En la Santa Misa vivimos el sacrificio de Cristo, que se ofreció a todos nosotros, una vez para siempre en la Cruz. Éste, que es el centro de nuestra vida cristiana y la acción de gracias que presentamos a Dios por su gran amor hacia nosotros, no es otro sacrificio, no es una repetición: es el mismo sacrificio de Jesús que se hace presente.
Es
el mejor momento para pedirle a Dios lo que quieras. Por los enfermos, los que se han ido al cielo, tu familia, la Iglesia, el Papa, los sacerdotes, el personal sanitario o el gobierno. Ayuda a mantener la esperanza a quienes más lo necesitan. En cada Santa Misa, pídele fuerza a Dios para sobrellevar estos días con alegría y fe.