Margarita, Manuel, Alex, David y Luis son algunos benefactores de CARF que colaboran en la campaña “Que ninguna vocación se pierda”. Nos cuentan por qué colaboran en la formación académica y espiritual de sacerdotes y seminaristas.
Margarita y Manuel: "Conocimos el CARF por Alejandro Cantero, antiguo presidente de CARF que falleció hace unos años). Hablaba con verdadero entusiasmo de esta bonita labor y de la que fuimos testigos en el primer viaje a Roma, en un encuentro ENROME, cuando visitamos la Universidad Pontificia de la Santa Cruz y el seminario Internacional Sedes Sapientiae.
En este viaje pudimos darnos cuenta del verdadero sentido de universalidad de la Iglesia, por medio de los sacerdotes y seminaristas que conocimos, jóvenes de razas y culturas diferentes pero con el mismo entusiasmo, con un mismo deseo, formarse como sacerdotes para después volver a sus países de origen, donde ejercer su labor sacerdotal, entre sus gentes y como formadores de los seminarios.
Comprobamos el ambiente de alegría y servicio que se respiraba en el seminario, no sólo entre los jóvenes sino con sus formadores, dedicados a cuidar de su formación y de su vida de piedad.
Podéis imaginaros que sus historias eran de lo más diversas, como lo era su llamada a la vocación, pero comprendimos enseguida que teníamos una responsabilidad con la Iglesia. Tantas veces nos habíamos lamentado por la falta de vocaciones y se las pedíamos a Dios y ahora comprobábamos que Dios si llama a jóvenes, en todo el mundo, pero necesitan formarse y formarse bien, y ahí teníamos una responsabilidad todos nosotros, que ninguno se pierda por falta de medios.
Conocer a estos jóvenes, donde estudian, como viven y su sentido de responsabilidad aprovechando intensamente estos años de formación, y viviendo agradecidos por ello, nos reafirmó en el deseo de poner nuestro granito de arena.
Podemos deciros que colaborando con el CARF, lo estamos haciendo de manera directa con la Iglesia de todo el mundo, los sacerdotes son pilares fundamentales, son quienes nos administran los sacramentos y, por eso, allí donde un sacerdote desarrolla su labor, llega la Iglesia.
Luis: "Conocí el CARF por medio de la revista de la Fundación que me llegó a mí domicilio. Me impulsó a ayudar económicamente al CARF, la importancia trascendental que tienen los sacerdotes dentro y fuera de la Iglesia. Dentro, para la administración de los sacramentos y para la predicación de los evangelios (ambos decisivos para la santificación de todos sus miembros). Y fuera para la propagación de la palabra del Señor (tanto de palabra como con el ejemplo). Cuanto más santos y mejor preparados, más eficaz será su labor para con todos.
Animaría a las personas a que invirtieran en la formación de los sacerdotes por lo anterior expuesto y la escasez de medios económicos, que desgraciadamente tiene la Iglesia y especialmente en estos momentos".
"Colaborando con CARF, ayudamos de manera directa con la Iglesia de todo el mundo. Los sacerdotes son pilares fundamentales"
Alex es un benefactor de CARF que en estos momentos colabora con la formación del seminarista Jacobo Lama de República Dominicana, que estudia en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz en Roma y acaba de terminar sus estudios. Alex se dedica a la formación de personas en la búsqueda de empleo, una meta que también ha trasladado a su labor: «Los sacerdotes y seminaristas van a trabajar para Dios, van a ser la “plantilla de Dios”. Por eso, sin recursos económicos para su formación, sería muy difícil que desempeñaran este trabajo a plenitud», afirma.
Alex: «Cuando fui a Roma pude hacerme una idea de la trascendencia de la labor que realiza el CARF y de la calidad humana de los seminaristas que allí se forman. Seminaristas en su gran mayoría diocesanos, que provienen de los países más diversos y que luego retornarán a sus respectivas diócesis para multiplicar la formación que han recibido. Diócesis que no tienen los recursos económicos necesarios, pero en cambio son una maravillosa cantera de vocaciones, una “materia prima” que es un don de la Iglesia y que debemos cuidar a toda costa. He ido ya cinco veces (la fundación me ha concedido la medalla que otorgan tras cinco ENROME) y cada vez regreso más admirado y animado a seguir arrimando el hombro después de asomarme por esta ventana desde donde se ve la universalidad de la Iglesia.
Me dedico a ayudar a las personas a encontrar trabajo y por lo tanto el tema “empleo” motiva mi día a día. Mi colaboración con el CARF no es ajena a esto ya que no puedo dejar de ver a todos estos seminaristas como la “plantilla de Dios”, los que van a estar en nómina a jornada completa, con un sueldo poco atractivo pero que cotizan por la máxima pensión, sin duda. Un empleo con alegría garantizada, para ellos y para nosotros. Y en los sitios más diversos, lejanos e inimaginables.
