Cada año, el segundo domingo de Pascua, celebramos la Divina Misericordia, una festividad que resalta el amor incondicional y la compasión infinita de Dios hacia la humanidad.
Santa Faustina Kowalska, nacida como Helena Kowalska el 25 de agosto de 1905 en Głogowiec, Polonia, es conocida como la apóstol de la Divina Misericordia.
Desde muy joven sintió una llamada intenso a la vida religiosa, y tras varios obstáculos –incluyendo la pobreza de su familia– ingresó finalmente en 1925 a la Congregación de las Hermanas de nuestra señora de la Misericordia en Varsovia, donde tomó el nombre de sor María Faustina del Santísimo Sacramento.
Durante su vida religiosa, Faustina desempeñó labores humildes, como cocinera, jardinera y portera. Pero detrás de esa sencillez exterior, vivía una vida profundamente mística. Su unión con Cristo era tal que, según su diario espiritual, recibió estigmas invisibles, éxtasis místicos y visiones del mismo Jesús. A menudo ofrecía sus sufrimientos físicos y espirituales por la salvación de las almas.
Jesús comenzó a comunicarse con ella de manera intensa en 1931. En una visión clave, le pidió que se pintara una imagen de Él tal como lo veía en la aparición: con dos rayos saliendo de su corazón –uno blanco, que simboliza el agua del Bautismo, y otro rojo, que representa la sangre de la Eucaristía– con la frase Jesús, en Ti confío. Esta imagen se convirtió en el símbolo central de la devoción a la Divina Misericordia.
A petición de su confesor, el beato Miguel Sopoćko, Faustina escribió sus experiencias espirituales en un diario que más tarde se publicaría bajo el título La Divina Misericordia en mi alma. Este texto, ahora traducido a decenas de idiomas, es considerado una joya de la espiritualidad cristiana del siglo XX.
En él, Jesús revela no solo el contenido de su amor misericordioso, sino también prácticas concretas para promover esta devoción: la fiesta de la Misericordia, la coronilla de la Divina Misericordia, la oración a las tres de la tarde (la Hora de la Misericordia), y la difusión de la imagen mencionada anteriormente.
Algunas frases que se destacan de estas revelaciones son:
– «La humanidad no encontrará paz hasta que se dirija con confianza a Mi misericordia».
– «Deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en Mi misericordia».
– «La fuente de Mi misericordia fue abierta de par en par por la lanza en la Cruz para todas las almas. No he excluido a nadie».
El papa san Juan Pablo II, profundamente influenciado por la devoción a la Divina Misericordia, canonizó a santa Faustina el 30 de abril de 2000. Durante la ceremonia, proclamó oficialmente el segundo domingo de Pascua como el domingo de la Divina Misericordia para toda la Iglesia.
En 2002, el Papa estableció que quienes participaran en esta festividad podrían obtener indulgencias plenarias, incluso aquellos que, por razones justificadas, no pudieran asistir físicamente a las celebraciones.
Una de las manifestaciones más reconocidas de esta devoción es la imagen de Jesús Misericordioso, basada en una visión de santa Faustina Kowalska. En ella, Jesús aparece con una mano levantada en señal de bendición y la otra tocando su pecho, del cual emanan dos rayos: uno rojo, simbolizando la sangre, y otro blanco, representando el agua. Esta imagen lleva la inscripción: Jesús, en Ti confío y se ha propagado por todo el planeta.
Los fieles son alentados a participar en diversas prácticas durante esta festividad:
a) Confesión y Comunión: prepararse espiritualmente mediante el sacramento de la reconciliación y recibir la Eucaristía.
b) Rezo de la coronilla de la Divina Misericordia: una oración especial que se reza utilizando un rosario común, enfocada en implorar la misericordia de Dios.
c) Meditación a las 3 p.m.: conocida como la Hora de la Misericordia, se recuerda la hora de la muerte de Jesús en la cruz, momento propicio para la oración y reflexión.
d) Novena a la Divina Misericordia: una serie de oraciones que comienzan el Viernes Santo y culminan en el domingo de la Divina Misericordia.
Desde su institución, el domingo de la Divina Misericordia ha ganado una significativa relevancia en la vida de los católicos alrededor del mundo. Numerosas parroquias y comunidades religiosas organizan misas especiales, procesiones y actividades de caridad en honor a esta festividad.
El Papa Francisco continuó promoviendo esta devoción, destacando la importancia de la misericordia en la vida cristiana y en la misión de la Iglesia. En diversas ocasiones, instó a los fieles a ser instrumentos de la misericordia de Dios en sus comunidades.
El domingo de la Divina Misericordia es una invitación a todos los creyentes a confiar plenamente en el amor y perdón de Dios.
A través de las enseñanzas de santa Faustina Kowalska y el respaldo de la Iglesia, esta festividad nos recuerda que, sin importar nuestras faltas, siempre podemos acudir a la infinita misericordia de Jesús.
Como expresó Jesús a santa Faustina: «cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia».