Binsar, 21 años de Indonesia, un joven seminarista que ha entregado toda su vida a Dios.
“Nací en Surabaya - Indonesia el 4 de enero de 2001. Soy el segundo hijo de dos hermanos. Mi padre, Batak, es jefe de la oficina de Transmigración del Gobierno Provincial de Java Oriental. Mi madre es china y después de trabajar como contable en una empresa, decidió dejar el trabajo para educar a sus hijos y estar con ellos. Mi hermano mayor es enfermero en un Hospital Católico en Surabaya.
Mis padres me bautizaron de bebé y me educaron en la fe católica. Además, para ellos también fue muy importante que asistiera a escuelas católicas. En Primaria, obtuve la mejor puntuación en el Examen Nacional de mi escuela. Fue en Secundaria cuando comencé a sentir cierto interés en ser sacerdote y paradójicamente, ese deseo surgió al comenzar a salir con una chica. En ese momento, quería hacer y sacrificar cualquier cosa por ella. Entonces, un día en el interior de mi corazón me pregunté: “Haría cualquier cosa por ella. Y, por Dios, ¿qué haría?
Desde que surgió esa pregunta en mi corazón, me di cuenta de que la base de todo es el amor. Entonces, decidí mostrar mi amor a Dios haciendo y sacrificando todo lo que tengo, incluso separarme de mi novia para seguir al Señor. Fue la mejor manera que encontré para poder dar mi vida a Dios: entregándome para ser sacerdote.
Sin embargo, no sabía cómo hacerlo. Por la misma época en mi parroquia había un seminarista, que ahora es sacerdote, que ayudaba en las tareas pastorales. Cuando se enteró que quería ser sacerdote, nos visitó a mis padres y a mí para hablarme de la vocación y de los pasos a seguir en el Seminario.
Finalmente, después de terminar mis estudios en la escuela secundaria básica, continué en la escuela secundaria superior en el seminario de mi diócesis, un internado creado con el propósito específico de ayudar a los adolescentes en su discernimiento hacia el sacerdocio católico.
Cuando estaba estudiando en el seminario de la escuela secundaria superior y en el seminario menor de San Vicente de Paúl de la ciudad de Blitar, obtuve algunos premios académicos: por ejemplo, fui uno de los mejores autores del artículo científico del año y logré el tercer puesto en la Olimpiada Nacional de Física cuyo tema fue “Non Electronical Speed Boat Competition – NESCO”.
Al terminar mis estudios en el seminario de la escuela superior, tuve la oportunidad de realizar trabajo pastoral en un pueblo al sur de Blitar por encargo de los formadores del seminario menor de San Vicente de Paúl.
"Esta foto fue tomada como tradición de nuestro seminario propedéutico después de terminar el segundo año de formación en mi diócesis. Todos ellos son mis compañeros como seminaristas de la diócesis de Surabaya (Indonesia) mi generación junto a los formadores. Somos 8 seminaristas y 2 formadores.
La formación en el Seminario del Año Espiritual de San Juan María Vianney fue de dos años, porque según mi obispo, Mons. Vincentius Sutikno, es considerado un tiempo adecuado para que los seminaristas construyan una personalidad estable para después, tener una vida espiritual estable. Así, cuando comienzan a estudiar en el seminario mayor, su personalidad pueda contribuir a su formación académica y sus estudios".
Algo que influyó en mi decisión de convertirme en candidato a sacerdote diocesano fue conocer la diferencia entre un sacerdote misionero y un sacerdote diocesano. Si se me permite explicarlo en una analogía, el sacerdote misionero es un sembrador de semillas, mientras que un sacerdote diocesano es quien cuida y desarrolla la semilla sembrada por el sacerdote misionero.
Lo que me enseñaron en ese momento fue que el misionero siembra y luego se va a otra misión; en cambio, el sacerdote diocesano se encargaría y sería responsable de lo que había hecho el sacerdote misionero. Indirectamente podemos decir que ser sacerdote diocesano es más difícil que ser sacerdote misionero.
