Anto Benzigar, seminarista de la India, ingresó a la edad de 17 años en el seminario. Ahora, con 26 (en 2025), estudia el cuarto año de Teología en las Navaros universiteto bažnytiniai fakultetai y reside en el seminario internacional Bidasoa, en Pamplona.
Anto descubrió el amor de Dios desde niño: «Desde muy temprana edad recibí el alimento espiritual que necesitaba de mi familia, el catecismo y una formación en la asociación Little Way. A través de la vida de oración de mis padres, y su total confianza en Cristo y devoción a María Santísima, me di cuenta del amor de Dios, mi Padre todopoderoso».
Porque para él, la formación recibida en casa, en la familia, es un tesoro que todos debemos agradecer a nuestros padres. Una formación cristiana que queda impregnada en nuestra alma.
«Las familias keralitas (sur de la India), como la mía, a menudo tienen una fe católica profundamente arraigada que se transmite de generación en generación. Esta determinación en la oración familiar y las prácticas espirituales puede ser una lección valiosa para las familias europeas que buscan fortalecer su fe», señala este joven seminarista indio.
Durante su infancia, servir como monaguillo suscitó en él un deseo ardiente de convertirse en sacerdote católico. Y después de terminar sus estudios de Secundaria, ingresó en el seminario un 31 de mayo de 2015. La fecha exacta la recuerda con mucha alegría y esperanza.
El origen del cristianismo en su diócesis (Neyyattinkara) data del año 1600, cuando un grupo de católicos bautizados por san Francisco Javier, se establecieron en algunas localidades de la zona como Neyyattinkara, Vlathankara, Amaravila y Parassala.
En 1707, el misionero jesuita p. Severia Borgis inició la Misión Nemom. Los primeros conversos procedían de la comunidad de Nair y la primera iglesia de esta diócesis fue erigida en 1775 en Amaravila.
Pero la propagación de la fe católica se incrementó en su diócesis a principios del siglo XX con la actividad misionera del santo arzobispo Aloysius Maria Benziger (OCD).
«Su vida santa, su poderoso liderazgo, su celo misionero y su generosa asistencia a los sacerdotes misioneros allanaron el camino para la formación de varias comunidades eclesiales y la erección de muchas iglesias», expresa Anto.
Finalmente, el 14 de junio de 1996, san Juan Pablo II, mediante la bula Ad Aptius Provehendum erigió la diócesis Latina de Neyyattinkara.
Hoy en día, la población total de esta diócesis es de 1.467.000 habitantes, de los cuales 160.795 son fieles católicos, un 11 %.
«Con una población católica relativamente pequeña en comparación con la población total, existe una necesidad potencial de evangelización y de llegar a más personas», dice Anto, quien afirma que las necesidades de vocaciones y la escasez de sacerdotes en su diócesis es un gran desafío.
Paradójicamente, esta zona de la India cuenta con muchas parroquias y centros misioneros, y es una gran responsabilidad de la diócesis atender pastoralmente y de forma adecuada a sus fieles, porque, además, la gente de la India respeta al sacerdote católico y le tiene gran estima.
Esta escasez de sacerdotes no impide que la vida parroquial de Kerala sea muy activa, con vibrantes comunidades que fomentan un sentido de pertenencia y participación en la Iglesia.
«Esto es algo que puede inspirar a las parroquias europeas: crear entornos más atractivos e inclusivos para los jóvenes», señala este joven seminarista.
Otra de las riquezas de Kerala, la provincia de Anto Benzigar, es el rico patrimonio cultural que combina tradiciones hindúes, cristianas y musulmanas. Para él, esta diversidad cultural crea una sociedad única y vibrante donde personas de diferentes orígenes pueden vivir y trabajar juntas.
«Creo que esta característica puede inspirar a los europeos a abrazar la diversidad cultural y aprender de diferentes tradiciones», señala.
Algo que también los europeos pueden aprender de su país es cómo superar los obstáculos: «Kerala se ha enfrentado a numerosos desafíos, incluidos desastres naturales y problemas socioeconómicos. Sin embargo, el pueblo keralita ha demostrado una notable resiliencia y un fuerte sentido de comunidad para superar estas adversidades. Este espíritu de perseverancia puede ser una inspiración para los europeos de cara a enfrentarse a sus propias dificultades».
Pero Anto Benzigar también está adquiriendo grandes conocimientos de España. Además del idioma que le da una perspectiva internacional, la herencia cultural de nuestro país y sus diferentes formas de pensar.
Por su puesto, como él asegura, la riqueza histórica y artística de España le está proporcionando una visión más profunda del pasado del país.
Pero lo más importante es la perspectiva internacional que le brinda residir en el Bidasoa tarptautinis seminaras: «Conocer a personas de diversos orígenes y culturas fomenta la comprensión, la tolerancia y una visión del mundo más amplia», expresa con satisfacción.
A esto añade la amplia formación teológica, espiritual, humana y comunitaria, porque, para él, vivir en un seminario fomenta un sentido de comunidad y de valores compartidos.
“«Estoy aprendiendo a vivir más próximo a los demás, cultivar relaciones y apoyarnos mutuamente en este viaje espiritual. Por otra parte, la experiencia pastoral que estoy adquiriendo como el voluntariado en parroquias locales o el trabajo con comunidades marginadas, es de gran valor para servir a los demás. Todo ello contribuye a un crecimiento personal más profundo, a administrar mi tiempo, desarrollar la autodisciplina y cultivar la paz interior», concluye.
Ante el gran desafío al que se enfrentará cuando regrese a su país, este joven seminarista de la India se atreve a lanzar siete características que debe reunir un sacerdote del siglo XXI cuyo fin sea vivir al pueblo al que sirve.
Marta SantínŽurnalistas, besispecializuojantis religinės informacijos srityje.