Los empresarios debemos mirar, entre otras cosas, el retorno sobre cualquier inversión que hacemos (ROI) y la inversión en la formación de los seminaristas (que es desgravable) es probablemente el mejor negocio que se puede hacer ya que se obtiene “el ciento por uno”. En estos tiempos de pandemia hemos oído hablar de los “trabajos esenciales”. El ser sacerdote, el ejercer de sacerdote, es un trabajo imprescindible como pocos que no admite “teletrabajo”. Tenemos un gran déficit de sacerdotes y probablemente sea el puesto más difícil de cubrir ya que no va de tener una buena nota de corte para apuntarse a una universidad o formarse “online”. Va de vocación y de llamada de Dios. Por eso, cuando aparece una vocación, y más aún si carece de medios económicos, debemos arrimar el hombro para cuidarla, formarla muy bien y lograr que salga adelante.
Nos quejamos de que hacen falta sacerdotes pero en el CARF tenemos todos los que queramos, de todos los países. Ellos tienen la vocación. Nosotros los medios. Sería imperdonable que se perdieran vocaciones por falta de recursos económicos».
«El mundo necesita sacerdotes. Lo imperdonable sería que se perdieran vocaciones por falta de recursos económicos»
"El mundo necesita sacerdotes. Lo imperdonable sería que se perdieran vocaciones por falta de recursos económicos"
David anima a colaborar con CARF por el bien de la Iglesia Universal. "Los sacerdotes son importantísimos para mantener la cultura cristiana, las tradiciones y la fe; además de contribuir a la gran labor social que hace la Iglesia y los sacerdotes en muchos países subdesarrollados", señala.
David: "Conocí la existencia del CARF. a través de Alejandro Cantero, quien por aquel entonces, año 2005 ejercía el cargo de Presidente en dicha Fundación. Él, con su paciencia y como si tuviera todo el tiempo para mí, me fue explicando desde sus orígenes, la trayectoria y los fines que se perseguían.
Dentro de los fines propios de la Fundación, están la formación integral de sacerdotes y seminaristas diocesanos de todo el mundo, especialmente de los países mas necesitados. En primer lugar se atienden y se dan becas de estudio a los seminaristas que postulan y envían los Obispos de los cinco continentes.
Otros fines propios a los que dedica su actividad el CARF es la promoción y mantenimiento de los Centros e Instituciones Pontificias donde viven o se imparte la formación de los sacerdotes y seminaristas.
Después de la extensa y completa presentación que me hizo Alejandro Cantero me propuso colaborar como vocal miembro del Patronato que gobierna la Fundación; y a pesar de la gran responsabilidad que para mi suponía, decidí aceptar el cargo. Sabía por las explicaciones anteriores que la Fundación es una entidad sin ánimo de lucro y asumí desde el principio que eso me iba a costar tiempo y dinero; pero la motivación para aceptar el cargo fue la observación de la necesidad de defender mis tradiciones, mis creencias y mi cultura, dada mi condición de católico y mi Fe.
Pensé: desde esta Fundación se puede cambiar el mundo, ¡y de qué manera!
Posteriormente, trabajando en el CARF comprobé en mi persona, como se cumplían dos características infundidas por el Bautismo, que son: el Alma Sacerdotal y el Apostolado. Alma Sacerdotal, para tomar conciencia de ayudar a tu Iglesia, que sea Santa, Romana y Universal.
Apostolado, según el mandato evangélico: "Id al mundo mundo entero y proclamad el evangelio". Y quien mejor que los curas para predicar el Evangelio. Entonces a mí sólo me quedaba ayudar y contribuir con mis medios y según mis posibilidades a esa labor prioritaria de la Iglesia donde tocas su corazón, su médula espinal. Como dice la Teología Católica, la Iglesia necesita de la Eucaristía y la Eucaristía de los sacerdotes.
Esa decisión firme de dedicar un tiempo y trabajo a colaborar con el CARF, compartiéndolo con un trabajo profesional exigente y con los deberes de una familia numerosa de seis hijos en mi caso, es algo que me ha hecho mucho bien y que me gustaría compartirlo con todas aquellas personas que quisieran ayudarnos como colaboradores o benefactores, trabajando en algo tan fascinante y por lo que Dios nos premiará abundantemente.
Unos podrán dedicar mucho tiempo, otros menos, pero lo importante es llevar este mensaje en el corazón y aprovechar las ocasiones que se presenten para informar y entusiasmar a los demás con el objetivo y el trabajo que hacemos.
Se me viene a la cabeza una anécdota que me contaron de una Cofradía en Andalucía, que sacó en procesión una imagen y para sufragar los gastos, pusieron debajo un botijo con una cartulina que decía: con estos donativos cubrimos los gastos anuales. La forma de colaborar es la siguiente:
El que tiene mucho, con mucho.
El que tiene menos, con menos.
Y el que no tiene nada, con nada.
En CARF aunque no tengas nada no importa, porque todos podemos rezar y pedir a Dios por la Iglesia y porque nos envíe muchos y santos sacerdotes. Así cambiaría el mundo, extendiendo el catolicismo, hablando de la Verdad en mayusculas, con libertad y sin imposiciones.
Animaría a muchas personas a colaborar con CARF por el bien que hacen a la Iglesia Universal y también así mismos. Y resulta importantísimo para mantener la cultura cristiana, las tradiciones y la fe; además de contribuir a la gran labor social que hace la Iglesia y los sacerdotes en muchos países subdesarrollados.