Anh Dao proviene de una familia de campesinos católica, siendo el cuarto de cinco hermanos. Desde pequeño participaba en el servicio de la parroquia como monaguillo. “El testimonio de mi madre fue un ejemplo para mí, para entregarme al servicio de la Iglesia y de los demás y poder responder al Señor”, afirma.
En 2012 entró en la Vietnam Trade Union University y estudió Derecho por cuatro años. “Me apasionaba la idea de poder dedicarme profesionalmente a ejercer la abogacía. A la vez que estudiaba la carrera, llevaba un acompañamiento vocacional que me permitía seguir discerniendo acerca de mi vocación. Finalmente, sentí la llamada al sacerdocio y decidí darle una respuesta entrando en el seminario. Así me convertí en un seminarista de Vietnam”.
Sin embargo, no dejó totalmente su ideal de ejercer el derecho gracias al estudio del derecho canónico: “el sueño que tenía hace años se hace realidad ahora dentro de la Iglesia a través de mi vocación” afirma.
Su obispo le envió a estudiar a las Facultades de Estudios Eclesiásticos de la Universidad de Navarra y residir en el Seminario Internacional Bidasoa, donde ha pasado cinco años estudiando Teología. “Es un seminario que me ha ayudado a tener un crecimiento personal en un ambiente de familia con caridad y fraternidad. Siempre decimos que Bidasoa es el mejor seminario del mundo, y la verdad que lo es para nosotros. Tenemos mucha suerte de formar parte de esta familia, además de la excelente formación que se nos brinda. Estoy muy agradecido por esta oportunidad porque entiendo que esta obra sale adelante por la colaboración de mucha gente. Gracias a mi paso por Bidasoa, tengo clara la responsabilidad de mi formación sacerdotal”.
Anh, nuestro seminarista de Vietnam, ha sido director del Coro de Bidasoa, un coro que produce en los fieles un sobrecogimiento especial durante la Eucaristía. Te eleva al cielo. “El coro de Bidasoa está muy bien organizado. Recibimos clases de canto y de órgano con profesores, preparándonos cada día para que nuestro servicio sea más agradable a Dios. Además, en el seminario se cuida mucho la liturgia y la música porque es una parte importante para poder vivir mejor la celebración”, manifiesta. Para este joven, cuando uno pone todo su corazón en cantar para la gloria a Dios, se produce algo distinto que cuando solo se usa la técnica para entonar bien una canción.
“La música es un instrumento para dar gloria a Dios y con esta intención creo que la música sacra puede acercarnos a Él”. Por eso, explica que en el coro tienen claro que no es suficiente con cantar bien, aunque la técnica musical sea importante: “debemos ser conscientes de que nuestro canto es por y para Dios, que hemos de poner nuestro corazón para unirnos a Él y que cada nota musical es una manera de alabarle y es nuestro deber como coro ayudar a que la asamblea también participe de esta alabanza”.
Anh Dao Quoc con jóvenes de su parroquia a los que intenta transmitir el amor por la música.
De regreso a su diócesis, es consciente de las necesidades apostólicas de su ciudad y de su país. Hanoi, la capital de Vietnam, tiene una población de 8.623.680 habitantes de los cuales apenas el 3,7 % son católicos. Cuentan con un número aproximado de 170 sacerdotes distribuidos en 151 parroquias.
“Este año, nuestra familia de la archidiócesis entra en el Año de la Misión y va a llevar a cabo un sínodo diocesano para reflexionar sobre las necesidades apostólicas. Realizaremos simposios para discutir, compartir y recoger las opiniones de todos los creyentes, dando así́ orientaciones pastorales adecuadas para ayudar a mantener renovada la vida de fe y aumentar la comunión”.
Para él, viviendo en un tiempo de cambios y desafíos sociales, todos los católicos en general estamos llamados a vivir nuestra fe de una manera más madura para que podamos comprometernos a un servicio nuevo, más activo y eficaz a la misión de la evangelización.
Según las estadísticas, el budismo representa el 14 % de la población y el catolicismo alrededor del 7 %, mientras que la mayoría de los habitantes son no creyentes. “Es un hecho que el número de católicos es muy bajo en comparación con el total de la población, de modo que la pregunta que nos deberíamos de hacer es, ¿cómo dar a conocer a Jesucristo en una población de no creyentes? San Pablo VI nos dice: "El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan —decíamos recientemente a un grupo de seglares—, o si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio". "EVANGELII NUNTIANDI" n. 41.
“Cada uno de los cristianos debe ser testigo de Dios en su propia vida, y, como bien lo enseñaba san Josemaría Escrivá, cada uno ha de santificarse en la vida cotidiana y desde su trabajo dar testimonio de la acción de Dios en sus vidas, pues la gente ve a Cristo en nosotros mismos. Esta es la mejor manera de acercar a Cristo y a la Iglesia Católica a aquellos que aún no los conocen”.
Marta Santín
Periodista especializada en información religiosa.