"De una manera espontánea, natural, surge en nosotros el deseo de tratar a la Madre de Dios, que es también Madre nuestra. De tratarla como se trata a una persona viva: porque sobre Ella no ha triunfado la muerte, sino que está en cuerpo y alma junto a Dios Padre, junto a su Hijo, junto al Espíritu Santo. Para comprender el papel que María desempeña en la vida cristiana, para sentirnos atraídos hacia Ella, para buscar su amable compañía con filial afecto, no hacen falta grandes disquisiciones, aunque el misterio de la Maternidad divina tiene una riqueza de contenido sobre el que nunca reflexionaremos bastante."
Es Cristo que pasa, 142
Esta costumbre cristiana lleva dos siglos en vigor y coincide con el comienzo de la primavera y el fin del invierno. El "triunfo de la vida" que simboliza la primavera es uno de los motivos por los que se sitúa en mayo el mes de la Virgen, Madre de la Vida, de Jesús. Esa belleza de la naturaleza también nos habla de María, de su belleza interior y de su virtud.
En la antigua Grecia, el mes mayo era dedicado a Artemisa, la diosa de la fecundidad. Algo similar sucedía en la antigua Roma pues mayo era dedicado a Flora, la diosa de la vegetación. En aquella época celebraban los ludi florals o los juegos florales a finales de abril y pedían su intercesión.
Posteriormente, en la época medieval abundaron costumbres similares, todo centrado en la llegada del buen tiempo y el alejamiento del invierno. El 1 de mayo era considerado como el apogeo de la primavera.
Antes del siglo XII se celebraba la fiesta de "La devoción de los treinta días a María" o Tricesimum, que tenía lugar entre la segunda quincena de agosto y los primeros 14 días de septiembre.
La idea del mes de mayo, mes de María se remonta al tiempo barroco o siglo XVII. Este incluía treinta ejercicios espirituales diarios en honor a la Madre de Dios. Esta costumbre se extendió sobre todo durante el siglo XIX y se practica hasta hoy, haciendo que esta celebración cuente con devociones especiales organizadas cada día durante todo el mes.
Festejar este mes de mayo es más que una tradición cristiana, es un homenaje y una acción de gracias hacia quien es Nuestra Madre. Se le pueden ofrecer muchas y variados detalles. Entre los más comunes están, la oración en familia, el rezo del Rosario, las ofrendas florales y la meditación de sus dogmas.
Mayo mes de la Virgen María: El Fundador del Opus Dei explica cómo puede ser nuestro amor a la Virgen.
Las formas en que María es honrada en mayo son tan variadas como las personas y las costumbres de quienes la honran. Es común que las parroquias tengan en mayo un rezo diario del Santo Rosario y muchas erijan un altar especial con una estatua o imagen de María.
Además, se trata de una larga tradición el coronar su estatua, una costumbre conocida como la Coronación de Mayo. A menudo, la corona está hecha de hermosas flores que representan la belleza y la virtud de María y también es un recordatorio a los fieles para esforzarse en imitar sus virtudes. Esta coronación es en algunas áreas una gran celebración y, por lo general, se lleva a cabo fuera de la Misa.
Los altares y coronaciones en este mes no son solo privilegios de la parroquia. En los hogares también se puede participar plenamente en la vida de la Iglesia. Debemos darle un lugar especial a María no porque sea una tradición o por las gracias especiales que se pueden obtener, sino porque María es nuestra Madre, la madre de todo el mundo y porque se preocupa por todos nosotros, intercediendo incluso en los asuntos más pequeños.
“¿Cómo se comportan un hijo o una hija normales con su madre? De mil maneras, pero siempre con cariño y con confianza. Con un cariño que discurrirá en cada caso por cauces determinados, nacidos de la vida misma, que no son nunca algo frío, sino costumbres entrañables de hogar, pequeños detalles diarios, que el hijo necesita tener con su madre y que la madre echa de menos si el hijo alguna vez los olvida: un beso o una caricia al salir o al volver a casa, un pequeño obsequio, unas palabras expresivas."
