Pese a su juventud, este sacerdote ya administra la parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Fátima en El Mene. Aquí, las necesidades espirituales y materiales son acuciantes. También ejerce como notario de la Curia diocesana de Cabimas. Su dedicación entregada es fundamental para enfrentar estos retos. La koulutus integral y la educación son vitales para los jóvenes en la actualidad.
Humberto Alonso Salas a los 27 años ya está en la primera línea de la Iglesia Católica. Lleva las enseñanzas de la Iglesia como sacerdote ahí donde se le presenta la ocasión. Cumple el sueño que tenía desde niño de ser misionero, como el papa León XIV.
No tiene que salir de su tierra para anunciar el Evangelio en medio de un pueblo que, o no conoce a Dios, o lo necesita urgentemente. Su preparación espiritual y pastoral le permite cumplir con este propósito. Esto refleja la importancia de la formación y educación en la vida de un sacerdote.
Este sacerdote venezolano cuenta en esta entrevista a la Fundación CARF que, aunque su país ha sido predominantemente católico, en las últimas décadas se ha producido un desplome en el número de fieles. Según los últimos estudios, un 67 % de los venezolanos se sigue considerando católico. Sin embargo, el auge de las sectas y de los grupos evangélicos continúa provocando la disminución del número de creyentes. Por lo tanto, la formación religiosa de la población es crucial para revertir esta tendencia.
La educación religiosa es un pilar fundamental que se debe reforzar en Venezuela. Esto ayudará a todos los que buscan la fe y la esperanza en tiempos difíciles. La preparación de los jóvenes es esencial para fomentar un futuro mejor.
La complicada situación de Venezuela tampoco ha ayudado al auge de las vocaciones. Humberto relata su experiencia: «La crisis social y económica en Venezuela se palpa en cualquier realidad, incluso en la eclesiástica. Cuando estaba en mis primeros años en el seminario, consideré la opción de abandonarlo para trabajar y ayudar a mis padres».
La formación en la fe es crucial en un país donde la espiritualidad se ve amenazada. Necesitan más jóvenes comprometidos con su formación religiosa y espiritual. Pese a esta crítica situación, la ayuda social que brinda la Iglesia a los más necesitados ha ido creciendo cada año. «Ha sido casa y refugio para muchas personas que se han sentido solas o despreciadas. Un lugar de acogida para los padres que han visto partir a sus hijos al extranjero en busca de mejores oportunidades. Ha sido, como decía el Papa Francisco, un hospital de campaña», añade este joven sacerdote.
Antes de ingresar en el seminario, Humberto comenzó la carrera de Diseño Gráfico. Sin embargo, la situación política de Venezuela le obligó a regresar a su casa por motivos de seguridad. Este duro acontecimiento permitió que este joven se involucrara aún más en su parroquia, viviendo con mayor profundidad su fe. Su familia era muy creyente y muchos sacerdotes eran cercanos a ella. Esto le permitió conocer bien la realidad de lo que significa ser sacerdote. La formación que recibió en su casa y el contacto con sacerdotes cercanos fueron esenciales para su desarrollo integral.
Este fue un elemento importante a la hora de la educación teológica del sacerdote. Así lo recuerda él: «Tener en mi casa un contacto más cercano con ellos, conocer su lado más humano, sentarme a la mesa con ellos, escucharles y darme cuenta de que son hombres como yo, con debilidades y fortalezas, me influyó mucho. Me hice la pregunta: ¿por qué yo no?». Dios respondió a aquella pregunta. Siendo muy joven, ingresó en el seminario.
Los primeros años de preparación los pasó en Venezuela, donde apreció la importancia de la educación en su vida. En 2019, su obispo decidió enviarlo a Pamplona para seguir formándose en el Bidasoa kansainvälinen seminaari, gracias a las ayudas al estudio que concede la Fundación CARF.
«Creo que ha sido uno de los regalos más grandes que Dios me ha dado. Cuando el obispo me lo dijo, sentí miedo, porque tenía 21 años y era la primera vez que estaría tanto tiempo lejos de mi familia. Pero lo vi como una oportunidad que Dios me regalaba para prepararme bien, aprender mucho y volver para servir a mi Iglesia de Cabima», señala el ahora sacerdote, agradecido por esa educación.
