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Lo que generosamente siembran redunda en bien no sólo de nuestra formación sacerdotal y de nuestras diócesis, sino de toda la Iglesia

Nombre: Víctor Manuel Martínez Pérez.
Edad: 33 años.
Situación: Presbítero.
Origen: San Vicente, El Salvador.
Estudia: de Licenciatura en Derecho Canónico en la Universidad de Navarra, en Pamplona.

«Mi nombre es Víctor Manuel Martínez, soy de la diócesis de San Vicente, El Salvador. Tengo 33 años de edad. Fui ordenado presbítero el 5 de abril del 2014, este año 2022 he cumplido ocho años de ministerio presbiteral.

El primer año estuve como vicerrector en el seminario menor de mi diócesis, luego pasé como vicario de la Catedral. Hasta que en el 2020, por la ayuda generosa de muchos benefactores, Dios me concedió la oportunidad de iniciar la licenciatura en Derecho Canónico. Este mayo de 2022 culmino el segundo curso (aún falta el tercer curso). El segundo año de la licenciatura es bastante más exigente que el primero, pero al mismo tiempo emocionante, pues tratar temas como el matrimonio o los procesos judiciales de la Iglesia, me han abierto muchos campos de trabajo, me han suscitado nuevas ideas e iniciativas para aplicarlas en los problemas que acontecen en la vida pastoral.

Hay dos temas que he pensado mucho: por una parte, la agilización de las causas matrimoniales. En mi diócesis en causas de nulidad matrimonial que, por la falta de personas preparadas, tienen años de retraso. El tiempo que estuve trabajando en mi diócesis conocí diversos casos en que las personas querían resolver su situación personal, pero llevaban años esperando. Y al estudiar la materia de Derecho Matrimonial, me ha suscitado ideas para agilizar los procesos. Ya hay los mecanismos para ello, lo que hace falta son las personas que pongan en marcha los procesos ya propuestos.

El otro tema es el de los mecanismos de protección frente a posibles acciones delictivas. Profundizando en el Derecho Canónico he descubierto que la Iglesia tiene ya una serie de mecanismos que son, en definitiva, medidas de protección y garantía de que las decisiones se toman con la mayor transparencia posible. Ciertamente siempre se puede hacer más y mejor las cosas. Y quizá el desconocimiento del Derecho Canónico ha conducido a situaciones que hoy lamentamos en el tratamiento de situaciones sospechosas de delito.

Hay muchas personas que generosamente, con sacrificio personal, hacen posible que los sacerdotes logremos acceder a los estudios en las Facultades Eclesiásticas en la Universidad de Navarra. Nuestro más sincero agradecimiento son las oraciones, sobre· todo en la Santa Misa, que elevamos por nuestros benefactores. Lo que generosamente siembran redunda en bien no sólo de nuestra formación sacerdotal y de nuestras diócesis, sino de toda la Iglesia, pues al final somos una sola familia.

Que Dios recompense con creces su generosa ayuda. Su servidor en Cristo Jesús».