
Este año, la peregrinación a Roma con benefactores y amigos tenía un motivo muy especial: participar en el Jubileo de la Esperanza, y también conocer, por fin en persona, al papa León XIV: una ocasión única para renovar la fe y fortalecer los lazos de amistad y espirituales que unen a toda la familia de la Fundación CARF.
Durante esos días, los peregrinos descubrieron lugares llenos de historia, rezar en los escenarios más emblemáticos del cristianismo y dejarse inspirar por la belleza de Roma, corazón de la Iglesia.

Uno de los momentos más conmovedores fue la Santa Misa en una capilla del Santísimo de la basílica de San Pedro, seguida de la audiencia general con el papa León XIV en la plaza de San Pedro. En su mensaje, el Santo Padre recordó: «Cristo resucitado es un puerto seguro en nuestro camino».

Al concluir la audiencia, 路易斯-阿尔贝托-罗萨莱斯, director general de la CARF基金会, saludó personalmente al papa León XIV y le entregó un libro sobre la labor de la Fundación, un gesto simbólico que refleja el compromiso con la Iglesia universal y con las vocaciones de seminaristas y sacerdotes diocesanos y de religiosos y religiosas.

Otro momento de especial significado fue la visita a Tevere别墅, donde los peregrinos participaron en una tertulia con el prelado del Opus Dei, mons. Fernando Ocáriz. Su cercanía, sencillez y sentido del humor crearon un ambiente de alegría y de familia.
Asimismo, los peregrinos fueron recibidos en la 圣十字教廷大学 por su rector, don Fernando Puig, quien les dio la bienvenida y compartió la importancia de la misión académica al servicio de la Iglesia. Además pronunció una conferencia sobre el Gobierno de la Iglesia hoy.
Entre los asistentes, Almudena Camps y Miguel Postigo participaban por primera vez en esta peregrinación. «Es precioso poder estar en el Vaticano cerca del Papa. Ayuda a rezar mucho más por él y por la Iglesia; sientes el consuelo de su presencia», manifiestan.

Sobre la tertulia con el prelado, destacan que «fue una alegría poder estar con él; su sencillez, su mensaje claro y asequible, su sentido del humor y cercanía… Vale mucho la pena esa mañana en Villa Tevere: Misa, visita y tertulia».
Uno de los momentos más entrañables fue el encuentro con los seminaristas, que Almudena y Miguel calificaron como «el momento más sublime de todo el viaje».
«Conocer a los seminaristas, con sus historias y su sonrisa, es algo único. La comida estilo bufet nos permitió saludar a muchos de ellos, y la Misa, con su coro y homilía, fue memorable».
Ambos coinciden en que ha sido un viaje transformador, en el que se respira alegría, fe y amistad: «Volveremos con más amigos, porque transforma el corazón. En resumen: un diez».

Marta Santín宗教记者。
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