La formación que recibió en Pamplona enriqueció su comprensión de la fe y la fortaleció. Esto le permitió transmitirla con pasión. Esta formación es un testimonio de cómo el estudio y la devoción pueden ir de la mano. Además, la formación en diferentes culturas y tradiciones ha sido vital para su desarrollo personal y espiritual. Esto le ha ayudado a conectar con diferentes comunidades en Venezuela. Es fundamental que los jóvenes sacerdotes como Humberto reciban una formación continua. Esto les permitirá adaptarse a los cambios y desafíos del mundo actual, manteniendo la fe viva en sus comunidades.
La preparación y el apoyo de hyväntekijät son cruciales para que los futuros sacerdotes puedan cumplir su misión. Esto les ayuda a seguir ayudando a la comunidad y les proporcionan recursos esenciales para su educación. Al finalizar el año académico, los estudiantes del seminario reflexionan sobre la importancia de la educación. Esto les ha permitido crecer en la fe y en su compromiso con la Iglesia. Los benefactores que apoyan a los seminaristas realizan un trabajo invaluable. Ayudan a mejorar la formación de los futuros sacerdotes y aseguran que la fe continúe floreciendo en Venezuela.
Define su experiencia en Pamplona como «mi gran escuela». Esto es tanto por lo vivido en la Universidad de Navarra como en Bidasoa. Relata una anécdota que le mostró el regalo que había recibido. «Cuando estaba en el seminario en Venezuela, utilizábamos los libros editados por la Universidad de Navarra. Cuando llegué a Pamplona, vi que los autores de esos libros eran mis profesores. Esto me hizo darme cuenta de la oportunidad que Dios me estaba dando: formarme bien, aprovechar al máximo esos años y nutrirme de todo para servir a la Iglesia en mi país".
Desde un plano más espiritual, Humberto asegura que el hecho de visitar lugares donde vivieron y dieron su vida muchos santos fue una gran ayuda para fortalecer su vida de piedad. Un lugar y un santo le tocaron especialmente el corazón en esta etapa española.
«Esos años me hicieron tomarle un cariño muy especial a la Virgen del Pilar, que fue el primer santuario que visitamos al llegar a España y el último al que fui antes de regresar a Venezuela. También a la figura de san Josemaría, a quien conocía muy poco cuando llegué, pero que en esos años, como buen amigo, me ayudó a enfrentarme a muchas dificultades».
Pese a su corta experiencia, pues fue ordenado en diciembre de 2023, Humberto tiene claro que el sacerdote de hoy necesita, sobre todo, «saberse necesitado de Dios y del otro». En su opinión, «en la vida sacerdotal no podemos ir solos; necesitamos ir acompañados de amigos, de hermanos, de un director espiritual. Es necesario salir de nosotros mismos y contar con los demás». También reconoce la importancia de una buena formación permanente y la necesidad de nutrirse de las experiencias de otros.
«Ningún reto se hace difícil si tienes personas que te ayudan a enfrentarlo. Ningún peligro puede hacerte daño si tu vida espiritual está fortalecida», agrega.
Por último, el padre Humberto tiene un especial recuerdo para los benefactores de la Fundación CARF. «Recuerdo con alegría las veces en que nos acompañaban en los ministerios que íbamos recibiendo a lo largo de nuestra formación. Aunque no teníamos a la familia cerca, ustedes llenaban esos espacios vacíos con su presencia. ¡Gracias por ser nuestra familia!».
Este joven sacerdote también destaca cómo en el seminario esperaban con entusiasmo el final del año académico. Era una oportunidad de pasar un momento agradable con los benefactores de la Fundación CARF y retribuir, aunque fuera un poco, de lo mucho que hacen por nosotros. Este joven sacerdote también destaca cómo en el seminario esperaban con entusiasmo el final del año académico. Era una oportunidad de pasar un momento agradable con los benefactores y retribuir, aunque fuera un poco, de lo mucho que hacen por nosotros.
El padre Humberto Alonso Salas tiene presente a los benefactores gracias a la pyhien astioiden reppu que le regaló el Patronato de Acción Social de la Fundación CARF. Hace un uso constante de él. «Cuando visito las comunidades rurales de mi parroquia y llevo conmigo la mochila de vasos sagrados que me regalaron al venirme de Pamplona, no puedo dejar de tenerlos muy presentes y encomendar en Misa sus intenciones. Dios siga bendiciendo abundantemente sus vidas y la labor que realizan por los seminaristas y sacerdotes del mundo entero. Sin ustedes no hubiera sido posible», concluye.