Lungelo Halalisani Gabriel Sikhakhane es un seminarista de Sudáfrica, de la diócesis de Eshowe. Tiene 28 años y estudia Teología en el Seminario Internacional Bidasoa, en Pamplona. De origen zulú, su familia no era religiosa, pero sus padres le procuraron la mejor educación en centros católicos. Nos cuenta su vocación.
«Soy el tercero de cuatro hermanos y mis padres nos educaron en los valores cristianos. Aunque mi familia contaba con pocos recursos, mis padres se esforzaron en formamos de manera buena y holística. He recibido mucha ayuda de misioneros y religiosos y su ejemplo de vida creció dentro de mi, hasta tal punto que consideré optar por la vida sacerdotal».
«El ejemplo de un sacerdote benedictino que se llamaba Padre Ruprecht Wolf, y el cuidado que ponía en todas las cosas de Dios, me llevó a querer entregar mi vida y servir al Señor en su Iglesia. Entonces, me convertí y recibí el bautismo con el nombre de Gabriel.
En mi juventud, estuve involucrado en la vida de la Iglesia, siendo unos años líder del grupo de los jóvenes, y ayudando también a los sacerdotes en comunidades en las periferias de mi parroquia».
Lungelo, seminarista de Sudáfrica, se convirtió siendo adolescente y se bautizó con el nombre de Gabriel. El ejemplo de un sacerdote benedictino le ayudó a acercarse a Dios y a decidir entregarse a Él como seminarista. Este verano ha estado ayudando en tareas pastorales a distintas parroquias de Madrid. En la foto, frente al Palacio de Oriente cerca de la catedral de La Almudena. «Me quiero formar muy bien para luego poder servir a mi país, donde existe una gran necesidad de formar bien a los fieles en cuanto a la vida cristiana», afirma.
«Llegué al Seminario Internacional Bidasoa hace dos años, gracias a la confianza de mi obispo y gracias a la ayuda de la beca que recibo para mis estudios por medio de los benefactores a los que les estoy muy agradecido. Por todo esto, estoy muy alegre y contento. Estudiar y formarme fuera de mi país es algo que nunca habría soñado.
Bidasoa más que un Seminario, es realmente una familia. Me impresiona el empeño por cuidar la Liturgia, la vida de piedad, el estudio y el crecimiento humano. Gracias a la formación que recibo en Bidasoa, el amor por mi vocación sacerdotal aumenta, y pido al Señor que sea un sacerdote santo algún día.
Desde mi ingreso en el seminario, mi proceso de formación ha marcado mi forma de pensar y de ver la vida. He abierto los ojos a la fe, al amor y a la misericordia que un sacerdote y un católico deben transmitir de manera natural».
«Lo que se espera de un sacerdote del siglo XXI es alguien entregado absolutamente y enamorado de Dios y que con ello llevé a los demás a Él», dice Lungelo, seminarista de Sudáfrica.
«Lo que se espera de un sacerdote del siglo XXI es alguien entregado absolutamente y enamorado de Dios y que con ello llevé a los demás a Él. Se espera la santidad en su vida y que sea coherente y autentica.
Me quiero formar muy bien para luego poder servir a mi país, donde existe una gran necesidad de dar una buena formación a los fieles en cuanto a la vida cristiana, la doctrina de la Iglesia y capacitarlos a tomar iniciativas dentro de los parámetros que se espera de ellos».
«La escasez de sacerdotes también dificulta la vida sacramental de muchos fieles que viven en las periferias de las parroquias de mi país. Pero, aun así, la Iglesia sigue creciendo y se producen muchas conversiones.
Quisiera agradecer a todos los benefactores de CARF su apoyo para mi formación y la de otros, que servirá para poder ayudar a mi diócesis y realizar la misión evangélica para la que están encomendados los sacerdotes buenos y santos. Cada día me esfuerzo y trabajo mucho para aprovechar al máximo esta experiencia de formación».
En este vídeo, concede una entrevista al canal de Youtube Mater Mundi.
Marta Santín
Periodista especializada en información religiosa.