Agustín, joven religioso del Instituto Miles Christi, nació en Ayacucho, en la provincia de Buenos Aires, en una inmensa llanura argentina donde la agricultura y la ganadería son los pilares de la economía de la zona y los “gauchos” son los protagonistas de la vida social y cultural.
A pesar de la educación católica recibida por su familia, Agustín era, hasta recibir su llamado vocacional, un “cristiano del domingo”, como se dice en Italia. Todo cambió cuando empezó a estudiar Medicina en la universidad. Nos cuenta su testimonio de vocación a Miles Christi: como de "cristiano de domingo" pasó a ser sacerdote.
A los 18 años me mudé a Buenos Aires a estudiar medicina, y tuve la gracia de conocer muchos amigos que vivían su fe con mucha alegría. Eso me permitió ver que ser cristiano era algo más que cumplir y hacer una serie de cosas, (muchas de las cuales ni siquiera practicaba), siempre me había considerado “católico practicante” por ir a Misa los domingos, pero me di cuenta que durante el resto de la semana (y del domingo), no era para nada coherente con lo que supuestamente creía. Fue como una re-conversión.
Por gracia de Dios, comencé a tener deseos de profundizar en las verdades de la fe, encontrar las respuestas a las preguntas que se hace toda persona en la vida: empecé a rezar, a frecuentar los sacramentos, a participar en grupos de formación de Miles Christi, misiones, convivencias…
A los 20 años hice por primera vez los ejercicios espirituales según el método de San Ignacio de Loyola, y podría decir que fue a partir de ahí que comencé a discernir cuál era mi vocación. Después de meditarlo y rezar mucho, y gracias también a las oraciones de tantísimas personas que rezan pidiendo por las vocaciones, confiándome a Dios y a su Divina Providencia, decidí dar el paso.
A los 22 años ingresé al Instituto Miles Christi en Argentina. Allí, en nuestra Casa de Formación, hice el noviciado, realicé mis estudios y comencé a ayudar en los apostolados del Instituto: catequesis a los niños, grupos de jóvenes y de universitarios. Durante el tiempo transcurrido, he podido experimentar y vivir el inmenso don que Dios ha querido darme al invitarme a seguirlo más de cerca, la alegría que uno encuentra al entregarse por completo, y todo el bien que Dios da a las almas por medio de la Iglesia.
En esta foto vemos a Agustín Seguí (a la izquierda) con su hermano Mariano (a la derecha) y en el centro, otro miembro de su Congregación, el Instituto Miles Christi. Su misión es ante todo, tender fervientemente a la santidad, para la mayor gloria de Dios, dedicándose con ardor a la santificación de los laicos, principalmente jóvenes universitarios.
"Creo que los miembros de la Fundación CARF, siendo benefactores y colaboradores de Dios en formar a buenos sacerdotes, realizan una obra inmensa, que llega a todas partes del mundo y gracias a lo cual tantísimas personas se beneficiarán, no sólo nosotros los que estamos estudiando, sino también todos aquellos a los que podremos transmitirles lo recibido", afirma Agustín de Miles Christi.
Todos estamos llamados a la urgente misión de volver a evangelizar la sociedad en la que vivimos; algunos en la propia familia, en colegios y universidades; otros con el testimonio de una vida cristiana, ofreciendo a Dios los esfuerzos del trabajo y estudios, haciendo apostolado con los compañeros y amigos… Cada uno según su vocación, pero todos en conjunto y por un mismo fin.
Por eso creo que los miembros de la Fundación CARF, siendo benefactores y colaboradores de Dios en formar a buenos sacerdotes, realizan una obra inmensa, que llega a todas partes del mundo y gracias a lo cual tantísimas personas se beneficiarán, no sólo nosotros los que estamos estudiando de Miles Christi, sino también todos aquellos a los que podremos transmitirles lo recibido.
"Todos estamos llamados a la urgente misión de volver a evangelizar la sociedad en la que vivimos; algunos en la propia familia, en colegios y universidades; otros con el testimonio de una vida cristiana, ofreciendo a Dios los esfuerzos del trabajo y estudios, haciendo apostolado con los compañeros y amigos. Cada uno según su vocación, pero todos en conjunto y por un mismo fin"
Al hablar sobre el tema de la vocación a Miles Christi, personalmente me sirve mucho recordarme que la correspondencia a esa llamada no es el fin de la historia. Parece algo obvio, pero en realidad no es más que el inicio. Uno podría pensar que es el primer SÍ que uno le da a Dios, aunque en realidad, no es más que el primer SÍ con el que uno acepta recibir de Dios una cantidad enorme de gracias.
Él tenía pensado darnos todo desde toda la eternidad, e incluso más: no sólo es un beneficio para nosotros, sino que muchísimas personas participarán de alguna manera de esto, en el caso de la vocación sacerdotal se ve clarísimo. Ciertamente que uno se entrega, pero es mediante esta entrega, que uno lo obtiene todo.
Al principio esto no es fácil de ver, porque solo creía que la vocación a Miles Christi era algo que Dios me pedía, y, por lo tanto, la respuesta dependía de mí generosidad. Pero esta idea no es la perspectiva correcta. Dios es el que te lo da todo.
Es un bien enorme poder contar con alguien que nos ayude a poder ver las cosas como realmente son, sobre todo en la decisión de la vocación. Siempre le estaré muy agradecido a Dios por este don, pero también por haberme dado la posibilidad de que un director espiritual que me acompañase paternalmente en ese momento tan importante de mi vida.
Les agradezco de corazón por su ayuda, por su servicio a Dios y a la Iglesia. Poder estar en Roma, conocer las experiencias pastorales de compañeros de todas partes del mundo, tener profesores del mejor nivel académico, es un enriquecimiento enorme, del que me siento muy afortunado y agradecido.
¡¡Muchísimas gracias!!
¡Están siempre presentes en mis oraciones! ¡Me encomiendo a las suyas!
Gerardo Ferrara
Licenciado en Historia y en Ciencias Políticas, especializado en Oriente Medio.
Responsable del alumnado
Universidad de la Santa Cruz de Roma