Samuel Pitcaithly se suma a la lista de seminaristas estudiantes de Nueva Zelanda que se han formado en los 40 años que tiene la Päpstliche Universität vom Heiligen Kreuz (PUSC), en Roma. Con este seminarista, ya son nueve los chicos que han pasado por las aulas, bibliotecas y programas de formación integral y asistencia personalizada de la universidad.
Nueva Zelanda es un país más conocido por la filmación del libro escrito por J. R. R. Tolkien, El Señor de los Anillos, y llevada al cine por el director Peter Jackson, y por su haka, la danza ceremonial tradicional del pueblo maorí, los indígenas del país, que hoy en día es muy famosa en todo el mundo gracias al equipo nacional de rugby de Nueva Zelanda, los All Blacks. Sin embargo, nadie conoce a la religiosa Tierra Media neozelandesa de Tolkien por su religiosidad.
De hecho, la sociedad de Nueva Zelanda se encuentra muy secularizada: una parte significativa de la población se declara sin afiliación religiosa. Samuel Pitcaithly es el único estudiante de su país en la PUSC.
La historia de Samuel, quien nació en Christchurch, Nueva Zelanda, el 22 de noviembre de 1995 y que hoy está cursando el bienio filosófico en la Päpstliche Universität vom Heiligen Kreuz, gracias a una ayuda al estudio de la Fundación CARF, es precisamente la historia de muchos jóvenes de su país, crecidos a veces alejados de la fe.
Pero incluso en esa vida más alejada puede encenderse una chispa que poco a poco se convierta en fuego. De hecho, hoy este joven estudiante es un seminarista religioso perteneciente a la comunidad española Siervos del Hogar de la Madre y nos cuenta su historia iluminada por la llamada vocacional a ser sacerdote.
«Me llamo Samuel Pitcaithly y vengo de Nueva Zelanda, el país de Der Herr der Ringe. Crecí en una familia católica, pero como sucede con muchos jóvenes hoy en día, la fe no era más que un aspecto más de mi vida, sin mucha importancia.
Por la gracia de Dios, en nuestra parroquia había un grupo de jóvenes al que asistía principalmente para divertirme con mis amigos. Recibíamos buena formación, y encontré compañeros valiosos que me ayudaron muchísimo», nos cuenta Samuel.
A los 17 años, durante un campamento para jóvenes líderes católicos, Samuel vivió una experiencia muy fuerte con Dios. En la última noche hubo una liturgia de reconciliación. Les dieron un bolígrafo y un papel, y les pidieron que escribieran todos sus pecados antes de confesarse.
«Al principio escribí lo de siempre: discusiones, quejas... pero pronto el Señor comenzó a recordarme cosas que había olvidado, escondido o minimizado. Llené el papel entero y me sorprendió la cantidad. Al confesarme, al recibir la absolución, sentí que un peso enorme caía de mis hombros y experimenté con fuerza el amor de Jesús. Comprendí de verdad que había muerto por mí. Y sentí que tenía que hacer algo por Él en respuesta».
Desde entonces, comenzó a rezar e ir a Misa por iniciativa propia. Ayudaba con el grupo de jóvenes y seguía formándose, mientras estudiaba ingeniería en la universidad. Sin embargo, ese fuego inicial se fue apagando con el tiempo.
En su último año decidió participar en un retiro. Allí, en adoración ante el Santísimo, le preguntó a Jesús qué debía hacer con su vida. Mientras todos sus amigos buscaban trabajo, Samuel sentía un vacío.
«Le pedí a Jesús que me ayudara a encontrar un trabajo. Y entonces, en el corazón, sentí su voz clara: 'Quiero que me des dos años'.
Me sorprendió. No esperaba eso. Pero sentí la misma paz profunda que había sentido años antes. En aquella confesión; supe que Jesús me estaba guiando», relata con emoción.
Algunos amigos le habían hablado de NET (National Evangelisation Teams, Equipos Nacionales de Evangelización), un grupo de misioneros que trabajan con jóvenes en varios países. A Samuel le parecía perfecto: podía servir al Señor, trabajar con jóvenes y conocer el mundo. Se inscribió y le enviaron a una parroquia en Dublín, Irlanda.
«Allí organizábamos grupos juveniles, catequesis, preparación para la Confirmación y colaborábamos en eventos como Nightfever, en el centro de Dublín: una exposición del Santísimo, música de alabanza, velas, y voluntarios que invitaban a los transeúntes a entrar y pasar un momento con Jesús.
Muchos, incluso alejados de la fe, tenían allí experiencias muy fuertes», nos cuenta.
«Durante una de esas noches de Nightfever, vi a un sacerdote joven con sotana, haciendo malabares con fuego rodeado de jóvenes alegres. Eran los Siervos del Hogar de la Madre. Me impresionaron su alegría, su juventud, su pasión por la fe». Se acercó a conocerlos y se enamoró de sus tres misiones:
Al final de esa noche le dijo a un compañero: «Si Dios me llama al sacerdocio, será con ellos».
Ese mismo año fue a una peregrinación con ellos a España. Al estar en la capilla de la Casa Madre sitió que estaba en casa. Un año después, en 2020, ingresó en la comunidad.
«Hoy, al mirar atrás, veo con claridad cómo Dios me ha guiado paso a paso. Hoy acabo de terminar mi primer año de estudios para el sacerdocio en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz. Es una bendición poder formarme en el corazón de la Iglesia, rodeado de seminaristas y profesores de todo el mundo, todos buscando la santidad» relata.
Samuel quiere agradecer a los benefactores de la Fundación CARF, sus oraciones y su apoyo: «Agradezco profundamente todo lo que hacen para que este camino, mío y de tantos compañeros seminaristas y sacerdotes de todo el mundo, sea posible. Les tengo muy presentes en mis oraciones y, si Dios quiere, un día podré ofrecer la Santa Misa por ustedes y sus intenciones.
¡Que Dios y Nuestra Santísima Madre los bendigan abundantemente!».
Gerardo FerraraHochschulabschluss in Geschichte und Politikwissenschaft, Spezialisierung auf den Nahen Osten. Leiter der Studentenschaft an der Päpstlichen Universität vom Heiligen Kreuz in Rom.