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14 janvier, 25

2 Parte | Jesús o Mahoma: ¿quién tiene razón?

Segunda parte de la serie de Gerardo Ferrara. Un viaje en la historia del islam. ¿Quién tiene razón Jesús o Mahoma?

 
Analyser la question des origines de l'Islam est nécessaire pour comprendre les conséquences historiques de l'avènement de cette doctrine.

Vous pouvez lire la première partie de cet article ici.

Le Coran et la Shari'a

El término Corán se deriva de la raíz semítica qaraʼa, en el sentido de recitación o de lectura recitada, por lo tanto salmodia. Ya en la antigüedad, cristianos y judíos de Oriente próximo usaban la voz aramea equivalente, qeryan, para indicar la recitación solemne de textos sagrados.

Sin embargo, el uso de la misma raíz es aún más antiguo: ʼAnī qōl qōreʼ ba-midbar (en hebreo: voz de alguien que grita en el desierto, como en el libro del profeta Isaías, que más tarde fue citado en griego en el Nuevo Testamento) tiene el significado gritar, llamar, proclamar, cantar.

El Corán es el texto sagrado de los musulmanes que Mahoma les dejó como legado. Para la mayoría de ellos es la palabra de Dios sin crear. Está dividido en ciento catorce capítulos, llamados sūra, con sus respectivos versos, llamados ayāt.

Para cualquier exégeta no islámico, hay muchos pasajes en el texto que son idénticos o paralelos a los de otros documentos más antiguos, el Antiguo y Nuevo Testamento en primer lugar, así como prácticas, tradiciones y costumbres preislámicos como la creencia en duendes, ǧinn, los ritos de peregrinación, las leyendas de pueblos desaparecidos y la veneración de la Ka‛ba.

El problema de las fuentes coránicas es, por lo tanto, muy importante. Dichas fuentes no pueden sin duda alguna ser algo escrito, ya que Mahoma, considerado universalmente autor (por los académicos) o portador (por los creyentes musulmanes) de la revelación reportada en el Corán, era analfabeto y no podía, por supuesto, tener acceso personal a la lectura de libros sagrados cristianos y judíos.

Por consiguiente, es en forma oral que muchas nociones religiosas del cristianismo y el judaísmo llegaron a sus oídos, y esto en dos fases: los festivales populares que se celebraban periódicamente en La Meca, donde los prosélitos de sectas heréticas cristianas y judías a menudo se refugiaban para escapar de la persecuciones en el Imperio Bizantino (eso se puede deducir de muchas nociones cristianas heréticas y reminiscencias de los libros de haggadah y de libros apócrifos de los que abunda el Corán) .

Como dijimos, los viajes comerciales que realizó más allá del desierto (también en este caso las nociones que tuvo que aprender son pocas, imprecisas e incompletas, como se desprende de las citas coránicas).

Hemos visto, pues, que Mahoma estuvo inmediatamente convencido de ser objeto de una revelación ya comunicada a otros pueblos antes que él, los judíos y los cristianos, y que provenía de la misma fuente, un libro celestial que llamó umm al-kitāb.

Sin embargo, las comunicaciones en su caso ocurrían de manera intermitente, lo que causó que los adversarios se rieran de él. También hemos visto que Alá a menudo le proporcionó a este último respuestas increíblemente adecuadas a sus exigencias y dificultades y amonestaciones, como la siguiente:

"Les mécréants disent : 'Pourquoi le Coran ne vous a-t-il pas été révélé en une seule fois ? Mais [sache, ô Muhammad, que] Nous te l'avons révélé progressivement, afin de renforcer ainsi ton cœur. Et chaque fois qu'ils présenteront un argument [contre le Message], Nous vous révélerons la Vérité, afin que vous puissiez les réfuter avec un fondement plus clair et plus évident.[1]".

El resultado de semejante intermitencia, y del hábito de Mahoma de cambiar a menudo su versión, es el carácter fragmentario del Corán, así como la falta de un orden lógico y cronológico: todo es para uso y consumo inmediato.

Esto ya era obvio para los primeros comentaristas coránicos, poco después de la muerte del “profeta” del islam, particularmente con respecto a la cuestión de los versos abrogados por otros posteriores. Para tratar de resolver el asunto de la mejor manera, las sūra se clasificaron en mecanas y medinesas, según el período en que se revelaron.

