La Navidad cristiana es la fiesta del amor y la alegría, de la esperanza, de la reconciliación, de la justicia y de la paz.
Todos estos sentimientos, serán reales si dejamos que el Niño Jesús nazca en nuestros corazones y los ilumine. Porque, como dijo Benedicto XVI, «si no se reconoce que Dios se hizo hombre, ¿qué sentido tiene celebrar la Navidad? La celebración se vacía».
Con el sentido de la Navidad católica, cambial la forma de adorar a Dios. El cristiano pasa de orar mirando al cielo, a volver los ojos a la tierra para reparar en la fragilidad de un niño pequeño que duerme entre la paja de un pesebre. La grandeza infinita de Dios se torna en la fragilidad de un niño recién nacido. De pronto, dos conceptos como la divinidad e infancia, hasta entonces muy distantes, se unen en una persona y misma dirección. El sentido de la クリスマス es la revelación de los más sencillos, que pone a prueba la sabiduría de los sabios y entendidos.
Los primeros indicios de adornos al árbol nos llevan a Alemania en donde se le colgaban frutos, recordando el árbol de la vida del paraíso. Hoy, el árbol de Navidad es más que una decoración, es una señal de alegría para todo el mundo.
En palabras de san Juan Pablo II: «en invierno, el abeto siempre verde se convierte en signo de la vida que no muere […] El mensaje del árbol de Navidad es, por tanto, que la vida es ‘siempre verde’ si se hace don, no tanto de cosas materiales, sino de sí mismo: en la amistad y en el afecto sincero, en la ayuda fraterna y en el perdón, en el tiempo compartido y en la escucha recíproca».