
Arthur, seminarista de 25 años de Brasil, vive una intensa experiencia de formación integral en su camino al sacerdocio. Gracias a la ayuda de los benefactores y amigos de la Fundación CARF, está cursando su tercer año del Bachillerato en Teología de la Universidad de Navarra, como parte esencial de su formation sacerdotale. Además, lleva año y medio viviendo en el seminario internacional Bidasoa. Su historia vocacional comenzó en la parroquia de su infancia y maduró hasta convertirse en una entrega total al sacerdocio.
Creció en un hogar profundamente católico: sus padres y su abuela estaban implicados en la vida parroquial y fueron ellos quienes, con paciencia, le animaron a dar los primeros pasos en la Iglesia. Aunque al principio le costaba ir a celebraciones y actividades, la convivencia familiar le fue formando en la fe.
La música se convirtió en su primer puente con la comunidad. A los diez años empezó a aprender a tocar la guitarra y, entre los 12 y los 19, formó parte del coro parroquial. Aquella afición le ayudó a servir l'Église: los fines de semana estudiaba y colaboraba en la parroquia, como la mayoría de los jóvenes de su entorno.
Arthur recuerda con emoción a su hermana menor, y da gracias por su fe. Ver cómo ella sirve a los demás con alegría, y siente también llamada, le llena de gratitud y esperanza.
Son dos los acontecimientos que, según cuenta, marcaron profundamente su vocation sacerdotale. El primero fue su Confirmación, a los 17 años. Aquel sacramento transformó su interior: comprendió por primera vez lo que significa pertenecer a Cristo y sintió la necesidad de anunciar la alegría de la fe. Con algunos amigos creó un grupo juvenil y se pusieron al servicio del párroco.
El segundo momento fue un retiro juvenil en junio de 2018. Entró convencido de que su futuro sería una carrera civil y una familia, pero el domingo salió decidido a ingresar en el seminario: «una experiencia interior profunda, un encuentro real en el que Dios habla al corazón y una paz inconfundible que me confirmaba que era Él quien llama».
Tras seis meses de acompañamiento parroquial y un año en el grupo vocacional de su archidiócesis, fue invitado a ingresar en el seminario São José en febrero de 2020. Desde entonces ha ido revisando su vida: más sacramentos (Confesión frecuente y Misa diaria), dirección espiritual y una entrega continuada a la formación de sacerdotes.
Describe el retiro como el punto de inflexión: no fue una intuición pasajera, sino una certeza apacible que le llamó a una entrega ministerial completa.
La archidiócesis de São Sebastião de Rio de Janeiro es inmensa y diversa: unos 4.700 km², más de 750 sacerdotes y cerca de 298 parroquias. Evangelizar allí implica a los que trabajan a enfrentarse a realidades muy distintas –desde zonas rurales hasta favelas o barrios acomodados– y a un desafío: buena parte de la población no es católica practicante.
Arthur destaca la labor del cardenal Orani João como promotor de unidad y de iniciativas que acercan la Iglesia a profesionales y educadores. Aun así, el secularismo afecta especialmente a los jóvenes: «el testimonio de tantos católicos comprometidos es como una farola que, poco a poco, alumbra más las calles de nuestra ciudad».

Para él, la evangelización en contextos secularizados pasa primero por el testimonio de vida: «Más que palabras, la vida transformada por Cristo convence. El mundo no necesita versiones diluidas de la Iglesia; necesita autenticidad: doctrina sólida, moral clara, culto digno y un lenguaje que entienda toda la gente».
En su opinión, el prêtre del siglo XXI debe perseverar en una vida recta y virtuosa. «El pueblo no busca organizadores de eventos, sino cercanía, sacramentos y formación. La primera llamada del sacerdote es a la santidad; ser un ejemplo y compañero en la búsqueda de Cristo», afirma.
Formándose en España, Arthur ha observado una devoción popular admirable en España. Por ejemplo, en los pasos de Semana Santa, aunque a veces vaciada de raíz espiritual: «me impresiona su belleza, pero es doloroso cuando la participación se queda en lo cultural y no sigue con la asistencia a la Misa del Domingo de Pascua».
Procedente de una archidiócesis viva y compleja, Arthur mira con esperanza la misión de la Iglesia: pide sacerdotes perseverantes y santos, dispuestos a entregar la vida para acercar cada corazón a Cristo. Su testimonio –apoyado por la formación en la Universidad de Navarra y por la ayuda de la Fondation CARF– es un ejemplo de fidelidad y servicio.
Marta Santínjournaliste spécialisé dans la religion.