La première période, le Meccano

Se divide en tres fases: una primera, correspondiente a los primeros cuatro años de la vida pública de Mahoma, caracterizada por sūra breves, apasionadas y solemnes, con versos cortos y enseñanzas llenas de fuerza destinadas a preparar las mentes de los oyentes para el día del juicio (yawm al-dīn).

La segunda, que cubre los siguientes dos años, en la cual el entusiasmo, al comienzo de las persecuciones, se enfría y se van contando historias sobre la vida de los profetas anteriores, en una forma muy similar a la haggadah (literatura rabínica de tipo narrativo y homiliario); una tercera, desde el séptimo hasta el décimo año de la vida pública en La Meca, también llena de leyendas proféticas, así como de descripciones de los castigos divinos.

En el segundo período, en cambio, el de Medina

On retrouve le grand changement subi par M. après l'hégire. Les sūra s'adressent aux juifs et aux chrétiens, et le ton amical et laudatif qui leur était réservé dans la première phase se perd progressivement pour culminer, dans les dernières années de la vie du "prophète" de l'islam, en une véritable attaque. C'est à partir de cet âge, par exemple, que sūra 9, dans lequel, au verset 29, est exigé : l'humiliation de :

"Combattez ceux qui ne croient pas en Allah et au Jour du Jugement, ne respectent pas ce qu'Allah et Son messager ont interdit et ne suivent pas la vraie religion [l'islam] parmi les Gens du Livre [juifs et chrétiens], à moins qu'ils n'acceptent de payer un impôt [grâce auquel ils sont autorisés à vivre sous la protection de l'État islamique tout en conservant leur religion] avec soumission."

Cela se traduira par des lois imposant diverses restrictions à ceux qui professent la religion juive ou chrétienne, comme une tenue vestimentaire spéciale, l'interdiction de porter des armes et de monter à cheval, etc.

Aunque el Pentateuco, los Salmos y el Evangelio son admitidos explícitamente como revelados por el Corán, existen diferencias considerables entre el islam y el judaísmo, y aún más entre el islam y el cristianismo. Estas divergencias, como dijimos, reflejan los contactos entre Mahoma y las sectas heréticas cristianas, cuya existencia en esa época era algo bastante común tanto en el Imperio Bizantino como, sobre todo, justo fuera de sus fronteras.

Entre las divergencias más evidentes, están aquellas relacionadas con la figura de Cristo, por las cuales los libros apócrifos cristianos ejercen una particular influencia sobre el Corán. En el libro sagrado del Islam, por ejemplo: Jesús es el hijo de María y nació de un nacimiento virginal, y sin embargo, esta María es la hermana de Moisés.

Los milagros realizados por Jesús desde la infancia se narran con gran detalle, y se le atribuyen los nombres de Mesías, Espíritu de Alá y Palabra, colocándolo en un nivel de superioridad con respecto a los otros profetas, pero se especifica que Cristo no es más que un siervo de Alá, un hombre como los demás; se establece, entre otras cosas, que su muerte en la cruz nunca habría ocurrido: en lugar de Jesús, solo un simulacro habría sido crucificado[2].

jesús o mahoma caligrafía corán antiguo

L'idée du paradis

Une autre différence considérable, qui pour l'Islam est quelque chose d'absolument terrestre (une autre raison pour laquelle nous parlons de l'Islam comme d'une religion naturelle), faite pour impressionner les simples et rudes habitants du désert : des jardins verts, des ruisseaux enchanteurs, du vin qui n'enivre pas, des vierges toujours intactes. Il n'y a rien là pour exprimer le concept de la vision béatifique et la participation des croyants à la vie même de Dieu : Allah est inaccessible à la vision humaine (6/103).

Enfin, parmi d'autres différences, il y a la prédétermination des actions humaines par Allah (en cela, l'islam est très similaire au calvinisme). Il existe dans le Coran des passages plus ou moins favorables ou complètement opposés au libre arbitre, mais ce sont ces derniers qui ont été acceptés, avec d'habiles corrections, par l'orthodoxie sunnite, et qui donnent à l'Islam son cachet prédéterministe (le maktub, le destin de chaque homme, est rigidement écrit et prédéterminé par Dieu).

La compilación efectiva del Corán es posterior a la muerte de Mahoma, momento en el cual se comenzó a recopilar todos los fragmentos de la revelación que él mismo le había confiado a sus seguidores. Las sūra se ordenaron por longitud (de la más larga a la más corta, aunque con varias excepciones, debido también a la imposibilidad de un orden lógico o cronológico).

