«Mi prioridad era el placer. Tenía dinero para mis vicios y libertad de movimientos, pero había algo que me dejaba insatisfecho y no me dejaba tranquilo. Un 11 de abril, día de la Divina Misericordia, decidió abrir su corazón a Jesús y a su conversión a Él». Ahora es novicio de los Siervos del Hogar de la Madre y se prepara para ser sacerdote mientras estudia gracias a la Fundación CARF.
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