Entonces, debido a que me prometí a mí mismo elegir algo más difícil para hacer mi vida más significativa, decidí continuar mi formación como candidato a sacerdote diocesano de Surabaya formándome en el Seminario del Año Espiritual San Juan María Vianney. También lo vi en la oración: Dios me lo pedía.
¿Por qué elegí la diócesis de Surabaya? Porque la esencia de ser sacerdote diocesano es construir hogar y mi hogar está en la diócesis de Surabaya, donde he vivido y crecido.
Al principio, la formación en el seminario del Año Espiritual San Juan María Vianney era de sólo un año. Sin embargo, Mons. Vincentius Sutikno (Obispo de Surabaya) lo ha modificado y ahora los candidatos realizan dos años. El objetivo es que los seminaristas construyan una personalidad estable para después, tener una vida espiritual estable.
Así, cuando comienzan a estudiar en el Seminario Mayor, su personalidad pueda contribuir a su formación académica y sus estudios.
En el Seminario del Año Espiritual aprendí muchas lecciones. Una de ellas fue sobre la importancia de la vida espiritual. Y pensé que por eso Jesús le dijo a Pedro en Getsemaní: “Velad y orad para no caer en tentación – Marcos 14: 38a”.
Por lo tanto, no importa cuán inteligente y talentoso puedas ser, porque todo será inútil sin una vida espiritual estable. Sin ella, no alcanzaré la verdadera comunión con Dios en la tierra y después en el cielo.
«Como seminarista que nací en la época del móvil, las aplicaciones y las redes sociales, tengo mucho interés en el mundo digital. Y creo que los católicos debemos poner en práctica la evangelización digital»
En estos años de seminarista también estoy aprendiendo que la Iglesia debe actualizar la forma de evangelizar. Como seminarista que ha nacido en la época del móvil, las aplicaciones y las redes sociales, tengo mucho interés en el mundo digital. Y creo que los católicos debemos poner en práctica la "evangelización digital".
Y explico un poco mi idea. Sabemos por la ciencia que nuestro cuerpo produce dopamina por distintas causas. Por ejemplo, las negativas podrían ser el alcohol, el tabaco o las drogas que son elementos que hacen que el cuerpo produzca más dopamina de la normal cuando se consume y por eso la gente será adicta a estas sustancias. El resultado es una adicción negativa.
Vamos a invertir este proceso. Intentar estimular causas positivas que puedan producir dopamina con resultados positivos. Las redes sociales como Instagram, YouTube, Facebook y otras social media producen dopamina en los seres humanos. Nos sentimos contentos cuando tenemos nuevos seguidores o recibimos mensajes de la gente que se interesa por nosotros. Algunos son adictos a las redes por este motivo.
Por eso, creo que debemos contribuir con mensajes positivos en las social media. Y, ¿cuáles son esos mensajes positivos? Pues algo definitivamente positivo es la evangelización y por esta razón, debemos renovar el modo que evangelizamos en las redes sociales y en internet. Mensajes que lleguen a los jóvenes y que no sean aburridos para que descubran una nueva belleza de evangelizar en el mundo digital.
Así lo intento hacer yo en mi cuenta de Instagram.
Estoy muy agradecido de estudiar en Bidasoa porque puedo ver de primera mano el rostro de la Iglesia Universal. Esto se debe a que los seminaristas de Bidasoa procedemos de más de 15 países. Otra cosa que indirectamente nos enseñan en el Seminario Internacional Bidasoa es la atención a las cosas pequeñas, sobre todo en la preparación de las celebraciones litúrgicas.
Esto se hace no porque queramos ser perfeccionistas, sino porque amamos a Dios y queremos tratar de hacer y presentar lo mejor de nosotros mismos a Dios a través de las pequeñas cosas.
Por todo ello, quiero dar las gracias a todos los que me apoyan en esta vocación, especialmente a CARF que me ayuda en mis estudios en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra y en mi formación en el Seminario Internacional Bidasoa. Espero que mi formación me convierta en un verdadero cristiano y un buen sacerdote.
Marta Santín
Periodista especializada en información religiosa.