"En nuestras relaciones con Nuestra Madre del Cielo hay también esas normas de piedad filial, que son el cauce de nuestro comportamiento habitual con Ella. Muchos cristianos hacen propia la costumbre antigua del escapulario; o han adquirido el hábito de saludar —no hace falta la palabra, el pensamiento basta— las imágenes de María que hay en todo hogar cristiano o que adornan las calles de tantas ciudades; o viven esa oración maravillosa que es el santo rosario, en el que el alma no se cansa de decir siempre las mismas cosas, como no se cansan los enamorados cuando se quieren, y en el que se aprende a revivir los momentos centrales de la vida del Señor; o acostumbran dedicar a la Señora un día de la semana —precisamente este mismo en que estamos ahora reunidos: el sábado—, ofreciéndole alguna pequeña delicadeza y meditando más especialmente en su maternidad.” San Josemaría. Es Cristo que pasa, 142.
"Hay muchas otras devociones marianas que no es necesario recordar aquí ahora. No tienen por qué estar incorporadas todas a la vida de cada cristiano —crecer en vida sobrenatural es algo muy distinto del mero ir amontonando devociones—, pero debo afirmar al mismo tiempo que no posee la plenitud de la fe quien no vive alguna de ellas, quien no manifiesta de algún modo su amor a María.
"Los que consideran superadas las devociones a la Virgen Santísima, dan señales de que han perdido el hondo sentido cristiano que encierran, de que han olvidado la fuente de donde nacen: la fe en la voluntad salvadora de Dios Padre, el amor a Dios Hijo que se hizo realmente hombre y nació de una mujer, la confianza en Dios Espíritu Santo que nos santifica con su gracia. Es Dios quien nos ha dado a María, y no tenemos derecho a rechazarla, sino que hemos de acudir a Ella con amor y con alegría de hijos. San Josemaría. Es Cristo que pasa, 142
¿Quieres amar a la Virgen? —Pues, ¡trátala! ¿Cómo? —Rezando bien el Rosario de nuestra Señora.
San Josemaría.
La Santísima Virgen María nos cuida siempre y nos ayuda en todo lo que necesitemos. Ella nos ayuda a vencer la tentación y conservar el estado de gracia y la amistad con Dios para poder llegar al Cielo. María es la Madre de la Iglesia.
María era una mujer de profunda vida de oración, vivía siempre cerca de Dios. Era una mujer sencilla; generosa, se olvidaba de sí misma para darse a los demás; tenía gran caridad, amaba y ayudaba a todos por igual; era servicial, atendía a José y a Jesús con amor; vivía con alegría; era paciente con su familia; sabía aceptar la voluntad de Dios en su vida. Todas estas virtudes son ejemplo de vida para nosotros los cristianos, queremos vivir como dignos hijos suyos por eso seguimos su ejemplo.
Recordar las apariciones de la Virgen. Son muchas y todas muy especiales. La Virgen María entrega su mensaje directamente, todos, están relacionados con el amor que Ella nos tiene a todos nosotros, sus hijos.
Reflexionar en las principales virtudes de la Virgen María.
Vivir una devoción real y verdadera a María. Mirar a María como a una madre. Hablarle de todo lo que nos pasa: lo bueno y lo malo. Saber acudir a ella en todo momento. Meditar los 7 dolores de la Virgen, esos momentos de la vida de la Virgen María en donde estaba unida a Jesús de un modo particular y que le permitió compartir la profundidad del dolor de su Hijo y el amor de su sacrificio.
Imitar sus virtudes: Esta es la mejor manera de demostrarle nuestro amor. Demostrarle nuestro cariño: Hacer lo que ella espera de nosotros y recordarla a lo largo del día.
Confiar plenamente en ella: Porque es La Virgen María quien intercede ante Jesús por nuestras dificultades. Todas las gracias que Jesús nos da, pasan por las manos de María.
Tratar a María es una buena forma de acercarse a su Hijo. Realizar oración en familia, especialmente las oraciones dedicadas a la Santisima Virgen María.
Los cristianos contamos con bellas oraciones desdicadas a la Virgen María, también son muchas las canciones para honrarla, que nos ayudan a recordar el inmenso amor de nuestra madre a nosotros, sus hijos.
Rezar el Ángelus (que se acostumbra a rezar a mediodía),el Regina Coeli o la Consagración a María. Entre otras oraciones. También puedes dedicar una Novena a la Virgen para pedirle un favor especial o darle las gracias.
Bibliografía: