Jesús nos conocía muy bien cuando instituyó el sacramento del Orden. Se había hecho hombre, por lo que no necesitaba a nadie para relacionarse con cada uno.
Sin embargo, sabía que necesitamos ver, tocar y experimentar. Por eso nos dejó a los sacerdotes,
para que se hiciera palpable y visible la Misericordia de Dios en los sacramentos.