Rafael Brasil es un seminarista de la Arquidiócesis de São Sebastião do Rio de Janeiro, en Brasil.
"Mi familia siempre ha sido católica, así que mi madre, mi hermana y yo asistimos a la Santa Misa todos los domingos. Pero fue alrededor de mis 18 años que comencé a trabajar más activamente en la parroquia, ayudando con retiros y formaciones, después como catequista y, pronto, el sacerdote me llamó para ayudar en las celebraciones litúrgicas como acólito. En ese momento, sin embargo, ni siquiera me permitía pensar en seguir la vocación sacerdotal.
Lo que me despertó al llamado que me hizo Dios fue la noticia de la renuncia del Papa Benedicto XVI, que, casualmente, se dio en el día de mi cumpleaños. Viví una incertidumbre, como la mayoría de los católicos que conocí, pero tuve que dejar de lado mis preocupaciones para ayudar a aquellos que se sentían perdidos con la noticia. Y fue así que, por primera vez, pensé en el sacerdocio, que sería una forma de ayudar a la Iglesia y al pueblo de Dios de manera continua, como me sentía impulsado en ese momento.
Entonces comencé mi camino vocacional y, en 2014, fui al seminario propedéutico, ingresando al Seminario de São José, en Rio de Janeiro, al año siguiente. Allí estudié Filosofía y, en mi último año de esta etapa formativa, fui invitado por el Cardenal, los obispos auxiliares y los formadores del seminario para seguir mi formación en España, en Bidasoa.
Al principio fue una decisión difícil, nunca estuvo en mis planes de vida vivir fuera de mi ciudad, pero, confiando en las cosas que Cristo me había preparado, vine a Pamplona. Y tan pronto llegué, vi que había sido la decisión correcta. En la mañana de mi primer día en Bidasoa, todavía conociendo el espacio y la gente, el director se me presentó y preguntó:
- ¿Cómo puedo llamarte?
- Rafael Brasil. - Respondí. Y él continuó:
- No. Ese es tu nombre. Quiero saber cómo te llaman en tu casa, en tu familia ..
- Ah sí. "Rafa".
- Bienvenido, Rafa. Te llamaré así, porque aquí también somos una familia. Estás en casa.
Y es muy cierto que aquí la mayoría, entre seminaristas y formadores, me llaman Rafa.
Sí, estoy en casa."