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«El fin es buscar el bien de mi diócesis y de muchas personas que necesitan de nuestra ayuda»

Nombre: Carlos Iván Campos Arévalo.
Edad: 33 años.
Situación: Sacerdote.
Origen: El Salvador.
Estudia: Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, en Roma

«Crecí en la ciudad de Ahuachapán, en El Salvador, junto a sus siete hermanos. Cuando terminé la educación básica me trasladé a la capital, donde cursé la educación media (bachillerato) y me incorporé al trabajo pastoral en la parroquia “San José de Las Flores”.

Durante estos años de colaboración en las actividades parroquiales empecé a madurar la idea de la vida consagrada como sacerdote. Mi gran sueño era estudiar contaduría pública en la Universidad y después casarme, pero en el año 2011 comencé a sentir curiosidad por querer conocer la vida consagrada. Nunca lo pensé de niño, pero era algo que estaba dentro de mí. Así que busqué ayuda y comencé a dar los primeros pasos para entrar al seminario.

En 2012 fui a la primera convivencia vocacional del Seminario Mayor con muchos miedos, curiosidad pero después repetí una y otra vez. Tras meses de reflexión y dudas fui aceptado en el Seminario. Ese día todo cambió, sentí en mi corazón la necesidad de responder a la llamada de Dios. La respuesta cambiaba mis planes, ahora eran los planes de Dios, no más los míos.

Hablé con mi mamá y se lo conté y recuerdo que ella, al escucharme, me vio y dijo: Si eso te va hacer feliz, también yo lo seré.

Entré al seminario Benjamín Barrera y Reyes para realizar el año propedéutico y un año después inicié los estudios filosóficos y teológicos. En 2016 el arzobispo me envió a terminar mis estudios a Roma, en el Pontificio Colegio Internacional María Mater Eclesial. En 2019 regresé y fuí ordenado diácono en la Catedral de San Salvador.

Habiendo necesidad de ciertas ciencias teológicas, filosóficas y de derecho canónico, mi obispo me pidió que volviera para cursar la Licenciatura en Derecho Canónico en la U. P. de Roma”.

Me siento muy agradecido con todos vosotros que me permitís tener una beca de estudios, porque el fin no es buscar mi bien personal, sino el bien de mi diócesis y de muchas personas que necesitan de nuestra ayuda».

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