Gregorius Aero es un seminarista de la diócesis de Surabaya, Indonesia que quiere ser sacerdote.
«La historia de mi vocación empezó cuando yo tenía 8 años. Una vez fuimos con mi madre a visitar una gruta de la Virgen, estábamos allí rezando y yo sentí a la Virgen que me llamaba para seguir el camino de su hijo Jesús; les parecerá un poco raro, pero yo creo que así es la llamada de Dios a través de la Virgen, para ser sacerdote.
Después de este momento, yo directamente decía a mi madre que quería ser sacerdote. Creía que mi madre iba a pensar que era una broma de un niño, pero la reacción de mi madre fue totalmente inesperada, ella me dijo que si yo en verdad deseaba ser sacerdote debía mantener esta vocación que Dios me mandó y mantener también una relación cercana con Él. Y con esta respuesta me di cuenta que mi madre quería que yo fuera sacerdote.
Así comencé a tener actividades en la parroquia y fui monaguillo. Entre en el seminario menor cuando tenía 15 años. La vida en el seminario para mí no fue muy diferente con mi vida en casa así que tuve una buena adaptación.
El seminario también es una experiencia. Allí yo crecí tanto espiritualmente como personalmente. Y sentí que mi relación con Dios era más cerca y mi vocación también crecía y también aprendí a ofrecer a Dios todo.
El obispo me propuso enviarme estudiar al Seminario Internacional de Bidasoa; llevo más de tres años, poco a poco me fui adaptando y gracias a los formadores y mis compañeros superé la barrera cultural e idiomática, la fraternidad entre los seminaristas, la ayuda de profesores y formadores hacen todo para que mi vocación siga creciendo.
Estoy muy agradecido porque estudiando en Pamplona siento el amor de Dios, a través de los profesores, formadores, mis compañeros y ustedes mis benefactores. Siento que mi estancia aquí confirma mi vocación al sacerdocio. Agradezco a Dios que me ha llamado a esta vocación y también agradecerles por su gran ayuda para esta formación sacerdotal.
Gracias a su generosidad puedo llevar a cabo mi vocación. Muchas gracias por emplear sus recursos en la formación de sacerdotes. Que Dios les bendiga siempre».