John Laurens Tupas pertenece a la diócesis militar del Ordinariato Militar de Filipilas y se formará como seminarista para ser capellán militar.
«Para mí, la vocación es una llamada. Mi deseo de ser sacerdote comenzó durante mi niñez cuando mi madre a menudo nos llevaba a la Iglesia todos los domingos para asistir a la Misa. Primero me atrajeron las vestimentas de nuestro párroco y su manera de pronunciar su homilía en el púlpito. Después de mi primera Comunión, durante mis años de primaria entré en la organización de monaguillos de nuestra parroquia.
Pude ver la realidad de la vida ordinaria de un sacerdote en la parroquia, aunque tengo tres primos que son sacerdotes, pero siendo monaguillo pude entenderlo más. La vida ordinaria y sencilla de nuestro sacerdote y su servicio a la gente es lo que me atrajo a considerar el sacerdocio desde pequeño.
También tenía el sueño de ser soldado porque muchos de nuestros familiares son oficiales de las Fuerzas Armadas del estado de Filipinas sirviendo a nuestro país como soldados. Cuando me gradué en la escuela Secundaria, estaba pensando en ingresar a la Academia Militar, pero en cambio, tomé un examen para el seminario diocesano de mi universidad y, por la gracia de Dios, aprobé los exámenes.
Durante mis años universitarios en el seminario, todavía tenía en mente el deseo de convertirme en soldado. Los miembros de mi familia me dijeron que existía un Ordinariato Militar en nuestro país donde puedo ser soldado y sacerdote como Capellán Militar. Reflexioné y traje eso en mis oraciones para tratar de discernir lo que Dios realmente quiere de mí.
Después de mi año de Formación Psicoespiritual en la Arquidiócesis de Jaro, decidí postularme al Ordinariato Militar de Filipinas y por la gracia de Dios fui aceptado.
Mi deseo de ser Capellán Militar es precisamente una llamada dentro de una llamada que es fruto también de mi oración y reflexión frente al Santísimo Sacramento. Solo tengo dos razones simples por las que quiero ser Capellán Militar, primero, para responder al llamado porque creo que este es el llamado de Dios y no solo mi propio deseo. Y por último, compartir el amor de Cristo con los demás a través del servicio y la ministración de los sacramentos y las necesidades espirituales detrás del uniforme de camuflaje que muestra la unidad de Cristo con su rebaño, con su soldado y los necesitados.
Mi vocación es simplemente una respuesta permanente al Dios que me llama.