A esta misma época remonta el principio de las feroces luchas y de las divisiones internas, entre varios partidos y corrientes, luchas todas sofocadas en la sangre, con cada parte fabricándose versos y citas coránicas à la carte que respaldaban las respectivas reivindicaciones.

Šarī‛a

C'est un mot arabe qui signifie "chemin battu", comme halakhah en hébreu, et qui désigne la loi écrite. D'un point de vue sémantique, les deux termes, arabe et hébreu, peuvent être assimilés à notre "loi" (chemin "direct", voie à suivre). La Šarī‛a, loi ou droit islamique (selon la vision sunnite "orthodoxe"), repose sur quatre sources principales :

  1. Le Coran ;
  2. La sunna (à travers le ḥadīṯ) ;
  3. Les qiyās ;
  4. L'iǧmā‛.

La Sunnah

Como ya hemos hablado del Corán, analicemos directamente las otras tres fuentes, comenzando por la sunna (hábito, tradición, línea de conducta de los antepasados), que es una palabra que indica, ya antes de Muhammad, las costumbres tradicionales que regulaban la vida de los árabes. En el contexto islámico, el mismo término define el conjunto de dichos, hechos y actitudes de Mahoma según el testimonio de sus contemporáneos.

Y es aquí que entra en juego el ḥadiṯ, es decir, la narración o relación de la sunna de Mahoma hecha de acuerdo con un esquema determinado, basado en isnād (apoyo y enumeración en orden ascendente de las personas que informaron sobre la anécdota hasta llegar al testigo directo del episodio) y matn (el texto, cuerpo de la narración). Esta fuente era extremadamente necesaria cuando, a la muerte de M., el islam era solo un borrador de lo que más tarde se haría.

También era necesario, después de la conquista de tan vastos territorios y la consiguiente confrontación con nuevas culturas, de encontrar soluciones a problemas y dificultades con las cuales el “mensajero de Dios” nunca se había enfrentado directamente.

Y fue precisamente a Mahoma a quien se recurrió para que él mismo pudiera especificar, aunque ya había fallecido, una serie de puntos que solo se intuyen en el Corán o que nunca se abordaron, en relación con varias disciplinas. Así, se creó un conjunto de tradiciones verdaderas, presuntas o falsas en un momento en que cada una de las facciones que luchaban dentro del islam afirmaba tener a Mahoma de su lado y le atribuía esta o aquella afirmación, construyendo aparatos enteros de testimonios totalmente desconfiados.

El método que se adoptó para detener este flujo desbordante fue extremadamente arbitrario. De hecho, no se utilizó el análisis textual y ni la evidencia interna de los textos  (lo mismo se puede decir con respecto a la exégesis coránica que es casi inexistente), que es el criterio por excelencia, en el cristianismo, para determinar y verificar la autenticidad de un texto.

Por lo contrario, se confió exclusivamente en la reputación de los garantes: si, por lo tanto, la cadena de testigos era satisfactoria, cualquier cosa podía ser aceptada como verdadera. Hay que señalar, con relación a ello, las tradiciones definidas como más antiguas y cercanas a Mahoma son las menos confiables y que más han sido construidas artificialmente (algo que también es posible averiguar por la excesiva afectación del idioma).  

Les qiyās

La troisième source du droit islamique, ou Šarī‛a, est la qiyās, ou déduction par analogie, par laquelle, à partir de l'examen de questions déterminées et résolues, on trouvait la solution pour d'autres non prévues. Le critère utilisé, dans ce cas, est le ra'y, c'est-à-dire le point de vue, la vue intellectuelle, le jugement ou l'opinion personnelle. La source en question est devenue nécessaire dès l'aube de l'Islam, car, comme nous l'avons vu, l'incohérence du Coran et du ḥadīṯ avait produit une confusion considérable et conduit à l'entrée en vigueur, pour les deux premières sources, de la tradition de l'abrogateur et de l'abrogé.

Iǧmā‛

Sin embargo, si por si a caso el qiyās no hubiese sido suficiente para resolver todas las cuestiones no resueltas, se insertó una cuarta fuente, el vox populi o iǧmā‛ (consenso popular) para proporcionar una base sólida para todo el aparato legal y doctrinal. Esta fuente parecía más que justificada tanto para las citas coránicas como para algunos hadīṯ, en uno de los cuales Mahoma alegó que su comunidad nunca se equivocaría.

