«Los presbíteros, los sacerdotes, son en la Iglesia y para la Iglesia una representación sacramental de Jesucristo, Cabeza y Pastor»,
san Juan Pablo II.
Cuando un sacerdote
se forma y recibe el Sacramento del Orden, queda preparado para prestar su cuerpo y su espíritu, o sea todo su ser al Señor, sirviéndose de él “especialmente en aquellos momentos en los que realiza el Sacrificio del Cuerpo y de la Sangre de Cristo cuando, en nombre de Dios, en Confesión sacramental, perdona los pecados.
La administración de estos dos Sacramentos es tan capital en la misión del sacerdote, que todo lo demás debe girar alrededor»,
san Josemaría.