San Josemaría Escrivá siempre tuvo el deseo de crear en Roma un
centro de enseñanza superior de ciencias eclesiásticas. El beato Álvaro del Portillo lo puso en marcha en 1984 como Centro Académico. Dispone de cuatro facultades eclesiásticas: Teología, Filosofía, Derecho Canónico y Comunicación Social Institucional, y de un Instituto Superior de Ciencias Religiosas.