A esta gran riqueza cultural de Malawi se contrapone la escasez de medios, sobre todo en la diócesis de Karonga, joven y pequeña, con necesidad de muchos sacerdotes. Esta es la ilusión de Paul: formarse bien en Pamplona para regresar y servir con eficacia a la iglesia diocesana de su país.
Este joven, africano de 23 años, reside en el 比达索亚国际研讨会 y cursa la carrera de Teología en las 纳瓦拉大学的教会院系. El obispo de la diócesis de Karonga, al norte de Malawi, le ha enviado a Pamplona para que reciba una formación sólida e integral y así, cuando regrese, pueda volcar en la Iglesia de su país toda la preparación adquirida.
«La necesidad de mi diócesis es contar con más sacerdotes. Somos muy pocos y es una diócesis joven, nueva y pequeña, fundada en 2010», explica Paul. Por eso, tiene una ilusión enorme en la completa preparación que está recibiendo en Pamplona.
Su diócesis no solo necesita sacerdotes bien formados, sino también es necesario contar con más misioneros para ayudar a los pocos sacerdotes diocesanos, ya que sólo cuentan con 19 sacerdotes diocesanos y 28 seminaristas.
En su diócesis también escasean profesionales de la salud y de la educación. Paul explica: «sin duda, necesitamos la ayuda de estas instalaciones sanitarias para mejorar las condiciones de vida de los cristianos, pero también de toda la población de la diócesis. Pero estamos agradecidos de que la diócesis haya hecho todo lo posible para ayudar con nuevas escuelas y algunos centros de salud, aunque todavía la demanda es muy alta».
Si no hubiera sido por la ayuda de la Fundación CARF y de los benefactores, Paul no hubiera tenido la oportunidad de recibir una formación integral como sacerdote que tanto bien hará a su pueblo.
Ciertamente, su diócesis cuenta con escasos medios económicos, pero de una gran riqueza en cuanto a la convivencia.
«Los católicos de Malawi viven en paz, celebran su fe con alegría y la demuestran culturalmente. Malawi es un país muy pacífico, vivimos en armonía y en cooperación con otros cristianos, musulmanes y tradiciones africanas sin matarnos los unos a otros. La expresión religiosa no es un problema», señala con alegría.
En este país africano, los católicos tienen un porcentaje más alto (17,2 %) que otras denominaciones cristianas; hay que recordar que hay muchos otros grupos de confesiones cristianas, porque Gran Bretaña colonizó el país y los primeros cristianos que evangelizaron fueron protestantes de Inglaterra y Escocia. Unos años después, los Padres Blancos católicos de Francia fueron de misioneros, cuando el protestantismo ya se había extendido en el país.
El ejemplo de los sacerdotes y misioneros católicos de Malawi influyó positivamente en Paul, además de la fortaleza de su entorno. Proviene de una familia numerosa de siete hermanos, de fuertes raíces católicas: cuatro varones y tres mujeres. Paul es el sexto.
La marcha al Cielo de su madre en 2014, cuando solo tenía 13 años, le provocó un desconsuelo enorme. Pero este desconsuelo retornó en esperanza y fe gracias al apoyo de su familia y de los religiosos, un ejemplo que fue determinante para salir adelante y conformar su vocación.
Comenzó a discernir su vocación al sacerdocio de niño, cuando participaba en las actividades que realizaban en su escuela, en el seminario menor. Pero no sabía si podía llevar a cabo tal misión.
«De niño pensaba que podía vivir como ellos, como los sacerdotes que me cuidaban y educaban. Y le dije al Señor: déjame intentarlo, voy a darlo todo para que algún día pueda ser sacerdote», afirma.
Finalmente, ingresó en el seminario mayor a los 19 años. En este itinerario vocacional que ha emprendido, alberga la ilusión de paliar la necesidad que tiene su diócesis de contar con sacerdotes bien formados, sobre todo para llegar a la juventud.
«Los jóvenes son muy influyentes en la difusión del Evangelio a través de los medios de comunicación, pero también en las reuniones y conferencias anuales de jóvenes que se organizan para mantener la fe y difundirla; se reúnen en gran número, lo que es muy prometedor», expresa con orgullo Paul Benson.
Y es que, para él, los sacerdotes jóvenes son capaces de comprender lo que necesitan los jóvenes desarrollando nuevos enfoques para explicar la doctrina católica, dar argumentos y poder así vivir y dar testimonio de la fe católica en Malawi.
África tiene grandes retos, pero también Europa, porque los europeos deben aprender grandes virtudes de los católicos africanos: «audacia y resiliencia para resistir y mantener la fe, la tradición misma; para proclamar la verdad y ayudar a esta generación rota, donde están sucediendo muchas cosas contrarias a nuestras costumbres cristianas, entre ellas, muchas inmoralidades sexuales», se lamenta Paul.
Esta es una de las razones por las que cree que la formación de un sacerdote es primordial: «debemos ayudar a todo el mundo, a los que creen y a los que no, los de una clase y los de otra. Por eso, se necesitan sacerdotes que estén bien formados».
Con ilusión y alegría agradece a la Fundación CARF todo lo que hace por sus estudios académicos. «Nuestra formación es académica, espiritual y pastoral, y estoy muy contento de vuestra ayuda».
玛尔塔-桑廷(Marta Santín)。 periodista especializada en religión.