A los cinco años vio en la televisión muy débil al papa Juan Pablo II y, conmovido, le dijo a su madre: «Mamá, yo quiero ser el próximo Papa». Desde entonces, la idea del sacerdocio le rondó por su cabeza.
Su madre se tomó como una broma divertida sus tiernas e infantiles palabras. Pero cuando comenzó a pensar en ser sacerdote, sus padres se preocuparon. Para ellos, el sacerdote no aporta dinero ni colma su deseo de ser abuelos.
Noel recuerda aquella imagen del Papa en la televisión. El carisma de san Juan Pablo II fue lo que le encendió la llama de la vocación, y le permitió escuchar la llamada del Señor. «Unos años después, en mi adolescencia, no sentía nada importante en mi vida. Sin embargo, todo cambió cuando entré en el seminario: sentí una paz que nunca había sentido antes».
Ahora, cuando sus padres le ven feliz, Noel está convencido de que el Señor ha triunfado. «A medida que se daban cuenta de que estaba cada vez más firme en mi decisión, gradualmente lo aceptaron. Gracias a la perseverancia en la oración y a los programas ofrecidos por el seminario, lo aceptan plenamente y están felices con mi llamada a ser sacerdote, y hacen esfuerzos para rezar por mí y animarme en cada paso de mi camino», relata Noel.
Su hermano Dexter, sin embargo, es el que ha colmado el sueño de ser abuelos a sus padres porque está casado, tiene dos hijos y es contable como su padre.
Este joven seminarista asegura que, aunque sintió cierto vacío en su vida durante la adolescencia, nunca ha experimentado una crisis de fe: «Gracias a Dios no pasé por ninguna rebeldía cuando era adolescente, pero lo que sí conozco es a muchísimas personas que abandonaron la fe y han vuelto a la Iglesia. Un mensaje que tengo para las familias que pasan por el sufrimiento de ver a sus hijos alejarse de Dios: recen por ellos».
Noel recuerda que la fe es una gracia que hemos recibido de Dios y que solo viene de Él, pero con nuestra perseverancia, al rezar por nuestros hermanos perdidos, «el Espíritu Santo les ayudará. Por eso, no hay que perder la confianza en nuestro Dios».
Filipinas siempre ha sido el centro del catolicismo en Asia, pero ahora también está sufriendo la crisis del secularismo y la indiferencia.
«El catolicismo en Filipinas podría ser uno de los más grandes, pero también tiene sus debilidades. Existe una creciente necesidad de una buena catequesis y de formación sólida para mantener y reforzar el Evangelio que hemos recibido a lo largo de la historia», afirma Noel.
Una de las preocupaciones de su diócesis es como llegar a las personas y a los grupos específicos de manera efectiva y atender sus propias necesidades espirituales.
«Nos resulta un poco difícil que menos de 200 sacerdotes ayuden a más de un millón de católicos de mi diócesis, y poderles brindar una formación adecuada», dice este joven seminarista con la ilusión se ser un buen sacerdote.
Por eso, para evangelizar en el siglo XXI, considera que las características principales de un joven sacerdote de esta época son la prudencia, eficacia en su ministerio y llegar a los más necesitados de su parroquia.
«Los sacerdotes deben ser hombres verdaderos, bien formados emocional e intelectualmente y capaces de enfrentarse a la vida siendo unos sacerdotes santos. Los sacerdotes deben ser hombres que tienen un corazón parecido al de Cristo», afirma.
Noel está estudiando 3º de Teología en las Facultades Eclesiásticas de Navarra y es seminarista que reside y se forma en el Seminario Internacional Bidasoa. Considera que estudiar en la Universidad de Navarra es un sueño.
Por todo ello, agradece muchísimo a los benefactores de la Fundación CARF la ayuda recibida, y la misión de formar bien a los sacerdotes para que sirvan en sus propias diócesis. «Que Dios les bendiga. Muchísimas gracias a todos, nunca dejáramos de rezar por ustedes».
Marta Santín, periodista especializada en información religiosa.