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Sergio Rojas, sacerdote: una vocación de Venezuela nacida lejos de Dios

23/12/2025

La vocación sacerdotal de Sergio Rojas

La historia de Sergio Rojas es la de un sacerdote con una vocación que se fue abriendo paso poco a poco en su vida. Este sacerdote de Venezuela de la diócesis de Margarita, nos cuenta que su camino de fe le llevó a un seminario de su país y, más tarde, al seminario internacional Bidasoa, donde descubrió la riqueza de una Iglesia universal llamada a servir con humildad.

Sergio Rojas no creció en una familia practicante ni soñó con una vocación de sacerdote. Apenas conocía a Dios y su vida no giraba en torno a la fe. Sin embargo, este sacerdote de Venezuela descubrió que la llamada de Dios puede irrumpir incluso cuando uno no la está buscando.

Su historia es la de una vocación sacerdotal inesperada, forjada en el encuentro personal con Cristo y sostenida, años después, por la ayuda concreta de los benefactores y amigos de la Fundación CARF.

Una vocación sacerdotal que no empezó en casa

La historia vocacional del sacerdote Sergio Rojas no comienza en una parroquia ni en una familia especialmente religiosa. Al contrario. Aunque su familia se consideraba católica, la fe no formaba parte real de su vida cotidiana.

«Siempre he considerado mi vocación como algo muy particular», explica. Y lo dice con conocimiento de causa: durante años, Dios fue prácticamente un desconocido para él.

El punto de inflexión llegó gracias a la madre de su mejor amigo. Fue ella quien le habló de Dios por primera vez de manera cercana y concreta, y quien le introdujo en una comunidad del Camino Neocatecumenal. Allí comenzó un itinerario de fe que, sin que él lo supiera todavía, estaba sembrando las raíces de su vocación sacerdotal.

Cuando Dios irrumpe sin pedir permiso

Sergio llevaba apenas tres años caminando en la fe cuando ocurrió algo que no esperaba. Durante unos encuentros nacionales del Camino, en el momento en que se pidieron vocaciones, sintió una inquietud interior difícil de explicar.

«Fue como una llama que se encendió con fuerza», recuerda. Pero junto a esa llamada apareció el miedo. No se sentía preparado. Le parecía demasiado pronto. Demasiado serio.

La pregunta volvió a surgir tiempo después, de forma aún más directa. Una religiosa misionera mexicana, tras conocerle, le lanzó una frase que no pudo sacarse de la cabeza: «¿Y tú, cuándo vas a entrar al seminario?».

A partir de ahí, la idea ya no le dejó en paz. Hasta que un día, delante del Santísimo, decidió dejar de resistirse: «Le hice un reto a Dios. Le dije: “Si Tú quieres, yo quiero”».

Ese gesto sencillo marcó el inicio definitivo de su camino al sacerdocio.

De Venezuela a Pamplona: formarse para servir mejor

Ya en el seminario, su obispo tomó una decisión que cambiaría su vida: enviarlo a Pamplona (España) para completar su formación en el seminario internacional Bidasoa.

Para este sacerdote venezolano, el paso por España no fue solo una etapa académica. Fue una experiencia profundamente humana y espiritual.

«En Bidasoa me sentí en casa, a pesar de estar tan lejos de mi país», confiesa. Allí descubrió algo esencial: «que la Iglesia no es una idea abstracta, sino una familia universal. Personas de culturas, idiomas y realidades muy distintas, unidas por una misma fe».

Esa experiencia le ayudó a comprender mejor el mundo al que un día sería enviado como pastor.

Mucho más que estudios: aprender a ser sacerdote

Si algo se llevó Sergio de su estancia en Pamplona no fue un título, sino una forma de vivir el sacerdocio.

«Me formé para dar todo mi ser en la pastoral», explica. Aprendió a conocer la Iglesia desde dentro, a comprender las distintas realidades humanas con las que se encontraría y a dar testimonio de Jesucristo en medio de ellas.

Sergio Rojas sacerdote Venezuela vocación
El padre Sergio Rojas, sacerdote de la diócesis de Margarita, acompañado de jóvenes de parroquia.

Entre los aspectos que más marcaron su formación destacan la dirección espiritual constante, la Confesión frecuente y el trato personal con Jesús en la Eucaristía.

Pero hubo un testimonio que dejó una huella especial en su vida sacerdotal: el del sacerdote Juan Antonio Gil Tamayo, formador suyo, que vivió su enfermedad con una fe serena y luminosa.

«Nos mostró que la fortaleza espiritual permite mirar más allá del sufrimiento y descubrir la voluntad de Dios incluso en la cruz», recuerda.

El sacerdote hoy: servir y no aislarse

El padre Sergio Rojas no idealiza el sacerdocio. Es muy consciente de los retos actuales y de las dificultades que atraviesa la Iglesia.

Para él, la clave es clara: oración, entrega y humildad. El sacerdote –afirma– está llamado a servir, no a buscar comodidad ni reconocimiento.

También insiste en la importancia de no vivir aislado. «El sacerdote tiene que estar con la gente, conocer su realidad, compartir sus alegrías y sufrimientos». Pero todo eso solo tiene sentido si nace de un encuentro vivo con Jesucristo. «Sin oración, el sacerdocio pierde su esencia», asegura este sacerdote venezolano.

Gratitud a la Fundación CARF: una ayuda que hace posible la vocación

Al mirar atrás, Sergio Rojas no tiene dudas: sin la ayuda de los benefactores y amigos de la Fundación CARF, su historia habría sido muy distinta.

«Sin ustedes no habría podido viajar, estudiar ni formarme en Pamplona», afirma con gratitud. No es una frase de compromiso, sino una realidad concreta: su vocación sacerdotal también pasó por la generosidad de personas que apostaron por su formación.

Por eso, asegura, siempre habrá una oración agradecida por quienes hacen posible que otros seminaristas y sacerdotes puedan prepararse para servir mejor a la Iglesia.


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