El iǧmā‛ puede consistir en un consenso doctrinal alcanzado por los doctores de la ley; en un consenso de ejecución, cuando se trata de costumbres establecidas en la práctica común; en un consentimiento tácito, incluso si no es unánime, por los jurisconsultos, en el caso de actos públicos que no impliquen la condena de nadie.

El trabajo constructivo para deducir el derecho de las cuatro fuentes indicadas (Corán, sunna, qiyās e iǧmā‛) se llama iǧtihād (da ǧ-h-d, la misma raíz que el término ǧihād), o “esfuerzo intelectual”. El esfuerzo en cuestión, una verdadera elaboración del derecho positivo islámico, basado sin embargo en una palabra “revelada”, duró hasta alrededor del siglo X, cuando se formaron las escuelas jurídicas (maḍhab), después de lo cual “las puertas iǧtihād” se consideran oficialmente cerradas. Desde entonces, tan solo se puede aceptar lo que ya se ha resuelto, sin introducir más innovaciones (bid‛a).

Los más rígidos en este sentido son los wahabitas (fundados por Muḥammad ibn ‛Abd-el-Waḥḥab: la doctrina wahabita es la oficial del reino de los Sa‛ūd, monarcas absolutos de Arabia Saudita) y los salafistas (fundadores y principales exponentes: Ǧamal al-Dīn al-Afġāni e Muḥammad ‛Abduh, siglo XIX; los Hermanos musulmanes son parte de esta corriente).

Según la visión de ambos movimientos, dentro de la doctrina islámica se introdujeron innovaciones excesivas; por lo tanto, es necesario volver a los orígenes, a la edad de oro, la de los padres (salaf), en particular la de la vida de Mahoma en Medina y de sus primeros sucesores, o califas.

Antes de continuar, podemos decir algunas palabras respecto al concepto de ǧihād. La ley musulmana considera el mundo dividido en dos categorías: dār al-islām (casa del islam) y dār al-ḥarb (casa de la guerra): contra esta última, los musulmanes se encuentran en un estado de guerra constante, hasta que el mundo entero no esté sujeto al islam.

El ǧihād es tan importante, en la ley islámica, que casi se considera un sexto pilar del islam. En este sentido, hay dos obligaciones para luchar: una colectiva (farḍ al-kifāya), cuando haya un número suficiente de tropas; una individual (farḍ al-‛ayn), en caso de peligro y defensa de la comunidad musulmana.

Existen dos tipos de ǧihād, uno pequeño y otro grande. El primero es el deber de luchar para propagar el islam; el segundo es el esfuerzo individual diario y constante en el camino de Dios, en la práctica, un camino de conversión.

Es a través del ǧihād que muchas tierras cristianas han caído, la mayoría de las veces por capitulación, en manos islámicas y, en este caso, sus habitantes, considerados “gente del pacto” o ahl al-ḏimma, o simplemente ḏimmī, se han convertido en súbditos protegidos por el estado, ciudadanos de segunda clase sujetos al pago de un impuesto de capitulación, llamado ǧizya, y de un tributo sobre las tierras de propiedad, ḫarāǧ.

Annexe

  1. Sūra 25/32-33.
  2. “…no le mataron ni le crucificaron, sino que se les hizo confundir con otro a quien mataron en su lugar (4/157). Es este aspecto la doctrina islámica es idéntica a la docetista, de origen gnóstico (ya en el siglo II de la era cristiana, del verbo griego dokéin, aparecer), cuyo principal exponente fue el teólogo gnóstico Basílides.

Según esta doctrina, la convivencia en Cristo de dos naturalezas, una humana (portadora del mal) y una divina (portadora del bien), era inconcebible. Por lo tanto, o Cristo había sido reemplazado por alguien más en el momento de la crucifixión o todo el episodio había sido una ilusión. Simón Mago (citado en los Hechos de los Apóstoles) ya se había expresado en este sentido, y a él y a sus seguidores gnósticos ya parece responderles Juan, en 1Jn 4: 1-2: “ Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios”; y también Jn 1:14: “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”.


Aquí puedes leer la tercera entrega de este análisis.

Gerardo Ferrara
Diplômé en histoire et en sciences politiques, spécialisé dans le Moyen-Orient.
Responsable des étudiants de l'Université de la Sainte-Croix à Rome.

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