definitiva al Opus Dei, reconociendo la validez de este nuevo camino dentro de la Iglesia. La expansión fue progresiva: llegaron a países de Europa, América, Asia y África.

Desde el principio de su ordenación, san Josemaría desarrolló una intensa actividad pastoral y formativa. Predicó retiros, escribió libros de espiritualidad –entre ellos el más conocido, Camino, publicado por primera vez en 1939– y acompañó espiritualmente a muchas personas.

En todos sus escritos y encuentros insistía en el valor de las pequeñas cosas, en la importancia de hacerlas bien y con amor de Dios. «Dios nos espera en las cosas pequeñas», solía decir. Su espiritualidad no era complicada ni inaccesible, sino profundamente encarnada en la vida cotidiana con una marcada confianza en ser hijo de Dios: la filiación divina llena toda la vida de la persona.

Murió en Roma el 26 de junio de 1975, de forma inesperada, recién llegado a su residencia en la sede central del Opus Dei, Villa Tevere, tras ver y tener un rato de tertulia con sus hijas del Colegio Romano de Santa María.

Así lo relata el beato Álvaro del Portillo en una entrevista sobre el fundador. «A las once y cincuenta y siete entramos en el garaje de Villa Tevere. En la puerta nos esperaba un miembro de la Obra. El Padre bajó rápidamente del coche, con el rostro alegre; se movía con agilidad, tanto, que se volvió para cerrar personalmente la puerta. Dio las gracias al hijo suyo que le había ayudado y entró en casa.

Saludó al Señor en el oratorio de la Santísima Trinidad y, como solía, hizo una genuflexión pausada, devota, acompañada por un acto de amor. A continuación subimos hacia mi despacho, el cuarto donde habitualmente trabajaba y, pocos segundos después de pasar la puerta, llamó: ¡Javi!

Don Javier Echevarría se había quedado detrás, para cerrar la puerta del ascensor, y nuestro Fundador repitió con más fuerza: ¡Javi!; y después, en voz más débil: No me encuentro bien. Inmediatamente el Padre se desplomaba en el suelo. Pusimos todos los medios posibles, espirituales y médicos. En cuanto advertí la gravedad de la situación, le impartí la absolución y la Unción de los enfermos, como deseaba ardientemente: respiraba aún. Nos había suplicado con fuerza, infinidad de veces, que no le privásemos de aquel tesoro».

Posiblemente, tras saludar con una jaculatoria al cuadro de la Virgen María de Guadalupe, como siempre solía hacer al entrar en cualquier estancia de la casa, con ese último pequeño acto de amor se desplomó. Ese mismo día comenzó a expandirse entre los fieles la fama de su santidad.

En 1992 fue beatificado por san Juan Pablo II, y en 2002 fue canonizado, también por el mismo pontífice, quien afirmó durante la homilía: «Con sobrenatural intuición, san Josemaría predicó incansablemente la llamada universal a la santidad y al apostolado. Cristo llama a todos a la perfección cristiana: obreros y campesinos, intelectuales y artistas, personas de todas las profesiones, condiciones sociales y culturas».

Un camino de santidad en medio del mundo

Hoy, el mensaje de san Josemaría sigue inspirando a miles de personas en todo el mundo. El Opus Dei está presente en 68 países y ofrece formación espiritual y humana a cristianos de todos los ámbitos sociales. Su legado no se limita a la creación de una institución, sino que reside, sobre todo, en haber abierto un camino nuevo para vivir el Evangelio en el corazón del mundo.

Celebrar la fiesta de san Josemaría el 26 de junio es recordar la llamada de Dios a vivir con plenitud en medio de lo ordinario. Es una invitación a todos –laicos, sacerdotes, casados, solteros– a buscar la santidad en la vida diaria, en el trabajo, en la familia, en el descanso, en los deberes profesionales y en las relaciones humanas. Él mismo decía: «Allí donde están vuestras aspiraciones, vuestro trabajo, vuestros amores, allí está el sitio de vuestro encuentro cotidiano con Cristo».

En definitiva, san Josemaría fue un instrumento en manos de Dios para recordarnos algo profundamente evangélico: que no hay cristianos de segunda o de primera división, que todos –tú y yo– estamos llamados a la plenitud del amor, sin necesidad de cambiar de vida, sino cambiando el corazón con el que la vivimos.

Aziz Josemaría'nın şefaatiyle dua etmek

Los cristianos han acudido siempre a la intercesión de los santos para que lleven su oración a la presencia de Dios. Puede descargar la oración en más de 30 idiomas.

Estampa de san Josemaría Escrivá con una oración por su intercesión.

Bibliyografya:

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