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Después de conseguir entrar en el seminario, mi padre decidió unirse a la Iglesia Católica

Nombre: Simon John Nyanda.
Edad: 26 años.
Situación: Seminarista.
Origen: Mwanza, Tanzania.
Estudia: Estudia Teología en la Universidad de Navarra, en Pamplona

«Soy Simon John Nyanda, seminarista de curso cuarto de Teología en la Universidad de Navarra, vengo de Tanzania archidiócesis de Mwanza, y vivo y recibo la formación en Bidasoa.

Mi vocación tiene una historia interesante. Cuando era niño a mi padre le veía muy cercano a la política y ayudaba con mucha cercanía al político más influyente de mi zona en aquellos días, el llamado Samamba el bufalito. Le pregunté una vez a mi papá por qué no pedía ningún puesto como político... y me dijo que porque no había estudiado mucho de niño, y me insistió que estudiara mucho para ser un gran político.

Como efecto me ha interesado la política a largo de mi vida, en la escuela hacía bastante bien sobre todo para defender a unos de mis compañeros quienes competían en puestos en la escuela... Mi papá viendo que yo lo hacía bastante bien en la escuela, llevaba bien los estudios decidió mandarme a una escuela católica de la diócesis de Bunda, allí estudié cuatro años.

Pero allí daban una buena formación de la Iglesia, por eso me había mandado allí mi papá. Mis amigos eran los hijos de los políticos, porque los pájaros de la misma especie vuelan juntos; soñábamos ser grandes políticos en el futuro.. qué bien lo pasamos.

Mi abuela fue bautizada por un sacerdote que el pueblo lo llamaba el bueno, el actual obispo de la diócesis de Musoma, monseñor Musonganzila. Yo tenía nueve años el año 2006. Mi mamá junto con mi abuela y otras muchas mujeres conmovidas por el buen párroco fueron bautizadas también. El siguiente año pedimos nosotros (niños) también que nos bautizaran, y nos bautizaron el año 2007 junto a mis hermanos menores y primos. Mi papá no quería bautizarse, pues se escandalizaba con el mal ejemplo de algunos de nuestros hermanos (protestantes) que no trabajaban y se dedicaban solo a la religión quedando así con una vida un poco sin sentido.

Pero la figura del sacerdote me parecía sorprendente y me hizo pensar si eso podía serlo cualquier persona, como yo también. Les preguntaba a los amigos y a sacerdotes sobre la cuestión y me decían que sí. Así empecé a plantearme más seriamente la vocación, poco a poco hablando primero con mi papá quien no lo acepto porque no es lo que esperaba de mí.

Luego se lo expliqué a mi párroco y más tarde al director vocacional de la diócesis y finalmente al obispo... Gracias a Dios entré en el seminario y mi papá lo llevó con alegría esos días.

Les agradezco mucho a todos quiénes nos apoyan de variadas maneras en la vocación de sacerdote, porque en ellos y junto con ellos Dios nos cuida... ¡Qué alegría es servir a los hermanos y hermanas mientras vivimos! La recompensa en el cielo es inmensa. Rezo por vos. Gracias». ????????