La vocación sacerdotal de Nataniel tiene su origen en la situación más insospechada, pues su padre, pertenecía a la religión kimbanguista, una corriente religiosa africana originaria de Angola, fundada en 1921 por Simão Toco, conocido como el profeta Kimbangu.
Esta fe combina elementos del cristianismo, especialmente del protestantismo, con prácticas y creencias tradicionales africanas. Los kimbanguistas creen en un Dios supremo, en la importancia de los profetas y en la sanación espiritual. Además, promueven la unidad, la paz y la justicia social, y se distinguen por su énfasis en la lucha contra la opresión y la discriminación racial. La religión tiene una gran influencia en Angola y en otras partes de África. Sin embargo, todo un camino providencial llevó a Nataniel a abrazar la fe católica y, tras los años, a sentir una llamada al sacerdocio.
Hoy se encuentra en Roma, estudiando bachillerato en Teología y viviendo en el Seminarul internațional Sedes Sapientiae, gracias también a una beca de la Fundación CARF.
Nataniel es el segundo de cinco hermanos y hermanas, y viene de una familia no estrictamente católica, pero que vivió una experiencia religiosa que marcó su vida. Su padre es militar, y aunque no practica mucho, en su familia la religión que se practicaba era Kimbaguista. Por otro lado, su madre, Isabel, peluquera, fue bautizada en la Iglesia Católica pero se acabó convirtiendo al protestantismo. Esta era la realidad de Nataniel hasta el año 2012.
El cambio comenzó cuando la madre de Nataniel decidió regresar a la Iglesia Católica. «Nos dio la orden de que ya no asistiríamos a ninguna otra iglesia, y comenzamos a ir a la iglesia católica cada domingo». Para Nataniel, fue un desafío. Había crecido participando en la escuela dominical de la iglesia protestante, donde se organizaban concursos sobre la Biblia, y lo que más le motivaba a ir era la posibilidad de ganar premios. Ahora, al asistir a la Iglesia Católica, todo le parecía extraño y diferente. Pero no tuvo más opción que acompañar a su madre.
Al asistir a la catequesis, Nataniel comenzó a descubrir las enseñanzas de la Iglesia Católica. Estudió con mayor profundidad la Biblia y la historia de la Iglesia, lo que fortaleció su fe y dio un nuevo sentido a su vida. En 2015, se unió al grupo de acólitos, acercándose a la liturgia y al sacerdote, y ese mismo año recibió el bautismo.
«Podemos perder fama, juventud, dinero, pero lo único que verdaderamente no se puede perder es a Cristo»
El año 2015 fue clave, no solo por su bautismo, sino porque comenzó la escuela secundaria. En ese período, la idea de entrar al seminario empezó a tomar forma en su corazón. «Ver al párroco desempeñar su ministerio me motivaba a seguir sus pasos. Sentía en lo más profundo de mi ser que mi vocación era ser sacerdote, para entregar mi vida al servicio de Dios y para la salvación de las almas. Quería ser un instrumento de Dios en medio de su pueblo», nos cuenta alegremente.
Nataniel era un chico brillante en los estudios, había recibido becas para estudiar ingeniería informática en Londres o Estados Unidos, pero en el año 2017 toma la decisión de compartir con sus padres su deseo de entrar en el seminario. «Fue un momento difícil, especialmente para mi madre. No entendía por qué quería dar ese paso tan radical en mi vida. Para ella, que su único hijo varón tomara este camino era duro de entender».
Con el tiempo, sus padres, que habían vuelto a la fe católica, comenzaron a abrir sus corazones y a comprender el deseo de su hijo. Finalmente, en febrero de 2018, los padres de Nataniel aceptaron la decisión de su hijo de ser sacerdote y el 25 de febrero ingresó en el seminario archidiocesano de Luanda, un paso decisivo hacia el sueño de su vocación. «Fue un momento de gran alegría y de gratitud hacía Dios por haberme permitido seguir el camino que sentía que Él había preparado para mí».
Hoy ve cómo cada paso le ha llevado a donde está, a esta llamada al sacerdocio que comenzó en su corazón de una forma inesperada, pero que se ha ido confirmando y fortaleciendo a lo largo de los años. «Mi vocación nació en un contexto familiar diverso, ha sido una verdadera obra de Dios».
Agradece profundamente a sus padres por su comprensión y por apoyarle en este camino. «Mi deseo es seguir adelante, con fe y con esperanza, dedicando mi vida al servicio de Dios y de su pueblo».
Con este testimonio, Nataniel desea expresar su profundo agradecimiento a todos los benefactores de la Fundación CARF por darle la oportunidad de continuar con sus estudios en Roma.
Actualmente está cursando el tercer año de Teología en la Universitatea Pontificală a Sfintei Cruci. «Gracias a su apoyo puedo comprometerme en la misión de la Santa Madre Iglesia de llevar el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo a todas las naciones», comenta.
«Rezo cada día por ustedes para que el Señor, Sumo y Eterno Bien, de quien proceden todas las bendiciones, continúe bendiciéndoles y guiando sus pasos hacia la vocación a la que todos estamos llamados, la Santidad. ¡Muchísimas gracias!, nos dice con una sonrisa».
Gerardo Ferrara
Licențiat în istorie și științe politice, specializat în Orientul Mijlociu.
Responsabil cu studenții de la Universitatea Pontificală a Sfintei Cruci din Roma.