Cecil Agutu es un seminarista keniano que estudia Teología en la Universidad de Navarra gracias a una beca de la Fundación CARF. Cecil, además, encabeza un proyecto de parroquia su pueblo natal, Kagan, que se encuentra en el condado rural de Homa Bay en Kenia, la Uganda Martyrs Achego Catholic Church. El objetivo de esta parroquia es múltiple, porque no solo atenderá a los fieles del condado, sino que contribuirá a mejorar la salud, la educación y el empleo de sus habitantes.
Esta parroquia aglutinará a las 21 capillas que dependen de ella y que atienden a 3.080 católicos y a una comunidad más amplia de 30.553 habitantes. “Se trata de un noble proyecto que hará un enorme bien a muchas familias”, afirma Cecil a la Fundación CARF.
«Estamos levantando la nueva parroquia desde cero. Hasta ahora hemos conseguido poner los vasos litúrgicos básicos necesarios para celebrar la misa y otras celebraciones y también, construir la casa parroquial, de modo que el párroco ya ha podido vivir en la parroquia para servir a los fieles. Lo que nos proponemos hacer ahora es construir la iglesia y la ermita de María, oficinas parroquiales e instalaciones relacionadas», explica.
La construcción de la parroquia implicará también la creación de un hospital. La clínica y los dos dispensarios que existen en la zona se quedan escasos para los más de 30.000 habitantes porque las instalaciones son limitadas para dolencias simples y primeros auxilios. Además no hay médico que los atienda. Muchas veces la gente debe recorrer más de 29 kilómetros para recibir atención médica.
La parroquia también contará con un pozo de agua. La falta de agua potable es la mayor necesidad de la comarca, ya que no hay río ni suministro hídrico público. Este pozo abastecerá a 1.055 personas de los alrededores y, en tiempos de sequía, a otras 1.272 personas que viven a más de un kilómetro.
Además, aumentará el nivel educativo gracias a las mejoras de los colegios de Primaria y Secundaria de Achego que están patrocinados por la Iglesia Católica y que cuentan con el mayor número de niños de la zona. También se construirá un segundo colegio en el pueblo de God Ndiru, que por ahora carece de profesores y aulas.
Por último, la construcción de la iglesia conllevará la edificación de infraestructuras vitales como una carretera adecuada y electricidad, lo que abrirá la zona a los negocios y al empleo para los jóvenes. En este vídeo, Cecil explica el proyecto de su parroquia: “Levantar la vela”.
«El proyecto de parroquia que queremos construir aglutinará a las 21 capillas que dependen de ella y que atienden a 3.080 católicos y a una comunidad más amplia de 30.553 habitantes. Se trata de un noble proyecto que hará un enorme bien a muchas familias», afirma Cecil a la Fundación CARF.
Hace 93 años, llegaron a Kagan (Kenia, África) los primeros misioneros católicos y desde entonces se han producido muchas conversiones. Durante este tiempo, los católicos han promovido casi la mitad de los colegios existentes en el pueblo rural: quince colegios de Primaria y seis de Secundaria. La otra mitad han sido creados por el gobierno.
También han construido en este tiempo tres pozos, dos en aldeas y otro para el único centro de salud gubernamental existente en Kagan, lo que supone tantos como los que ha construido en ese mismo tiempo el gobierno.
Solo desde el mes de setiembre de 2018, la iglesia de Kagan ha sido erigida en parroquia, denominada Uganda Martyrs Achego Catholic Parish. Esto supone que, al fin, el pueblo dispone de la presencia permanente de al menos un sacerdote residente y servicio continuo de misas, además de atender a las familias que viven en zonas dispersas del subcondado.
El sacerdote Philip Scheffer y el sacerdote Hotsman, los primeros misioneros, cruzaron el lago Victoria desde la estación católica de Ojola, en Kisumu, para establecer la parroquia de Santa Teresa Asumbi en 1912. El lugar estaba lleno de animales salvajes y de magos que guardaban serpientes en pequeñas macetas llamadas Asumbi. Más tarde, la zona pasó a llamarse Asumbi.
Los misioneros construyeron una iglesia de paja en 1915 que los no creyentes quemaron en 1917. Para asombro de la gente, el fuego no quemó el sagrario, lo que motivó a los misioneros a construir otra iglesia de paja. D. Hotsman viajó a Europa en 1919 con muestras de tierra roja de Asumbi para que se probara si se podía utilizar para fabricar ladrillos.
Con la ayuda de los creyentes locales, los misioneros fabricaron miles de ladrillos entre 1922 y 1923. La iglesia de Santa Teresa Asumbi se terminó de construir en 1928 y sirvió a personas de zonas lejanas. Más tarde, las Hermanas Franciscanas de San José crearon el Convento de Asumbi y la Escuela de maestros de Asumbi. También se construyó en la zona un colegio femenino de Primaria y Secundaria.
«En 1974 se estableció una capilla dependiente de la parroquia de Santa Teresa Asumbi en mi pueblo de Kagan, en un lugar conocido como Achego. Consistía en una plataforma cubierta con láminas de hierro. Achego fue el lugar donde mis antepasados se asentaron por primera vez cuando emigraron a esta zona. El terreno de la iglesia, el colegio de primaria y la escuela de secundaria cercanas fueron donadas por mi familia», cuenta Cecil.
Cecil es católico de tercera generación. Sus abuelos se convirtieron al catolicismo. «Mi abuelo, Valentine Agutu, era polígamo y antes de convertirse, había practicado la religión del animismo africano. Junto con mi abuela, Susana Odero Agutu, se convirtieron a la Iglesia católica gracias a la labor de los misioneros católicos de la Sociedad de San José en nuestro distrito rural», relata.
Es el segundo de seis hermanos, tres hermanas y tres hermanos. Su padre murió hace un año y medio y, como primer varón de la familia, ahora le toca ayudar a su madre, Joyce Agutu.
«La parroquia más cercana a nuestra casa, la de Santa Teresa Asumbi, estaba a 7 kilómetros de distancia y mi padre contaba que, de niño, iba andando hasta allí para confesarse los sábados y asistir a la Santa Misa los domingos. Mi madre era anglicana y se convirtió a la Iglesia Católica después de casarse con mi padre».
Cecil estudió un grado en Matemáticas, Economía y Sociología en la Egerton University de Kenia. Más tarde estudió un máster en Gestión Pública y del Desarrollo en la University of the Witwatersrand, en Johannesburgo (Sudáfrica) y un máster en Filosofía en Strathmore University en Kenia.
«Trabajé mucho en el campo del desarrollo con organizaciones no gubernamentales, sobre todo en proyectos en zonas rurales y en barrios menos privilegiados de zonas urbanas, durante 17 años, antes de venir a Pamplona a estudiar Teología. Soy agregado de la Prelatura del Opus Dei y estudio el segundo curso de la Licenciatura de Teología Dogmática de la Universidad Eclesiástica de Navarra. Resido en el Colegio Mayor Aralar», explica.
Al final del curso académico se le comunicará su ordenación sacerdotal.
Habitualmente, los católicos en Kenia tienen que recorrer largas distancias, generalmente andando, para confesarse y asistir a la Santa Misa, debido a la escasez de iglesias y a los pocos sacerdotes que hay para atenderlas.
Además, debido a la baja formación humana, espiritual y económica de la población, persisten prácticas culturales, como la poligamia, que perjudican la dignidad de las personas y dificultan la difusión y práctica de la fe católica, y es frecuente la propagación de sectas y de otras comunidades heterodoxas.