DONA AHORA

He visto la necesidad de un sacerdote en mi diócesis. He visto la sed de Dios de la gente, ¿quién soy yo para decir NO la llamada de Dios para ser instrumento suyo?

Nombre: Mon Carmelo Fidel Marcaida
Edad: 25 años
Situación: Seminarista
Origen: Masbate, Filipinas
Estudia: Estudia Teología en el Seminario Internacional Bidasoa, en Pamplona

En mi oración le decía al Señor: “aclárame a mi todo esto, Señor. Soy muy joven, no sé qué hacer. Sentí tu llamada, ayúdame a responderla”

Mon Carmelo Marcaida es un seminarista de la Diócesis de Masbate, Filipinas. Proviene de una familia católica, que asistía siempre a misa, rezaban el rosario y celebraban la palabra cada domingo. 

"Entré en el seminario menor justo después mis años en primaria eso cuando tenía 12 años.

La verdad es que antes no tenía ninguna idea de un seminario. No sabía que es un seminario hasta que escuche un anuncio del cura párroco en mi parroquia que habrá un examen para los que quieren entrar el seminario menor, y que la diócesis estaba buscando chicos jóvenes que quieren ser sacerdotes.

Empecé a preguntar a mis padres si podía hacer el examen para entrar al seminario. Para mis padres fue una sorpresa de verdad porque nunca se han imaginado que podría entrar en el seminario.

Entré al seminario sin la vocación de ser sacerdote. No lo tenía muy claro, creo simplemente quería ver la vida en el seminario, solo por curiosidad.

Mientras mis compañeros sí que tenían todo claro: querían ser sacerdotes. Yo no sabía que hacer.

Me costaba mucho la vida en el seminario. Tenía 12 años, no sabía lavar mi ropa, limpiar mi habitación, ni hacer mi cama. Aquellos 4 años en el seminario menor, los miro ahora con alegría.

Aprendí muchas cosas y allí descubrí mi vocación al sacerdocio. Descubrí que Dios me estaba llamando a ser sacerdote.

Tenía 15 años cuando sentí la llamada del Señor. Era muy joven. Yo tenía mucho miedo. No sabía cómo responder a esa llamada al sacerdocio. Pues en mi oración le decía al Señor: “aclárame a mi todo esto, Señor, aclárame a mi todo esto. Soy muy joven, no sé qué hacer. Pero sentí tu llamada, ayúdame a responderla.” 

Después del seminario menor, decidí a seguir.

Mis años estudiando filosofía fueron de los mejores años de mi vida. Comenzaba a crecer mi vocación al sacerdocio. Empezaba a comprender la llamada del Señor.

Recuerdo perfectamente el día cuando le dije “Sí” al Señor.

Un verano, mi rector me envió en una isla, muy remota, sin electricidad, sin nada. Fue muy duro para mi porque soy de una ciudad grande y no estaba acostumbrado a vivir sin electricidad. El rector me envió allí para estar con la gente a rezar, acompañarlos, hacer una catequesis, dar clases del catecismo para los jóvenes y los mayores y sobre todo para celebrar misa. En el pueblo donde estaba solo se celebra misa una vez cada dos meses. 

En esa isla, le dije “Sí” al Señor. He visto la necesidad de un sacerdote en mi diócesis. He visto la sed de la gente para los sacramentos. Y quien soy yo para decir NO a esa gran llamada de Dios para ser instrumento suyo para llevar los sacramentos a todos los pueblos.

Después de esa experiencia, yo tenía claro que voy a ser sacerdote. Regrese en mi casa, muy contento".